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David Bolles
 

Combined Dictionary-Concordance of the Yucatecan Mayan Language

CAPITULO VIII.

De lo que sucedia á Alonso Dávila en Bakhalál, y una gran

batalla que tuvieron los de Chichen Ytzá.

Valiéronse los españoles de lo que en las otras ocasiones les habia aprovechado, y hallaron por el monte un buen paso, por donde cogieron la otra parte contraria de el pueblo. Ya los Indios con las pasadas estaban con mas cuidado, y asi recurrieron á la defensa por aquella parte; pero como no tenia tanto impedimento, cerraron los españoles con ellos valerosamente. Necesitaban bien de sus fuerzas y destreza, aunque fueran muchos mas en número por el grande de Indios, que se habia juntado. Pelearon con todo esfuerzo los castellanos, y aunque fueron heridos tres, de los cuales murió el uno; fué Dios servido ahuyentasen aquella multitud de idólatras infieles, que parece cosa milagrosa haber prevalecido contra tantos, y hecho incomparable daño en ella, porque se dice haberse juntado con los que desampararon á los españoles mas de tres mil Indios. Habida esta victoria, llegaron dos soldados, que se habian quedado atrás, llamado Treviño y Villoria. con uno de los caciques huidos, á quien traian prisionero. Este viendo á los nuestros resueltos de proseguir el camino comenzado, los certificó iban por él en manifiesto riesgo de su perdicion, y por su consejo llevándole por guia y á buen recaudo, escogieron otro camino. Llegaron á un pueblo que hallaron sin gente, y la necesidad de los dos heridos, los obligó á estar alli dos dias, para que se reparasen. Pasaron á otro pueblo grande que hallaron fortalecido, como el antecedente, y aunque pelearon mucho con los Indios, no pudieron entrarle; antes bien heridos once castellanos, se hubieron de retirar al pueblo de donde habian salido. Los Indios los siguieron mucho trecho, haciéndoles cuanta molestia podian, aunque viendo el camino que seguian los dejaron, presumiendo, que los otros Indios de por alli, como todos estaban alzados, los consumirian, siendo tan pocos, cansados de tantos trabajos y faltos de bastimentos.

Conociendo Alonso Dávila el peligro tan urgente en que se hallaba, y la dificultad grande que habia para seguir su intento ; mudó de parecer, determinando dar la vuelta á Villa Real, que aunque en esto habia dificultad, no era tanta como ir á ver al Adelantado. Valióse para volver del cacique, á quien por abrazarse con él, no mataron los otros soldados, y con halagos y amenazas que le hizo: aunque por malos caminos los guió sin tocar en el pueblo, de donde se habian retirado. <95> En algunos pasos encontraban Indios de guerra, pero no peleaban con los españoles, y asi dieron vuelta hasta el pueblo de Chable. Estaban sus moradores bien descuidados de que tal pudiera sucederles, y asi viendo á los nuestros se huyeron. Alli se hallaron algunas canoas, con que poder pasar unas lagunas, que lo tuvieron á particular merced de Dios, y llegaron á su nueva poblacion de Villa Real, dándole muchas gracias cuando se vieron juntos con los otros compañeros, y de que los hubiese librado de tantos peligros.

