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David Bolles
 

Combined Dictionary-Concordance of the Yucatecan Mayan Language

CAPITULO III.

Prosigue la capitulacion con prevenidos remedios, cautelando

esperimentados desórdenes.

"Don Cárlos por la Divina Clemencia, emperador semper augusto, y Doña Juana su madre, por la misma gracia reyes de Castilla, de Leon, de Aragon &c. Por cuanto somos certificados, y es notorio, que la desordenada codicia de algunos de <72> nuestros súbditos, que pasaron á las nuestras Islas, é Tierra firme del Mar Occeano, por el mal tratamiento que hicieron á los indios naturales de las dichas Islas y Tierra firme, asi en los grandes y escesivos trabajos que les daban, teniéndolos en las minas para sacar oro, y en las pesquerias de las perlas y en otras labores, y grangerias, haciéndoles trabajasen escesiva, é inmoderadamente, no les dando el vestir, ni el mantenimiento necesario para su sustentacion de sus vidas, tratándolos con crueldad y desamor mucho, peor que si fueran esclavos. Lo cual todo ha sido, é fué causa de la muerte de gran número de los dichos indios, en tanta cantidad que muchas de las Islas, y parte de Tierra firme quedaron yermas y sin poblacion alguna de los dichos indios naturales de ellas, y que otros viniesen, y se fuesen, y se ausentasen de sus propias tierras y naturaleza, é se fuesen á los montes y otros lugares para salvar sus vidas y salir de la dicha sujecion y mal tratamiento. Lo cual fué tan gran estorbo á la conversion de los dichos indios á nuestra Santa Fé católica, y de no haber venido todos ellos entera y generalmente en verdadero conocimiento de ella, de que Dios nuestro Señor es muy deservido."

"Y asimismo somos informados, que los capitanes y otras gentes, que por nuestro mandado y con nuestra licencia fueron á descubrir alguna de las dichas Islas, é Tierra firme: siendo como fué, y es nuestro principal intento, y deseo de traer á los dichos indios en conocimiento verdadero de Dios nuestro Señor, é de su Santa Fé, con predicacion de ella y ejemplo de personas doctas y buenos cristianos y religiosos, con les hacer buenas obras y tratamientos de prójimos, sin que en sus personas é bienes no recibiesen fuerza, ni premia, daño, ni desaguisado alguno. E habiendo sido todo esto asi por nos ordenado y mandado: llevándolo los dichos nuestros capitanes y otros nuestros oficiales y gente de las tales armadas, por mandamiento, é instruccion particular; movidos con la dicha codicia, olvidando el servicio de Dios nuestro Señor y nuestro, hirieron y mataron á muchos de los dichos indios en los descubrimientos y conquistas, y les tomaron sus bienes, sin que los dichos indios les oviesen dado causa para ello, ni hubiesen precedido ni hecho las amonestaciones que eran tenidos de les hacer, ni hecho á los cristianos resistencia, ni daño alguno para la predicacion de nuestra Santa Fé. Lo cual demas de haber sido en gran ofensa de Dios nuestro Señor, dió ocasion y fué causa, que no solamente los dichos indios, que recibieron las dichas fuerzas, daño é agravios; pero otros muchos comarcanos que tuvieron de ello noticia é sabiduria, se levantaron é juntaron con mano armada contra los cristianos nuestros súbditos, é mataron muchos de ellos, aun á los religiosos é personas eclesiásticas, que ninguna culpa tuvieron, y como mártires padecieron predicando la Fé cristiana." <73>

"Por todo lo cual suspendimos y sobreseimos en el dar de las licencias para las dichas conquistas y descubrimientos, queriendo proveer y practicar, asi sobre el castigo de lo pasado, como en el remedio de lo venidero, y escusar los dichos daños é inconvenientes y dar órden, que los descubrimientos y poblaciones que de aqui adelante se ovieren de hacer, se hagan sin ofensa de Dios, y sin muerte, ni robo de los dichos Indios, y sin cautivarlos por esclavos indebidamente. De manera, que el deseo que habemos tenido y tenemos de ampliar nuestra Santa Fé, é que los dichos Indios é infieles, vengan en conocimiento de ella, é se haga sin cargo de nuestras conciencias, y se prosiga nuestro propósito, y la intencion y obra de los católicos reyes nuestros señores y abuelos, en todas aquellas partes de las Islas y Tierrafirme del Mar Occeano, que son de nuestra conquista, é quedan por descubrir é poblar. Lo cual visto con gran deliberacion por los del nuestro Consejo de las Indias, y con nos consultado; fué acordado que debiamos mandar dar esta nuestra carta en la dicha razon. Por lo cual ordenamos y mandamos, que agora y de aqui adelante, asi para remedio de lo pasado, como en los descubrimientos y poblaciones, que por nuestro mandado y en nuestro nombre se hicieren en las dichas Islas y Tierrafirme del Mar Occeano, descubiertas y por descubrir en nuestros límites y demarcacion, se guarde y cumpla lo que de yuso será contenido en esta guisa."

"Primeramente ordenamos y mandamos, que luego que sean dadas nuestras cartas y provisiones para los Oidores de la nuestra Audiencia, que residen en la ciudad de Santo Domingo de la Isla Española, y para los Gobernadores y otras justicias, que agora son y fueron de la dicha Isla, y de las otras Islas de San Juan de Cuba y Jamaica y para los Gobernadores y alcaldes mayores, asi de Tierrafirme como de la Nueva España, y de las otras provincias del Pánuco y de las Hibueras, y de la Florida é Tierra Nueva, y para las otras personas, que nuestra voluntad fuere de lo cometer, y encomendar, para que cada uno con gran cuidado y diligencia, cada uno en su lugar y jurisdiccion, se informe cuales de nuestros súbditos y naturales, asi capitanes como oficiales, y otras cualesquier personas hicieron las dichas muertes y robos, y escesos, y desaguisados, y erraron Indios contra razon é justicia. E de los que se hallaren culpados en su jurisdiccion, envien ante nos en el nuestro Consejo de las Indias relacion de la culpa, con su parecer, del castigo que se debe sobre ello hacer. Lo que sea perjuicio de Dios nuestro Señor y nuestro, y convenga á la ejecucion de nuestra justicia."

"Otrosi, ordenamos y mandamos, que si las dichas nuestras justicias por la dicha informacion é informaciones, hallaren que algunos de nuestros súbditos, de cualquier calidad y condicion <74> que sean, ó otros cualesquier que tuvieren algunos Indios por esclavos, sacados y traidos de sus tierras y naturaleza, injusta ó indebidamente los saquen de su poder. E queriendo los tales Indios los hagan volver á sus tierras y naturaleza, sí buenamente y sin incomodidad se pudiere hacer. Y no se pudiendo esto hacer conmoda y buenamente, los pongan en aquella libertad y encomienda, que de razon y justicia, segun la calidad, capacidad ó habilidad de sus personas oviere lugar: teniendo siempre respecto é consideracion al bien y provecho de los dichos Indios, para que sean tratados como libres, ó no como esclavos. Y que sean mantenidos y gobernados, y que no se les dé trabajo demasiado, y que no los traígan en las minas contra su voluntad. Lo cual han de hacer con parecer del prelado é de su oficial, habiéndolo en el lugar y en su ausencia, con acuerdo ó parecer del cura ó su teniente de la Iglesia, que ende estuviere, sobre lo cual encargamos á todos las conciencias. Y si los dichos Indios fueren cristianos, no se han de volver á sus tierras, aunque ellos lo quieran, sino estuvieren convertidas á nuestra Santa Fé católica, por el peligro que á sus animas se les puede seguir."

"Otrosi, ordenamos y mandamos, que ahora y de aqui adelante, cualesquier capitanes y oficiales, y otros cualesquier nuestros súbditos y naturales, de fuera de nuestros reinos, que con nuestra licencia, y mandado ovieren de ir y fueren á descubrir, é poblar, é rescatar en alguna de las Islas é Tierrafirme del Mar Occeano en nuestros límites, é marcaciones, sean tenidos, é obligados antes que salgan de estos nuestros reinos, cuando se embarcaren á hacer su viaje, á llevar á lo menos dos religiosos ó clérigos de misa en su compañia, los cuales nombren ante los del nuestro Consejo de las Indias. E por ellos habida informacion de su vida, doctrina y ejemplo, sean aprobados por tales, cuales conviene al servicio de Dios nuestro Señor, para institucion y enseñamiento de los dichos Indios, y predicacion y conversion de ellos, conforme á la bula de la concesion de las dichas Indias, á la corona real de estos reinos."

"Otrosi, ordenamos y mandamos, que los dichos religiosos, é clérigos tengan muy gran cuidado ó diligencia en procurar, que los Indios sean bien tratados, como prójimos, mirados ó favorecidos, é que no consientan que les sean fechas fuerzas, ni robos, daños, ni desaguisados, ni mal tratamiento alguno. Y si lo contrario se hiciere, por cualquier persona de cualquier calidad y condicion que sea, tengan muy gran cuidado, y solicitud de nos avisar luego dello en pudiendo particularmente, para que nos é los del nuestro Consejo lo mandemos castigar con todo rigor."

"Otrosi, ordenamos y mandamos que los dichos capitanes y otras personas, que con nuestra licencia fueren á hacer descubrimientos é poblaciones, é rescates, cuando hubieren de salir <75> en alguna Isla y Tierrafirme, que hallaren durante la navegacion é viaje en nuestra demarcacion, é en los límites de los cuales fueren particularmente señalado en la dicha licencia, lo hayan de hacer, é hagan con acuerdo é parecer de nuestros oficiales, que para ello fueren por nos nombrados, é de los religiosos é clérigos que fueren con ellos, y no de otra manera, so pena de perdimiento de la mitad de todos sus bienes al que hiciere lo contrario para nuestra cámara é fisco."

"Otrosi, mandamos, que la primera y principal cosa, que despues de salidos en tierra los dichos capitanes é nuestros oficiales y otras cualesquier gentes que ovieren de hacer, sea procurar, que por lengua de intérpretes, que entiendan los Indios y moradores de la tal tierra é Isla, les digan é declaren, como nos los enviarnos para les enseñar buenas costumbres é apartallos de vicios é de comer carne humana é á instruirlos en nuestra Santa Fé, y predicársela para que se salven, y atraerlas á nuestro señorio, para que sean tratados muy mejor que lo son, é favorecidos é mirados como los otros nuestros súbditos cristianos. Y les digan todo lo demás que fué ordenado por los dichos reyes católicos que les habia de ser dicho, manifestado é requerido. Y mandamos, que lleven el dicho requirimiento firmado de Francisco de los Cobos nuestro secretario, y de nuestro Consejo. Y que se les notifique é hagan entender particularmente por los dichos intérpretes, una, dos y mas veces, cuantas pareciere á los dichos religiosos y clérigos, que convinieren y fuere necesario para que lo entiendan. Por manera, que nuestras conciencias queden descargadas; sobre lo cual encargamos á los dichos religiosos é clérigos, é descubridores é pobladores sus conciencias."

"Otrosi, mandamos, que despues de hecha, é dada á entender la dicha amonestacion ó requirimiento á los dichos Indios, segun y como se contiene en el capítulo supra prójimo: si vieredes que conviene y es necesario para servicio de Dios y nuestro, y seguridad vuestra, y de los que adelante ovieren de vivir é morar en las dichas Islas é tierra; de hacer algunas fortalezas ó casas fuertes, é llanas para vuestras moradas, procurarán con mucha diligencia y cuidado de las hacer en las partes y lugares donde esté mejor, y se pueda conservar é perpetuar. Porcurando, que se hagan con el menos daño y perjuicio que ser pueda, sin les herir, ni matar, por causa de las hacer y sin les tomar por fuerza sus bienes y hacienda. Antes mandamos, que les hagan buen tratamiento y buenas obras, y les animen y halaguen y traten como á prójimos, de manera, que por ello y por ejemplo de su vida de los dichos religiosos é clérigos, y por su doctrina, predicacion é instruccion, vengan en conocimiento de nuestra Fé y en amor é gana de ser nuestros vasallos y de estar y perseverar en nuestro servicio, como los otros nuestros vasallos súbditos y naturales." <76>

 

CAPITULO IV.

Dase fin á la capitulacion, y dicese el requirimiento que se

mandaba hacer á los Indios.

"Otrosi, mandamos, que la misma forma y órden, guarden y cumplan en los rescates y en todas las otras contrataciones que ovieren de hacer é hicieren con los dichos Indios, sin los tomar por fuerza ni contra su voluntad, ni les hacer mal ni daño en sus personas, dando á los dichos Indios por lo que tuvieren, y los dichos españoles quisieren haber satisfaccion; equivalencia de manera, que ellos queden contentos."

"Otrosi, mandamos, que ninguno pueda tomar, ni tome por esclavo á ninguno de los dichos Indios, so pena de perdimiento de todos sus bienes y oficios y merced, é las personas á lo que nuestra merced fuere. Salvo en caso que los dichos Indios no consintiesen, que los dichos religiosos é clérigos estén entre ellos y los instruyan buenos usos y costumbres, y que les prediquen nuestra Santa Fé católica, é no quisieren darnos la obediencia, é no consintieren, resistiendo y defendiendo con mano armada, que no se busquen minas ni saquen de ellas oro, é los otros metales que se hallaren. Ca en estos casos permitimos, que por ello, y en defension de sus vidas y bienes, los dichos pobladores puedan con acuerdo é parecer de los dichos religiosos é clérigos, siendo conformes é firmándolo de sus nombres, hacer guerra é hacer en ella aquello que los derechos en nuestra Santa Fé, é religion cristiana permite. Y mandamos, que se haga é pueda hacer, é no en otra manera ni en otro caso alguno, so la dicha pena."

"Otrosi mandamos, que los dichos capitanes ni otras gentes, no puedan apremiar, ni compeler á los dichos Indios que vayan á las dichas minas de oro, ni otros metales, ni á pesqueria de perlas, ni á otras grangerias suyas propias, so pena de perdimiento de sus oficios y bienes para nuestra cámara. Pero si los dichos Indios quisieren ir á trabajar de su voluntad, bien permitimos, que se puedan servir de ellos, como de personas libres, tratándolos como tales, no les dando trabajos demasiados, teniendo especial cuidado de los enseñar en buenos usos y costumbres, y apartarlos de los vicios, y del comer carne humana y adorar los ídolos, y del pecado y delito contra natura, y de los atraer á que se conviertan en nuestra Fé, vivan en ella, y procurando la vida y salud de los dichos Indios, como de las suyas propias, dándoles é pagándoles por su trabajo é servicio, lo que merecieren, é fuere razonable, considerando á la calidad de sus personas é condicion de la tierra y á su trabajo, siguiendo cerca de todo esto el parecer de los dichos religiosos é clérigos. De lo cual todo y en especial del buen tratamiento de los dichos <77> Indios, les mandamos, que tengan particular cuidado, de manera que ninguna cosa se haga con cargo y peligro de nuestras conciencias, y sobre ello les encargamos las suyas. De manera, que contra el voto é parecer de los dichos religiosos é clérigos, no puedan hacer, ni hagan cosa alguna de las susodichas contenidas en este capítulo y en los otros, que disponen la manera y órden con que han de ser tratados los dichos Indios."