No hallando como saber del Adelantado, ni órden para darle noticia de los trabajos sucedidos, les pareció que preso alguno de los caciques ó señores de por allí, dispondria como se llevasen cartas en que darle noticia de todo. Dice Herrera, que andando en esto un Martin de Villarubia, cogió unas canoas que estaban en el rio con mercaderias, para pasar á Ulúa; y en ellas cogieron algunos principales, y con ellos un hijo del señor de Tepaén, con quien pasó lo que luego se dirá. Pero antes reparo, en que ¿cómo podian ser estas canoas, para pasar á Ulúa, donde ya estaba la Vera-Cruz, y era necesario dar vuelta por la mar á todo este reino para ello, ni que contratacion podian tener allá estos infieles? por donde juzgo, que no serian, sino para ir hácia lo de Honduras, y aquel pedazo que cae hácia acá, que no estaba aun sujetado por los españoles. Cogido aquel mancebo entre los otros Indios, pareció llamar su padre, y ofreciéndole, si enviaba las cartas y traian respuesta, que no solamente darian libertad al hijo, pero que volverian todo lo que se halló en las canoas; aceptó el partido, con término de treinta dias, que para ello le dieron. Cumplióse y no viniendo la respuesta, fué llamado el padre del presa y preguntándole la causa, respondió, que los Indios de guerra habian muerto los mensageros. Pareció mentira á Alonso Dávila la respuesta, y puso en el tormento al indio y sus compañeros, que confesaron, como las cartas no habian ido, y que las tenian guardadas, presumiendo, que cansados de esperar soltarian los presos. Por ver como les salia, trocaron de suerte, que quedase el padre preso, y el hijo llevase las cartas con el mismo término, pero no solo no lo cumplió, mas viendo que ya era pasado, supo Alonso Dávila que los Indios procuraban hurtar las canoas, que las cartas no habian ido y que se juntaban Indios de guerra para venir sobre Villa Real. Para esperarlos se previno de bastimentos y envió á Francisco Vazquez con siete canoas por maiz, y Villarubia salió con otras diez, que despues llegaron. Juntóse con las otras, y fueron en seguimiento de unas diez y nueve canoas en que habian visto muchos Indios, y adelantándose una de las nuestras, la dieron tal carga de flechas, que mataron dos castellanos, y á no llegar los compañeros murieran todos. Salidos de aquella, buscaron algun bastimento, con que volvieron á la Villa, donde cada dia esperaban el acometimiento <96> de los Indios, aunque con alguna confianza de valerse contra ellos, por ser el sitio á propósito, para aprovecharse de los caballos. No estaban con menores cuidados el Adelantado y su gente en la poblacion de Chichen Ytzá, que Alonso Dávila y los suyos en la de Villa Real; porque si á estos los hallamos recogidos en ella, aguardando cada dia el asalto de los Indios convocados: esotros por instantes andaban con las armas en las manos por las continuas alteraciones con que los de Chichen Ytzá, y sus comarcas los molestaban. Hacia mucha falta al Adelantado Alonso Dávila y su gente, que no parece acertó en fundar aquella poblacion con tanta presteza, porque tan separados no podian favorecerse unos á otros. Necesitaban grandemente de socorro, porque los soldados poco á poco iban faltando con las continuas escaramuzas, que con los Indios tenian, y de ninguna parte les venia socorro de gente, caballos, municiones, ropa y otros pertrechos.

Como los Indios reparaban mas cada dia la falta que de todo esto tenian los españoles, con deseo de echarlos de esta fierra ó acabarlos: totalmente les negaron los bastimentos, sin acudirles con cosa alguna para su sustento, que no fué la menor guerra, no pudiéndolo haber de fuera. Viéronse necesitados los españoles de Chichen Ytzá, de buscar la comida con las armas, porque de otra suerte ya no la tenian. Los Indios no perdian ocasion: por una parte tocaban arma contra los que quedaban en lo poblado; por otra daban sobre los que salian á buscar bastimentos, con tanto corage, que á los unos y á los otros ponian en cuidado. Los que traian el bastimento temian perderlo, si querian socorrer á los que estaban en poblado y estos que los Indios les ganasen la poblacion si salian á defender á los compañeros: siendo ya todos tan pocos, que para cada cosa de las dos eran bien necesarios los que habia, siendo los Indios tantos. Llegaron á este aprieto de haberles de costar su sangre, si habian de comer, y lo que mas gusto daba á los Indios, era que saliesen á diversas partes por cuadrillas á buscarlo; que aunque era con el mayor secreto que podian, no para ocultárseles, que luego iban sobre ellos, y les daban bien en que entender. Entre los demás que hacian estas salidas, leí en sus probanzas, ser uno Juan de Cárdenas, y otro Blas Gonzales. Necesario fué en tan estremado peligro, que el Adelantado fuese persona de gran corazon y ánimo, y se gobernase con singular prudencia, cual tuvo en tan miserable estado, para que no pereciesen desesperados de todo favor humano. Animaba á los suyos con dádivas de lo que tenia, y promesas para lo futuro, siendo Dios servido de mejorar el estado presente, porque todos estaban disgustados, no esperando hallar oro, plata, ni otras riquezas, con que descansar, cuando hubiesen sujetado la tierra, y de presente vian desdichas, trabajos y muertes de sus compañeros; la multitud de los Indios y la ferocidad de sus ánimos, no esperimentada tan grande en otros hasta entónces. <97>

Por esta ocasion dice Herrera, que viéndose el Adelantado Montejo tan desvalido y apretado, sin noticia en muchos meses del contador Alonso Dávila y su gente, pidió socorro á los castellanos de Tabasco, que estaban en nuestra Señora de la Vitoria, y le enviaron veinte soldados. Esto no pudo suceder en este tiempo; porque despues de la batalla que se dirá luego, y haber ido el Adelantado á Nueva España á buscar socorro de gente y otras cosas, y dejado á su hijo, que conservase el puerto de Campeche; sujetó á los Indios de Tabasco, que estaban alzados, y pobló la Villa de la Vitoria, como consta de la ejecutoria del Adelantado, y convienen en esto muchas probanzas de conquistadores que he visto y leido. Cuando vinieron estos veinte hombres, que fué mucho despues, se dice adelante.

Con última resolucion determinaron los Indios, ó acabar con los españoles de Chichen Ytzá, ó hacerles dejar la tierra. Para esto convocaron lo mas de toda ella, con que el gentío que se juntó fué grandísimo: los Indios que los capitaneaban briosos, y de natural orgulloso, y asi fiados en la multitud, cercaron á los españoles, que por ninguna parte podian valerse, ni ser ayudados. Fué casi sumo el aprieto en que se hallaron con este cerco, pereciendo de hambre; y obligados de esta necesidad, habiendo de morir á manos de este lento enemigo; escogieron acabar, como valerosos, peleando en la campaña. Dispuestos para ello, y en la ocasion que juzgaron mas á propósito, salieron á dar batalla á los Indios. Como estos lo deseaban tanto, tuvieron á dicha la salida de los nuestros, porque aun no se atrevian á acometerlos en su fortificacion. Trabóse una de las peligrosas batallas, que los españoles han tenido en estos reinos; porque aunque á su esfuerzo se aumentó pelear por las vidas, que ya vian en la última desesperacion de conservarlas de otra suerte; los Indios tambien peleaban, por quedar señores de su tierra, y en la libertad que pretendian, con ganar la victoria. Gran daño recibian de las armas españolas; pero aunque morian muchos en la batalla, como el gentío era tan grande, muchos mas escuadrones de nuevo ponian en su lugar por instantes, con que por todas partes fatigaban á los yá cansados españoles. La multitud por último hizo grande estrago en los nuestras, y conocida por el Adelantado, dió señal de retirarse con buen órden, para conservar los españoles que le quedaban. Recogidos á su fortificacion, hallaron haber muerto aquel dia á manos de los Indios ciento y cincuenta de aquellos primeros conquistadores; casi los restantes todos heridos, y algunos caballos muertos; gran falta, siendo los demas tan pocos, y para todos miserable ruina, solo tuvieron de felicidad, no acometerlos los Indios en su retiro siguiendo la victoria, porque sin duda entónces acabaron con ellos; pero fué Dios servido se contentasen con lo sucedido porque no perecieran todos miserablemente.

No se refiere causa particular en las Historias, mas que la mala <98> voluntad que tenian á los españoles, y deseo de no estarles sujetos, para tan gran confederacion y liga, como en esta ocasion se hizo contra ellos; pero en una relacion antigua, que por mayor dá razon de las cosas de la conquista; halló, que fué haber muerto los españoles á un cacique por una traicion, que sucedió en esta forma. Antes que de todo punto se declarasen los Indios con los españoles, andaba entre ellos un cacique, llamado Cupul, de quien no se recelaban, teniéndole por amigo. Era ficcion en el indio la voluntad que manifestaba; y asi en una ocasion, habiéndose vuelto de rostro el Adelantado para una necesidad ordinaria; su espada estaba arrimada á un rincon, y este cacique con toda presteza la sacó de la vaina, y iba á matar con ella al Adelantado, que mal se defenderia, estando vueltas las espaldas. Fué Dios servido, que en la ocasion salió un conquistador, que en la relacion se dice era Blas Gonzales, y sacando su espada, llegó al indio á tan buen tiempo, que antes que ejecutase el golpe, le cortó el brazo en que tenia la del Adelantado, antes que él volviese el rostro. Acudieron otros soldados al ruido, y en breve dieron la muerte al indio, con que los demas se alteraron, y hubo entónces una razonable refriega; pero aunque ella se sosegó, no las voluntades, porque desde entónces dice, que comenzaron á negar los bastimentos y á desaparecerse, hasta suceder lo referido.