"Otrosi mandamos, que si vista la calidad ó condicion, ó habilidad de los dichos indios, pareciere á los dichos religiosos ó clérigos, que es servicio de Dios y bien de los dichos Indios, que para que se aparten de sus vicios y especial del delito nefando, y de comer carne humana, y para ser instruidos y enseñados en buenos usos y costumbres, y en nuestra Fé y doctrina cristiana; y para que vivan en policia conviene, y es necesario, que se encomienden á los cristianos, para que se sirvan de ellos como de personas libres: que los dichos religiosos é clérigos los puedan encomendar, siendo ambos conformes, segun y de la manera que ellos ordenaren, teniendo siempre respeto al servicio de Dios, bien, utilidad é buen tratamiento de los dichos Indios, y á que en ninguna cosa nuestras conciencias puedan ser encargadas de lo que hicieredes y ordenaredes, sobre lo cual les encargarnos las suyas. Y mandamos, que ninguna persona no vaya ni pase contra lo que fuere ordenado por los dichos religiosos é clérigos, en razon de la dicha encomienda, so la dicha pena. E que con el primer navio que viniere á estos nuestros reinos, nos envien los dichos religiosos la dicha informacion verdadera, de la calidad, é habilidad de los dichos Indios y relacion de lo que cerca de ello oviere ordenado, para que nos la mandemos ver en nuestro Consejo de las Indias, para que se apruebe y confirme lo que justo fuere y en servicio de Dios y bien de los dichos Indios, sin perjuicio, ni cargo de nuestras conciencias. E lo que ó fuere tal se enmiende, é se provea, y como convenga á servicio de Dios y nuestro, sin daño de los dichos Indios, y de su libertad y vidas, y se escusen los daños é inconvenientes pasados."

"Iten ordenamos y mandamos, que los pobladores conquistadores, que con nuestra licencia, ahora y de aqui adelante fueren á rescatar, é poblar, ó descubrir dentro de los límites de nuestra demarcacion, sean tenidos é obligados de llevar la gente que con ellos oviere de ir á cualquiera de las dichas cosas, de estos reinos de Castilla, ó de las otras partes, que no fueren espresamente prohibidas. Sin que puedan llevar, ni lleven de los vecinos y moradores, y estantes en las Islas, é Tierrafirme del dicho Mar Occeano, ni de alguna de ellas, sino fuere una ó dos personas en cada descubrimiento para lenguas, y otras cosas necesarias á los tales viajes, so pena de perdimiento <78> de la mitad de todos sus bienes para la nuestra cámara, al poblador ó conquistador é maestre, que los llevare sin nuestra licencia espresa é guardando, é cumpliendo los dichos capitanes y oficiales, y otras gentes que ahora é de aqui adelante ovieren de ir é fueren con nuestras licencias á las dichas poblaciones, rescates y descubrimientos, hayan de llevar, é gozar é gozen é lleven los salarios, é quitaciones, provechos é gracias y mercedes, que por nos y en nuestro nombre fuere con ellos asentado y capitulado. Lo cual todo por esta nuestra carta prometemos de les guardar y cumplir, si ellos guardaren y cumplieren, lo que por nos en esta nuestra carta les es mandado. E no lo guardando, é cumpliendo ó viniendo ó pasando contra ello, ó contra alguna parte de ello: demás de incurrir en las penas de suso contenidas, declaramos é mandamos, que hayan perdido é pierdan todos los oficios y mercedes de que por el dicho asiento ó capitulaciones habian de gozar. Dada en Granada, á diez y siete dias del mes de Noviembre, de mil y quinientos y veinte y seis años. YO EL REY. Yo Francisco de los Cobos, secretario de sus cesareas y católicas Magestades la fice escribir por su mandado. Y está signada de los señores del Consejo con sus firmas."

"Por ende por la presente, haciendo vos lo susodicho á vuestra costa, segun y de la manera, que de suso se contiene, y guardando y cumpliendo lo contenido en la dicha provision, que de suso va incorporada, y todas las otras instrucciones que adelante vos mandarémos guardar é hacer para la dicha tierra é para el buen tratamiento é conversion de los naturales de ella: Digo é prometo, que vos será guardada esta capitulacion, y todo lo en ella contenido, y por todo, segun que de suso se contiene. Y no lo haciendo y cumpliendo asi por nos no seamos obligados á vos mandar guardar y cumplir lo susodicho. Antes vos mandarémos castigar y proceder contra vos, como contra persona, que no guarda é cumple é traspasa los mandamientos de su rey y señor natural. Y de ello vos mandé dar la presente firmada de mi nombre, y refrendada de mi infraescrito secretario. Fecha en Granada, á ocho dias del mes de Diciembre de mil y quinientos y veinte y seis años. YO EL REY. Por mandado de su Magestad. Francisco de los Cobos."

El requirimiento que los reyes católicos habian mandado hiciesen sus capitanes á los Indios, donde quiera que llegasen en saliendo á tierra, y que en esta real provision se refiere y de nuevo manda, se haga á los Indios ante todas cosas, aunque anda estampado en otras Historias, por si á caso, quien esto leyere, no las tiene, me pareció ponerle aqui, segun le refiere Herrera) y es del tenor siguiente.

"Yo N. criado de los muy altos y muy poderosos reyes de Castilla y Leon, Domadores de las gentes bárbaras, su mensajero y capitan, vos notifico y hago saber. Que Dios nuestro Señor <79> Uno y Eterno, crió el cielo y la tierra, y un hombre y una muger de quien vosotros y nosotros, y todos los hombres del mundo, fueron y son descendientes y procreados, y todos los que despues de nosotros vinieren. Mas por la muchedumbre de generacion, que de estos ha procedido, desde cinco mil y mas años, que ha que el mundo fué criado; fué necesario que los unos hombres fuesen por una parte y los otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos y provincias, porque en una sola no se podian sustentar y conservar de todas estas gentes Dios nuestro Señor dió cargo á uno, que fué llamado San Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese Señor y superior, á quien todos obedeciesen, y fuese cabeza de todo el linage humano, do quier que los hombres estuviesen y viviesen, y en cualquier ley, secta ó creencia, y dióle á toda el mundo por su servicio y jurisdiccion. Y como quiera que le mandó que pusiese su silla en Roma, como en lugar mas aparejado para regir el mundo; tambien le prometió, que podia estar y poner su silla en cualquier otra parte del mundo, y juzgar y gobernar todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles y de cualquiera otra secta y creencia que fuesen. A este llamaron Papa, que quiere decir: Admirable, Mayor, Padre y Guardador, porque es Padre y Gobernador de todos los hombres. A este Santo Padre obedecieron y tomaron por Señor, Rey y superior del Universo, los que en aquel tiempo vivian; y ansimismo han tenido á todas los otros, que despues dél fueron al pontificado elegidos y ansi se ha continuado hasta ahora, y se continuará hasta que el mundo se acabe."

"Uno de los Pontífices pasados, que he dicho, como Señor del mundo, hizo donacion de estas Islas y Tierrafirme del Mar Occeano, á los católicos reyes de Castilla que entónces eran D. Fernando y Doña Isabel, de gloriosa memoria, y á sus sucesores nuestros Señores, con todo lo que en ellos hay segun se contiene en ciertas escrituras, que sobre ello pasaron, segun dicho es (que podeis ver si quisieredes) asi que su Magestad es Rey y Señor de estas Islas y Tierrafirme, por virtud de la dicha donacion, y como á tal Rey y Señor algunas Islas, y casi todas á quien esto ha sido notificado, han recibido á su Magestad, y le han obedecido y servido, y sirven como súbditos, lo deben hacer con y buena voluntad, y sin ninguna resistencia, luego sin ninguna dilacion, como fueron informados de lo susodicho, obedecieron á los varones religiosos, que les enviaba para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fé. Y todos de su libre y agradable voluntad, sin premio, ni condicion alguna se tornaron cristianos y lo son, y su Magestad los recibió alegre y benignamente, y ansi los mandó tratar, como á los otros sus súbditos <80> y vasallos, y vosotros sois tenidos y obligados á hacer lo mismo."

"Por ende, como mejor puedo, vos ruego y requiero, que entendais bien esto, que os he dicho, y tomeis para entendello, y deliberar sobre ello en tiempo que fuere justo, y reconozcais á la iglesia por Señora y Superiora del Universo mundo, y al Sumo Pontifice, llamado Papa en su nombre y á su Magestad en su lugar, como superior y Señor rey de las Islas y Tierrafirme, por virtud de la dicha donacion, y consintais que estos Padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho. Y si ansi lo hicieredes, hareis bien, y aquello que sois tenidos, y obligados, y su Magestad, y yo en su hombre, vos recibirán con todo amor y caridad, y vos dejarán vuestras mugeres y hijos libres y sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagais libremente todo lo que quisiéredes y por bien tuvieredes, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras Islas. Y aliende desto su Magestad vos dará muchos privilegios y exempciones, y vos hará muchas mercedes. Si no lo hicieredes ó en ello dilacion maliciosamente pusiéredes, certificoos que con el ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros, y vos haré guerra por todas las partes y manera que yo pudiere, y vos sujetaré al yugo y obediencia de la iglesia y de su Magestad, y tomaré vuestras mugeres y hijos y los haré esclavos y como tales los venderé, y dispondré de ellos como su Magestad mandaré, y vos tomaré vuestros bienes y vos haré todos los males y daños que pudiere, como á vasallos que no obedecen ni quieren recibir á su señor y le resisten y contradicen. Y protesto que las muertes y daños que de ello se recrecieren, sea de á vuestra culpa y no de su Magestad, ni nuestra, ni de estos caballeros que conmigo vinieron. Y de como os lo digo y requiero, pido al presente escribano que me lo de por testimonio signado."

 

CAPITULO V.

Sale el adelantado Montejo de España, llega á Yucatan,

y resisten los Indios la venida de los españoles á poblar.

En la forma referida se hizo la capitulacion para la conquista deste reino de Yucatan y Isla de Cozumél, con el adelantado V. Francisco de Montejo, conformándose el católico celo de nuestro monarca, con la voluntad de la silla apostólica para que sus capitanes y demas vasallos la ejecutasen con toda rectitud, y seguridad de las conciencias, bien y aumento de los naturales destos reinos, cuyo buen tratamiento en sus personas y bienes, tantas veces se repite, requiere y encomienda en esta capitulacion, amenazando con los severos castigos, que en ella. y en la provision general se ponen contra los transgresores. <81> Bastante satisfacion, para que el mundo conozca la justa posesion que nuestros reyes adquirieron en la dominacion destos reinos, y confusion de la envidia, con que fingiendo tiranias, quieren obscurecer la gloria con que se han dado tantas almas á Dios y hijos á la Santa iglesia católica romana, y vasallos á la corona.

Recibidos todos los despachos necesarios para hacer su viaje D. Francisco de Montejo (á quien en lo de adelante nombraré el Adelantado) y hecho merced de mas de las que dice la capitulacion, de que no se le quitase el repartimiento de Indios, que en la Nueva España tenia, ni el oficio de la tenencia de la villa rica de la Veracruz, aunque la poblacion se pasase á otro sitio (como sucedió despues) fueron asignados por oficiales reales de su Magestad el capitan Alonso Dávila para contador, Pedro de Lima por tesorero, y Hernando Moreno de Quito por Veedor de las fundiciones, aunque este último oficio no fué necesario por falta de minas en este reino. Habiendo sido este capitan Alonso Dávila uno de los que ayudaron á D. Hernando Cortés en la conquista de la Nueva España, ya que ahora es especial de nuestra Historia, parece justo decir como llegó á disponerse venir ahora á Yucatan por contador del rey y capitan desta conquista en compañia del Adelantado desde España, que sucedió desta suerte. Habiendo conquistado D. Hernando Cortés la gran ciudad de Méjico, fueron por procuradores de los conquistadores el capitan Alonso Dávila y el capitan Antonio de Quiñones, á quienes dieron ochenta y ocho mil castellanos de oro, la recámara del gran Montezuma, y lo que de su tesoro se halló en poder de Guatemuz, que era de grandisimo valor. Murió en la Isla de la Tercera Antonio de Quiñones y quedó solo Alonso Dávila, que saliendo de allí para España, dió con él un Juan Florin, cosario frances, que rindió los dos navios en que lo llevaba, robó aquel tan rico presente y á Alonso Dávila llevó preso á Francia, donde le tuvieron con mucha guarda, esperando por su persona un muy crecido rescate. Despues fué preso el Juan Florin frances, y en España en el puerto del Pico lo ahorcaron. Refiere Bernal Diaz, que cuando estaba preso Alonso Dávila, se hicieron por la parte de Diego Velazquez y Pánfilo de Narvaez, los cargos contra Cortés y sus capitanes, y que habiendo oido los Sres. jueces de la junta los que contra Alonso Dávila hacian, dijeron que se lo fuesen á pedir á Francia y que le citasen pareciese en la corte de su Magestad, para ver lo que sobre ello respondia. Aunque estaba bien guardado, negoció con el caballero frances en cuyo poder estaba dar noticia, para que se supiese en España su prision y suceso, con que se dió órden en su libertad y se hallaba ya en España á tiempo de la capitulacion. Como eran amigos el Adelantado y él, trataron de venirse juntos, y no solo dió el rey al Alonso Dávila la tesoreria, sino que atendiendo á sus muchos <82> servicios, mandó que la encomienda de Indios que tenia en Nueva España, no se le quitase, y si estaba encomendada á otro se le restituyese y no se hiciese novedad en cosa alguna de lo que allá tenia al tiempo de esta partida para tesorero del reino de Yucatan.

Publicóse la capitulacion, y corrió por España la nueva de este viaje, y como la pieza de artilleria de plata, que D. Hernando Cortés habia enviado al emperador, dió tanto que decir, como cosa no vista otra vez; fueron muchos los que se movieron á venir en compañia del Adelantado: que aunque los ánimos de suyo sean generosos y grandes, tiene mucha fuerza la esperanza de las riquezas que juzgaban seguras. Muy grande fué el gasto que hizo el Adelantado, comprando armas, municiones, caballos y bastimentos, tanto que le obligó á vender un mayorazgo que en su tierra tenia, que valia mil ducados de renta, como parece por su ejecutoria litigada en el consejo. Aparejó cuatro navios á su costa, y en ellos se embarcaron cerca de cuatrocientos españoles, sin la gente de mar. Esta traia pagada; los otros venian sin sueldo alguno, confiados de que se les habia de encomendar la tierra, dando á unos la segunda y á otros la tercera encomienda hasta la octava, sin otra ayuda de costa: hizóse asimismo contrato entre el Adelantado. y los que con él venian sobre esto, y salieron de España año de 1527, no he podido certificarme en que mes, aunque si, haber llegado este año, pasando con próspero viaje por las Islas donde se proveyeron de refresco y algunas cosas necesarias. Herrera dice, que se le dió licencia al Adelantado, para que pudiese traer á Yucatan algunos vecinos de las Islas, y consta lo contrario de la capitulacion, pues solo en ella se permite sacar una ó dos personas para intérpretes, prohibiendo lo demás con tan graves penas. No vinieron con el adelantado religiosos como en la capitulacion se contiene, ni he podido hallar mas que el nombre de un solo clérigo, llamado Francisco Hernandez, que vino por capellan de la armada, y esto dió despues mucho cuidado al Consejo, atribuyendo el mal suceso á esta falta) como se dice adelante en el capítulo doce.

Salieron á tierra en la Isla de Cozumél (Cuzamil) algunos soldados con el Adelantado, á quien los Indios recibieron con apacible semblante, no estrañando verlos, como gente que ya habia comunicado [con los] españoles en los tres viajes que se dijeron en el primer libro. No tenian intérprete, que hablase á los Indios, cosa que sentian mucho, porque ni se podian dar á entender á los Indios, ni estos á los españoles, para quien no era poco sensible esta falta, si bien por señas daban á entender no pretendian hacerles daño y que estaban de paz. Los indios andaban muy domésticos entre los españoles, y sucedió una cosa impensada, que fué principio de entenderlos. Estando á caso orinando el Adelantado, quiso un indio saber, con que palabra se decia aquella espulsion en la lengua castellana, y luego se llegó <83> al adelantado y le dijo: Balx u Kabaló (balx u kaba lo) (y no como le escribieron á Herrera en las relaciones que se le enviaron: Baxurraba) que quiere decir: como se llama eso; dando á entender con las acciones lo que preguntaba. Conocido por el Adelantado, que con aquellas palabras se preguntaba por el nombre de las cosas; las escribió y con ellas él, y los demas, preguntando á los Indios, y ellos respondiendo, se comenzaron á entender, aunque con dificultad. Es la Isla de Cozumél (Cuzamil) muy pequeña, y pareciendo al Adelantado que pacificada la Tierrafirme de Yucatan, con facilidad sujeteria aquellos pocos Indios; se embarcó para ella, habiéndole dado los isleños una guia para que los llevase y metiese la tierra adentro.