 

CAPITULO IX.

Desamparan los españoles las dos poblaciones,

que habian fundado en Yucatan.

Era imposible conservar mas la poblacion de Chichen Ytzá con el mal suceso de aquel dia. y aun casi reputaban por tal, salir della con vida hácia la costa á buscar sus navios para embarcarse. El discurso se aviva con la necesidad al ojo, y ocasiona remedios para los mayores aprietos, como se vió en este, que se hallaban los españoles. Habiendo una noche descuidado á los Indios, ataron un perro hambriento á la lengua de una campana, y le pusieron en distancia, que el olor le llegase, y no alcanzase donde el pan estaba. Aquella tarde, cuya noche tenian resuelto salirse, para desvelar á los Indios, y que los cogiese con algun cansancio, salieron á escaramuzar con ellos, y á buena hora se recogieron á sus estancias. Estaba ya todo prevenido, y con gran silencio desampararon el real, y poblacion, guiando al norte para salir á la mar. EL perro como via que se iban, por irse con ellos tiraba el cordel, y tocaba la campana, despues por alcanzar el pan, hacia lo mismo, con que engañados los Indios, presumiendo que los castellanos tocaban rebato, se estuvieron quedos, previniéndose para el suceso de aquella seña. Caminaban los nuestros á buen paso en el interin, para salir á la costa, y <99> ya poco antes de amanecer, no sintiendo los Indios rumor alguno, y oyendo, que la campana no cesaba, lo tuvieron por novedad, y como cosa no acostumbrada, obligó á los capitanes de los Indios á acercarse á la poblacion de los españoles, la cual reconocieron despoblada.

Grande enojo recibieron los indios con esta burla, porque tenian por cierto, no podian salir de allí los españoles con vida pero la industria prevaleció á la fuerza, y ellos quedaron alegres, teniéndose ya por victoriosos contra ellos, y fueron siguiéndolos por diversas partes. Las tropas que acertaron á coger el camino que los españoles llevaban, alcanzaron la retroguarda, á quien decian palabras injuriosas con mil afrentas (cosa que aun hoy hacen, en viéndose como se dice, en la suya) con palabras bien súcias (de que no tienen pequeña copia en su idioma, con que motejar, asi á varones como á mugeres.) Enfadados los españoles, quisieran hacerles rostros, y algun daño por despedida; pero D. Francisco el hijo del Adelantado, que iba con ellos: capitan, aunque mancebo, prudente, y considerado, los detuvo diciendo, que aquella era ocasion en que solo convenia conservar las vidas sin atender á la insolencia con que aquellos bárbaros los ultrajaban con las lenguas. Fué tal la perseverancia con que iban contra los nuestros, que hubo de mandar D. Francisco, que seis hombres de á caballo, se ocultasen en parte, donde dejando pasar alguna tropa de Indios, saliesen á ellos, y los alcanzasen, que era lo que mas temian. Hallóse lugar á propósito, para poderse valer de los caballos, y cuando les pareció tiempo, dieron en los Indios, alanzeando muchos. Perturbó su orgullo esta salida, como los temian tanto; pero muchos Indios hubo, qué con valor resistieron este encuentro, y tal, que andando corriendo uno de los castellanos á media rienda, le cogió el caballo por una pierna, y le detuvo, como si fuera un carnero; accion que la refiere Herrera en su História general, con lo demás de este capítulo. Quedaron tan amedrentados los Indios con el estrago que los de acaballo hacian en ellos, que cesaron de seguir á los nuestros, y pudieron proseguir, sin aquel enfado su viaje.