De Cozumél (Cuzamil) vinieron costeando al occidente, y desembarcaron en la costa, que hoy es término de la Villa de Valladolid (Zac Ii). Salieron á tierra todos los españoles; la gente de mar se quedó para guarda de los navios y sacaron los caballos, armas, municiones y bastimentos que parecieron necesarios. Lo primero tomaron posesion de la tierra en nombre del Rey, con todas las solemnidades que en las nuevas conquistas se hacian, y arboló bandera real el alferez Gonzalo Nieto, diciendo á voces: España, España, España viva, que asi lo he leido en las probanzas que despues hizo de sus méritos y servicios. Mucha falta hacia no haber intérprete; descansaron alli unos pocos dias, y con los escesivos calores (para lo que estaban acostumbrados) enfermaron algunos y comenzó el Adelantado á dar principio á la pacificacion con suavidad, porque era de natural cuerdo, y reportado, á que se juntaba el órden tan apretado que traia para proceder con los Indios benignamente. Antes que proceda adelante, quiero satisfacer á diversas pláticas, que se dicen en esta tierra, acerca deste principio de la pacificacion. Unos dicen, que los españoles entraron por lo de Bakhalál; (Bacalar) (Bak Halal), otros que se principio por Campeche, y otros diversas cosas. La ocasion de todo esto, fué la tardanza de esta conquista, la diversidad de sucesos que en ella hubo, las diferentes veces, que unos y otros vinieron, hasta que se pobló, como permanece: unos escritos hacen probanzas de unas partes y otros de otras, conforme los sucesos; los que por último la poblaron, vinieron los mas de Nueva España, Chiapa y otras partes, y comenzaron por Campeche, como de todo se dá razon adelante, y como de estos primeros conquistadores fueron pocos los que hasta el fin duraron con el Adelantado, hay confusion en esto. Lo cierto es, que se dió principio por donde se ha dicho, y despues sucedió lo demás que se dice. Conviene con esto el Bachiller Valencia en su relacion que hizo el año de mil y seiscientos y treinta y nueve, para remitir al cronista de su Magestad, y este autor era natural de la Villa de Valladolid (Zac Ii) en este reino, y descendiente de conquistadores de él.

Como ya en esta tierra sabian los Indios, que los españoles <84> estaban poblados en Nueva España, y ahora vieron venir á la suya tantos juntos; luego los de Cozumél (Cuzamil) presumiendo á los de acá de los nuevos huespedes, á quien determinaron resistir la entrada con todas sus fuerzas, para que se coligaron gran multitud de la provincia de Chavachaa ó Choáca (Chauac Ha), como se esperimentó presto. Aunque el Adelantado habia venido con Grijalva y Cortés, como solamente habia sido pasar mirando la costa desde los navios; nada sabia de lo interior de ella, y asi venian guiados del indio que en Cozumél (Cuzamil) les dieron. Caminaron la costa abajo hácia el occidente, que se dice estaba muy poblada, sin hacer daño á los Indios, porque no se irritasen, preguntando con lo arriba referido algunas cosas á los Indios; y de esta suerte dice Herrera que fueron de pueblo en pueblo, hasta llegar á uno llamado Conil. No se llamaba este pueblo sino Cóni (Coni), porque Conil es otro puerto de mar antes de llegar á Cóni (Coni), y alli habia solamente un rancho donde estaba un viejo, llamado Nacóm Balán (Nacom Balam), que despues se llamó Pedro, por ser esto el nombre del padrino español. No se determinaron los Indios á mover luego las armas contra los españoles; pero prevenianse aguardando que les sucederia con ellos. Los señores de la provincia de Choáca (Chauac Ha), enviaron algunos Indios principales á visitar al Adelantado, que los recibió amorosamente; pero presto se vió la traicion de sus corazones.

Como los españoles vian á los Indios andar amigables, recatábanse menos de ellos, de lo que era justo entre gente aun no conocida; y viendo los Indios que no se recelaban de ellos, uno de los que vinieron á hacer la visita, se llegó hácia un negrillo esclavo del Adelantado y le quitó un alfange que tenia, con que quiso herir al Adelantado que estaba alli cercano. Viólo el Adelantado y sacó otro que traia colgado en la cinta, y se defendió. Poco necesitó de ello, porque al punto acudieron soldados que en breve mataron al indio, con que pagó su osada resolucion. No se vió el Adelantado en solo este riesgo, que otros mas apretados le sucedieron; pero este sirvió á todos de aviso, para hacer adelante mas caso de los Indios, y rescatarse mas de ellos, que hasta entónces. Determinó el Adelantado salir de Cóni (Coni) para la provincia de Choáca (Chauac Ha) y llegó al pueblo de Cobá (Coba), que ahora está despoblado, y alli fué donde á los españoles los llamaron en su lengua Ahmakopob (ah mak op dzuliloob), que quiere decir los comedores de anonas, que es una fruta de esta tierra: admirados los Indios de verselas comer, sin reparar en si eran nocivas ó no. De alli pasaron á Choáca (Chauac Ha), de donde fué enviada aquella visita tan maliciosa, y desde aqui comenzaron á esperimentar los grandes trabajos que les esperaban en esta pacificacion, porque no hallaron caminos abiertos para pasar el ejército con comodidad alguna, que los Indios usaban de solo veredas para sus viajes, y la tierra es de espesísima montaña y pedregosa como hoy se vee. <85>

 

CAPITULO VI.

De la primera batalla que tuvieron los Indios con los Españoles,

que despues poblaron en Chichen Ytzá.

Fatigaba á los españoles, no solo los malos caminos, sino los calores, y mas la falta de agua con ellos, como no hay fuentes ni rios en esta tierra. Llegaron con estas incomodidades al sitio que ahora llaman Choáca y entónces era pueblo, y hallaronle desamparado de sus moradores, por haberse ido á juntar con los demas que estaban confederados, desde que tuvieron las nuevas de Cozumél, para recibir á los españoles con las armas en las manos. Repararonse estos en aquel sitio y descansaron del viaje, aunque presumieron habian menester bien las manos para sujetar á los Indios. No pareciendo algunos para darles á entender, no era el intento de los españoles matarlos ni hacerles el daño que temian, con la noticia de la muerte de el indio, que acometió al Adelantado en Cóni, de que avisaron los compañeros, que se huyeron luego á Choáca; salió el ejército guiado por el indio que los llevaba para un pueblo llamado Aké. Estaban gran multitud de Indios emboscados en el camino, y haciendo alto el ejército de los nuestros para descansar, aparecieron con todas las armas que en las guerras usaban, carcages de flechas, varas tostadas, lanzones con agudos pedernales por puntas, espadas de á dos manos de maderas fortisimas, rallos, pitos, y tocando en carapachos de tortugones grandes con astas de venado, vocinas de caracoles grandes de la mar, desnudos en carnes, solo cubiertas las partes verendas con un pañete, embarrados todo el cuerpo con tierras de diversos colores, que parecen demonios fierísimos: agujeradas narizes, y orejas con sus narigueras, y orejeras de cuzcas y otras piedras de diversos colores.

En esta forma se presentaron á nuestros castellanos, á quienes causó admiracion ver figuras tan desusadas, y el estruendo que con los tortugones y vocinas hacian, acompañándolas con una griteria de voces, que parecia hundirse los montes. No se admiraron tanto el Adelantado y capitan Alonso Dávila, que ya se habian visto muchas veces con semejantes aparatos en otras conquistas; aunque viendo era forzoso pelear con los Indios; animó el Adelantado á sus españoles con ejemplos de su esperiencia para dar la batalla á los Indios. Llegó la hora en que no pudo escusarse, porque ellos la buscaban, y acometiéndose unos á otros, se trabó una reñidisima batalla. Los españoles animosos para dar á entender á los Indios su mucho valor, aunque el número de ellos era escesivo, y porque les cobrasen temor para lo de adelante, como era la primera vez, que les manifestaban sus fuerzas. Los Indios, como quien aspiraba <86> á acabar con aquellos pocos españoles, ó echarlos de su tierra, peleaban con obstinada porfia. Los españoles no se podian aprovechar de los caballos como quisieran, porque lo pedregoso del sitio no les daba lugar á ello, y sentianlo, porque los Indios les tenian notable temor, y los de á caballo hacian en ellos mucho daño, hiriéndoles con las lanzas los rostros, y pasando con presteza adelante; pero ayudabanse los unos á los otros lo mejor que podian. Por todo aquel dia no cesó la pelea, y aunque de los Indios morian muchos, venian otros tantos mas de nuevo, con que reforzaban la batalla, sin desistir un punto de la pelea, con que fatigaron mucho á los castellanos, muriendo algunos, y saliendo otros con peligrosas heridas, quedando tambien muertos algunos caballos y perros de ayuda que traian.

Hubo de poner treguas la noche en la contienda, como los Indios no acostumbraban á pelear sino de dia. con que los nuestros tuvieron lugar de descansar, curar los heridos y cobrar aliento para el dia siguiente, velándose toda aquella noche; porque aunque luego que comenzó á obscurecer, no pelearon los Indios y se recogieron; no desampararon el sitio. Parecióles que al siguiente dia acabarian con los nuestros, como de los Indios habian tantos descansados para renovar la pelea. Amaneció, y todos se previnieron para la continuacion de la batalla que duró muy reñida hasta cerca del medio dia, que los Indios comenzaron á aflojar, y conocido por los españoles, los apretaron con mayor corage. Dieron las espaldas huyendo por aquellos montes, escondiéndose en sus espesuras, y siguiéndolos los nuestros, no mas que hasta hacerse señores de todo el campo y sitio por ignorar la tierra y hallarse tan cansados. Murieron en esta batalla mas de mil y doscientos Indios, segun hallaron despues los españoles, los cuales se estuvieron en aquel parage descansando y curando los heridos. Esta fué la primera batalla en que á los Indios vencieron, y que holgara haber hallado, que dia se dió para escribirlo; lo cierto es, que fué á fines del año de mil y quinientos y veinte y siete. Tengo por cierto, que las relaciones por donde Antonio de Herrera escribió la Historia General de las Indias, no fueron tan puntuales como debieran, y esto ocasionó que no refiera esta sangrienta batalla, y que diga en su cuarta Decada, que intentando el Adelantado sujetar la mayor poblacion deste reino, para que se redujese lo restante con mas facilidad, como sucedió en Méjico; supo, como estaba fundada en el sitio de Tihoó (Ho), (y no Tircoh, como le escribieron) y que caminó para ella la costa abajo, aunque con algunos rencuentros con los Indios y que llegado á Tihoó halló ser asi, como se le habia dicho la mayor poblacion. Que alli con su industria atrajo á <87> un linage de unos señores, llamados los Cheles (Ah Chel), los cuales le mostraron el asiento de Chichen Ytzá, que distaba de Tihoó siete leguas, y que alli paró y pobló, recibiéndole de paz Tutulxiu (Tutul Xiu), señor de la comarca de Maní, con cuya ayuda pobló, como entónces daba lugar el tiempo.

Aunque la fundacion en el asiento de Chichen Ytzá fué en este tiempo: dista sobre veinte leguas del sitio de Tihoó, donde muchos años despues se pobló la ciudad de Mérida, que hoy permanece, y ni por aquel tiempo pudo ver á los Cheles el Adelantado, ni le vió Tutulxiu (Tutul Xiu) para asentar paces. Cuando, y como fué cada cosa de estas, se verá adelante, y las relaciones confundieron los sucesos y los tiempos en que acaecieron, que fué lo peor.

Habiéndose acabado el año de veinte y siete, en que las españoles entraron en este reino de Yucatan, comenzando el de veinte y ocho, determinó el Adelantado ir reconociendo la tierra poco á poco, con el menor escandalo de los Indios, que fuese posible, y por no ocasionar perdida de su gente en los encuentros con ellos, esperimentados ya de belicoso natural y en número tan crecido. Procuraba con medios de suavidad y prudencia, atraer sus feroces naturales á la obediencia del rey á la amistad de los españoles. Con esta resolucion salieron de Aké, guiando su viaje á Chichen Ytzá, donde determinó parar y poblar, pareciéndole lugar á propósito por la fortaleza de los grandes edificios que alli habia (de que se dá razon en otra parte) para defenderse en ellos de las invasiones y acometimientos de los Indios, que presumian ciertos, viendo la mala voluntad con que los habian recibido.

Desde allí solicitó pacificar los naturales, introduciéndose con ellos con señales de amor y amistad cuantas podia, y con ellas agregó algunos Indios, con que dió principio á edificar y hacer poblacion en forma, aunque con intento de poblar de asiento en lo que despues pacificada la tierra, pareciese mas propósito para la vivienda y comercio de los españoles. Las casas eran al modo de las de los indios, de maderas y palos, las cubiertas de hoja de guano, que es muy semejante á la de la Palma, y otras de una paja larga á modo de centeno. Avecindáronse en la nueva poblacion ciento y sesenta vecinos españoles, que asi se dice en la ejecutoria del Adelantado, número muy cuantioso para lo que se acostumbraba en aquellos tiempos, y los demás quedaron para hacer las otras poblaciones que traian determinadas, segun se fuese reconociendo la tierra. No he hallado para asegurarlo con certidumbre, que nombre pusieron á esta primera poblacion; pero por lo que he leido en un escrito muy antiguo, me persuado la llamaron Salamanca, y no seria mucho darle el Adelantado el nombre de su patria. Desde alli repartida la gente en escuadras, hacian salidas á reconocer la tierra. Los Indios con disimulacion, parecia servir sin pesadumbre <88> á los nuevos huespedes; y viendo esto el Adelantado, informado de las mas poblaciones de Indios y caciques que las dominaban, determinó repartir los Indios, encomendándolos á los españoles, en conformidad de la licencia que la capitulacion daba.

Para ejecucion de esto, dió á conocer el Adelantado á los Indios á algunos de los españoles, á quienes habian sido encomendados, y el órden, que con ellos habian de tener. Dice Herrera que fué tan grande el número de los Indios, que á los encomenderos cupo, que el que menos alcanzó, fué tres, y dos mil; pero sin duda engañaron los Indios al Adelantado en el mapa y número de ellos que le dieron, como se halló despues cuando pudieron poseerlos, que á muchos no les alcanzó las rentas para sustentarse, de que he visto y leido bastante número de probanzas que de ello hicieron los conquistadores acabada de pacificar la tierra. No pareció recibir los Indios encomendados á sus encomenderos con gusto, y conociaseles en la tristeza del semblante y poco agasajo con que los recibian; pero callaron por entónces, y pusieron la esperanza de verse libres de ellos en manos del tiempo, aguardando ocasion, que les fuese oportuna para sacudir el nuevo yugo que se les imponia, y conseguir desahogo del aprieto en que se hallaban, con la sujecion que se les iba entablando de los castellanos. No hubo el cuidado que debiera, en prevenir la salida desde tierra á la mar, para socorrerse de los navios de las cosas que necesitasen, y que iba consumiendo el tiempo. Todo era proseguir la nueva poblacion, sin recelarse como debieran, del mal semblante que mostraban los Indios.

Por las noticias y mapa, que de la tierra tenia el adelantado, entendieron los españoles que en la provincia de Bakhalal (Bak Halal), que llamaban los Indios de Vaymil (Uaymil) y Chetemal (Chactemal), habria minas de oro, porque en lo que habian visto, ni aun señales de ello habia, cosa que desanimo mucho á los conquistadores. Para verlo y buscarlo, y traer los Indios á la amistad de los españoles; determinó el Adelantado fuese con algunos el capitan Alonso Dávila, contador real, y poblase una Villa de españoles en un parage llamado Tulma (Tulum?), y con nombre comun á toda aquella provincia, nombraban Cochvá (Coch Uah). Salió para allá el capitan Alonso Dávila con cincuenta infantes y diez y seis caballos, y en su compañia un Francisco Vazquez, que tenia gran conocimiento de minas, y á quien prometió el Adelantado trescientos ducados, si descubria muestras de oro en aquella provincia. Habiendo llegado á Tulma (Tulum?), con algunos encuentros de los Indios, que no se detenian mas de lo forzoso, por no perder tiempo, hallaron el sitio de mala disposicion para fundar en él, muy montuoso, y cerrado todo de pedregales, donde si los Indios se alteraban, no podian valerse bien de los caballos á que ya tenian mas atencion, considerando los que les habian muerto en la batalla de Aké (Ake). Por esta causa resolvieron pasar <89> á un pueblo, llamado Chablé (Chable) (que es ahora despoblado) y era uno de los que entendian tener oro.

Recibió el cacique de Chablé (Chable) de paz á los castellanos, y por muchas diligencias que se hicieron y diversas catas en la tierra, no se halló oro alguno. Entendióse lo hubiera en el pueblo de Chetemal (Chactemal), y el contador Alonso Dávila envio á llamar al cacique de aquel pueblo con el de Chablé (Chable), para informarse dél, y que diese algun bastimento para los españoles, ó saber si habia oro en algun pueblo de su señorio, porque entendieron lo habia en uno llamado Bakhalál (Bak Halal) que era su distrito. La respuesta que trajo el cacique de Chablé (Chable), fué decir, que el de Chetemal (Chactemal) no habia hecho caso de lo que habia enviado á decir, y que habia respondido claramente, que no queria venir. Que las gallinas que pedia, las daria en las lanzas, y maiz en las flechas, que aguardando estaba de guerra, y con ánimo de pelear. Porque no fuese ocasion la respuesta de este cacique de Chetemal (Chactemal), para que los Indios que estaban amigos, cobrasen algun aliento contra los españoles y se alborotasen; les pareció ir á castigar aquella osadia. Fué el capitan Alonso Dávila personalmente con veinte y cinco infantes, y ocho caballos, y algunos caciques que se le habian dado por amigos. El camino era muy trabajoso, por los pantanos, y lagunas que habia, y asi dijeron los caciques, era mejor ir en canoas la gente, pues se podia. Llegaron á otro pueblo de la costa, donde se volvieron á embarcar, y finalmente salieron al pueblo de Chetemal (Chactemal), que hallaron desamparado de los Indios, aunque su cacique habia dado tan resoluta respuesta.

 

CAPITULO VII.

Pueblan los españoles la Villa real: alzánse los Indios,

y lo que sucedia con los de Chichen Ytzá.

El asiento del pueblo de Chetemal (Chactemal) pareció mas á propósito para poblar en él asi por las buenas sementeras, y frutales, como por mas seguro para cualquier suceso, que con los Indios se ofreciese, de todos cuantos habian visto en aquella provincia, y asi determinaron hacer la poblacion en él. Avisaron desde alli á los compañeros, que habian quedado en Chablé (Chable), y á los Indios amigos, y de servicio que alli habian dejado, y venidos fundaron una Villa, á quien dieron nombre de Villa Real. Habia desamparado su pueblo el cacique de Chetemal (Chactemal), con ánimo de juntarse con otro comarcano, á quien persuadió, que ellos, y otros amigos suyos fuesen de guerra contra los españoles, que aunque tenian consigo Indios amigos, todos eran pocos, respecto del crecido número que ellos confederados juntarian. No se le ocultó al capitan Alonso Dávila la trama que trataban los caciques, porque con gran solicitud inquirió, donde hubiese ido el cacique <90> de Chetemal, para darle una buena mano en pago de su atrevimiento. Tardó con todo esto mas de dos meses en saber con certidumbre donde estaba; pero teniendo noticia del parage, determinó ir contra él, sin aguardar á que fuese el agresor el cacique y con esto cobrase orgullo, y los Indios alientos. Aun no se habian juntado, cuando salió á buscarle con cinco caballos, y veinte y cinco españoles, y á cuatro leguas dió con él, que estaba alojado, y hecho para su defensa un fuerte de muy grandes palizadas. Acometióle Alonso Dávila con los Indios amigos, que llevaba, y sus españoles; y aunque resistieron los que allí habia de Chetemal algun tanto no pudieron sufrir mucho tiempo las heridas de las armas españolas, y desbaratándose, se pusieron en fuga, si bien los nuestros cogieron algunos prisioneros, con quien dieron la vuelta á la nueva Villa Real.

No habia dado cuenta Alonso Dávila al Adelantado de lo que le pasaba, y ahora determinó darla de lo sucedido hasta este punto. Parecióle, que la tierra donde habia pasado, no estaba muy alborotada, y que serian suficientes tres hombres de á caballo, y tres buenos ballesteros, para que llevasen la nueva, y asi los despachó con término de sesenta dias para traer la respuesta. Estos salieron pero á trece leguas de alli los mataron los Indios, que ya estaban revelados, como despues les dijo un indio de Chablé á los castellanos. Estaban al mismo tiempo los que con el Adelantado habian quedado en Chichen Ytzá, con deseo grande de saber, que les hubiese sucedido, como desde que salieron no habia tenido nueva de ellos, y recelaban por esto algun grave daño. Aumentóles este cuidado ver á los Indios de su comarca que iban manifestando á las claras la mala voluntad que les tenian, y lo mucho que sentian la sujecion de los españoles. En muchas partes negaron los bastimentos á sus encomenderos, y se pusieron en arma para defenderse si con ellas iban á pedirlo. El Adelantado procuraba con industria apaciguarlos, y componerlos, y descubrir los mas secretos de la tierra que podia, por medio de los Indios amigos, informándose donde hubiese minas, aunque ninguna fué hallada. Cada dia iban sintiendo mas la falta de socorro de las cosas que habian traido de Castilla y el poco acuerdo que habian tenido, como se habian de proveer dellas dé los navios, porque estaban algo la tierra adentro, y no era muy fácil por las poblaciones que habia hasta la costa de la mar, y advertianlo los Indios, que en cuanto miraba á su libertad, que pretendian, no descuidaban punto.

Conocida la necesidad de los. españoles, ya no se contentaban los Indios con negar el tributo, y provision de bastimentos; pero se atrevian á darles algunos rebatos, ocasionando cada dia encuentros, y escaramuzas bien pesadas para ambas partes. Sucedió en una, que uno de los soldados ballesteros, muy diestro, molestaba en gran manera á los Indios. Uno de estos, que tambien era diestro en disparar el arco, al disimulo buscaba ocasion para flecharle, <91> y todos le solicitaban la muerte, como á quien tanto daño les hacia; pero conociéndolo él se guardaba. Fingió el indio estár descuidado, para asegurar el ballestero y este entendiendo era el descuido verdadero, le disparó una jara de la ballesta. Como en el indio la disimulacion no era falta de cuidado, al punto que le encaró la ballesta, armó el arco, y disparó un flechaso, que aunque hirió al ballestero en un brazo habiendo salido ántes la jara del castellano, se halló el indio herido en los pechos, y atravesada la mano del encarar. Era tanta la soberbia de este indio, que viéndose herido tan mal, porque no se dijese que moria á manos de aquel español, se apartó de alli, y á vista de los suyos se ahorcó con un bejuco. Diversos lances sucedian, y ya los españoles se hallaban necesitados de atemorizar á los Indios en todas las ocasiones, que la suerte les ofreciese comodidad para ello, pues por otra via no aprovechaba para atraerlos á sujecion y obediencia. Habiánse apartado á una rancheria escondida en los montes algunas Indias con sus hijuelos y dos Indios padre y hijo, que debian de ser principales, y alli les pareció estaria segura aquella gente de los encuentros que cada dia acaecian. No les valió este retiro, porque teniendo noticia de ellos los españoles, salieron algunos en busca de la rancheria, pero hallaron una tropa de Indios prevenidos con sus armas, que antes de llegarse á ella le servia de guarda. Luego que sintieron á los españoles, hicieron seña para que las mugeres y muchachos pusiesen en salvo sus personas, escondiéndose por el monte, y ellos aguardaron á los españoles con sus lanzas y rodelas, para dar á los suyos tiempo de hacer la fuga. Pelearon valerosamente, hasta que les pareció ya estarian seguros, y como su intento no habia sido mas que esto; luego comenzaron á huir, escondiéndose por el monte y dejaron solos á los españoles, que no los quisieron seguir, por el poco fruto que de ello habian de tener y riesgo grande á que se ponian de perderse, por las espesuras de los montes, y aun por si era engaño, para cogerlos en alguna celada; y asi volvieron á Chichen Ytzá cansados y sin presa.

No lo pasaba mejor el capitan Alonso Dávila y su gente en Chetemal, y habiendo despachado los seis españoles que se dijo, para dar cuenta al Adelantado de como habia poblado alli y no en Tulma, y la causa que para ello habia tenido; quince dias despues acordó de ir á un pueblo que se llamaba Mazanahó, por donde habian de haber pasado, y ver si aquellos Indios intentaban alguna novedad. Para esto escogió veinte soldados que fuesen en su compañia, dejando los otros para guarda de la Villa Real. Salió de ella para Mazanahó, y esperimentó no haber sido vano su recelo, porque halló las veredas que servian de caminos, cerradas, señal cierta de estar alzados los indios. Dióle cuidado esta novedad; pero talando el monte para salir á camino por donde ir al pueblo, hallaron un indio <92> (que lo tuvieron á dicha) de quien se informaron de lo que pasaba. Pudiera ser peligraran, siendo tan pocos, á no dar con él, porque les dijo la mucha prevencion, reparos, y Indios de guerra, con que los del pueblo estaban por la parte que iban. Habiánse juntado otros comarcanos para ayudarlos, y hecho grandes albarradas, y palizadas muy fuertes para asegurar la entrada del pueblo, y que estaban esperando de guerra á los españoles, decian para matarlos, pues eran tan pocos y ellos tantos. A esta resuelta determinacion, pareció vencer con industria, pues la fuerza en aquella ocasion notoriamente era peligrosa; y asi guiados del Indio por el monte, con mucho trabajo, y aun recelo de ser sentidos de los que guardaban el camino, rodearon, y cogieron por la parte contraria la entrada del pueblo. Como por alli no recelaban los Indios daño alguno, ninguno la guardaba, y asi sin riesgo entraron los nuestros el pueblo. Como cogieron á los Indios inopinadamente, y los vieron ya dentro dél, no hicieron movimiento alguno, antes procuraron dar á entender á Alonso Dávila le recibian de paz. Como ya sabia la fortificacion, que á la otra entrada tenian hecha, se fué con disimulo hácia ella, y preguntó á los Indios, para que la habian hecho. Dieron sus escusas, aunque frivolas, y Alonso Dávila les dió á entender que las creia; pero dijoles, que la deshiciesen, pues no habia para que fuese, si estaban de paz como decian y que sino lo estaban, advirtiesen les haria guerra hasta consumirlos. Con esto entendió atemorizarlos, y no hizo castigo alguno por el rebelion intentado, aunque le constaba, y por dejarlos mas aficionados con la clemencia, y asegurar el paso para la vuelta de los que habia enviado al Adelantado, que aun no sabia eran muertos.

Dejando á los Indios con esta advertencia, salieron para Chable distante de alli siete leguas, y pasaron por un pueblo, que hallaron pacifico, y los recibió bien, ofreciendo provision de bastimentos, para la nueva Villa que habian fundado. Antes de llegar á Chablé, descubrieron unas fuertes trincheras y á los Indios de guerra que las guardaban. La entrada estaba rodeada de monte muy cerrado y cienega, que casi les imposibilitaba llegar al pueblo; pero socorriólos Dios antes de llegar cerca de la cerca, con encontrar un indio, que los guió de suerte, que cogiendo por el monte la vuelta al pueblo, entraron en él á tiempo, que ya los Indios le habian desamparado sin quedar en él persona viviente. Detuviéronse alli cuatro dias, en que enviaron á decir á los Indios del pueblo, volviesen á sus casas, que no venian á hacerles daño alguno; pero ellos ó ya por el temor, ó por estar resueltos á no vivir en compañia de españoles, se estuvieron sin venir por entónces. Asegurados mas de sus recelos, y á persuaciones de el contador Alonso Dávila, vinieron despues, y él solamente los reprehendió de palabra y emenazó como á los de el otro pueblo, si no se sosegaban, procurando <93> atraerlos con medios suaves. Aqui fué, donde hablando un indio del pueblo, con otro de los que llevaban los españoles en su compañia, le dijo, como los castellanos que habian ido en busca del Adelantado, eran muertos, y el indio se lo dijo á Alonso Dávila. Con el sentimiento que se deja entender, quedó cuando lo oyó y juzgó ser verdad, por haber hallado tan alterados á los Indios; pero con todo eso esperó el término de los sesenta dias que les asignó para la vuelta.

Volvióse á la Villa Real á aguardarlos, y viendo que pasado el término no venian, determinó ir por el camino, que habian de haber ido con veinte y dos hombres, tres caballos, para tener mas cierta noticia de si eran muertos, y siéndolo ó no sabiendo de ellos llegar donde estaba el Adelantado. Con esta determinacion, habiendo llegado á Bakhalál, algunos principales le dijeron, que si queria escusar el camino, y escribir al Adelantado; ellos le despacharian las cartas, y dentro de un mes le traerian respuesta. Creyólos y dióselas, pero nunca las trajeron, que apenas le trataban palabra de verdad, sino todo simulaciones, y engaños (maña que hoy les dura.) Estas cartas dice Herrera, que se ofrecieron de llevar los Indios al Adelantado á Campeche. ¿Cómo pudo ser, que le escribiese á Campeche, tan distante de donde le dejó, sin haber sabido del Adelantado, desde que salió de Chichen Ytzá, donde se estaban cuando esto sucedia? Mucho confundió las relaciones, quien las escribió: gran daño para una Historia, y que no pudo evitar el autor de ella. Viendo Alonso Dávila los Indios tan cabilosos, resolvió dar guerra á los de Cochvá, por ser los mas inquietos, y aun me parece, por haber sido ocasion de las muertes de los españoles mensageros, y los caciques de la provincia de Vaymil, se ofrecieron de ayudarle en ella. Para hacer viaje pasaron por el pueblo de Chablé, y para que los Indios de él les ayudasen en aquella guerra; pero ellos entónces se declararon, y no quisieron, aunque antes lo habian prometido. Dudosos estuvieron, si castigarian primero aquel engaño, y burla que parecia hacian los de Chablé de los españoles; pero como su principal intento se ordenaba á saber del Adelantado, para cuyo fin era todo aquel movimiento; resolvieron seguir su camino, y disimular hasta tener ocasion mas oportuna. Para haber de entrar en el primero pueblo de la provincia de Cochvá, descubrieron los corredores, que iban por delante un foso fortificado con trinchera, y prevenida la gente de la tierra contra ellos, y en este parage desampararon á los españoles los caciques y Indios, que se habian fingido amigos. No fué tan á su salvo la fuga, que los soldados españoles conocida la traicion, no prendiesen á dos de los caciques, y con el enojo mataron al uno. El otro viendo á su compañero muerto, y tan cierto el peligro de su vida, se abrazó con el contador Alonso Dávila, por cuyo respeto no se la quitaron. Halláronse los <94> españoles imposibilitados de entrar el pueblo, por la gran fortificacion con que estaba, y la mucha gente que la defendia, y asi tomaron otra resolucion, que se dice en el capítulo siguiente.

COGOLLUD.TM1 Continued
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