Grandísima diversidad hallo en todos los escritos, que refieren los sucesos del Adelantado y sus españoles, desde este dia. El bachiller Valencia dice en su relacion: "Que habiendo ido siguiendo el norte para salir á la mar, fué Dios servido de sacarlos á unas llanadas y lagunas, que llaman de Tabuzoz, (Buctzotz) y de alli pasaron al puerto de Dzilám, en donde viéndose destrozados y fatigados con las refriegas pasadas, y con la falta de bastimentos, y sobra de otras muchas necesidades, habiendo durado esta entrada casi dos años; por el fin del año de mil y quinientos y veinte y nueve, se embarcaron, llevando la derrota para la Isla de Sacrificios y puerto de S. Juan de Ulúa." La salida de los españoles de esta tierra, la pone muy diferente <100> Herrera en su História general, porque dice; "Que despues que despoblaron á Chichen Ytzá, habiéndolos recogido el Señor de Dzilám en su pueblo, como los Cheles eran amigos de los castellanos, de quien no habian recibido enojo, los dejaban estar, y asi se entretuvieron pocos meses; pero que viendo, que no tenian remedio de proveerse de gente, ni de las cosas de Castilla que habian menester para la conquista: convidados de las riquezas del Pirú, y temerosos de los Indios, que querian acometerlos, acordaron de desamparar del todo la tierra. Pero que era forzoso ir á Campeche, distante cuarenta leguas de Dzilám, y que el señor de este pueblo, llamado Anamux Chel (Ah Na Mux Chel), y dos mancebos hijos del señor de Yobain, los acompañaron hasta Campeche, por el peligro grande que habia en tanto camino, y tan poblado de Indios enemigos. Y que habiendo llegado á Campeche sin trabajo, fué bien recibido el Adelantado, y despidió á los señores Cheles, que volvieron á su tierra. Que estuvo en Campeche algunos dias, desde donde se fueron él y su gente á la Nueva España, y el Adelantado pasó á Méjico, adonde algunos años estuvo solicitando la vuelta de su conquista, &c." Esta salida la pone por el año de treinta y uno, diferenciando casi dos de lo que dice Valencia. Otra relacion antigua, que ya he dicho, tengo en mi poder, dice, que este viaje no fué por tierra, sino embarcados desde Dzilám (Dzilam), si bien dice fueron á dar á Champoton por estas palabras: "Que entrando en acuerdo los conquistadores, le tuvieron sobre ser error, proseguir la conquista con la declarada y mala fortuna, que les perseguia con tan gran pension, donde tenian tan cierta y cerca la muerte, sin ningun provecho para buscar nueva gente, y ocasion, y puerto mas seguro. Que el Adelantado por no ser culpado de temerario,los mandó embarcar, y se vinieron costeando por los puertos de Zizal (Sisal). Desconocida Campeche, sin entrar en ellos hasta Champoton, donde de nuevo procuraron hacer la conquista." Esto parece mas conforme á lo cierto, porque el viaje á Campeche por tierra era peligrosísimo, y los señores Cheles no eran poderosos, para llevarlo sin trabajo, habiendo en él tanta multitud de Indios enemigos, no solo de los españoles, pero aun de los mismos Cheles. En las probanzas de Blas Gonzalez se dice: "Que despoblado el sitio de Chichen Ytzá, el hijo de D. Francisco el Adelantado, llamado asi tambien, fué en busca de su padre al sitio de Tihoó, donde habia bajado, y que juntos padre, y hijo, se fueron á Cilám (Dzilam), donde pasaron muchas necesidades y peligros. Que poblaron en aquel puerto una ciudad (aunque no se dice el nombre) en la cual dejó el Adelantado á su hijo por capitan general, y de alli por estar en playa, se le huian los españoles con la fama de las riquezas del Pirú, y que viendo esto y que los Indios andaban como alzados, se fué con su padre Campeche, donde tambien se huian, con que no pudo permanecer, y se fué el Adelantado." De los escritos del obispo <101> D. Fr. Bartolomé de las Casas, consta, que desde que vino de España el Adelantado á esta conquista, tuvo siete años de guerras continuadas con los Indios, y Herrera dice despues en la quinta Decada, que por el año de treinta y cinco se estaban el Adelantado y el contador Alonso Dávila en Salamanca, y que entónces desamparó la gobernacion y se fué á Méjico.

En tanta diversidad, tengo por mas cierto, que los señores Cheles pudieron asegurar al Adelantado hasta Tihoó, donde despues de haber llegado juntos padre y hijo á Dzilám, pudo haber ido, y despues volviendo á Dzilám, dejar al hijo allí, y ir él primero á Campeche por la mar que era mas fácil; porque alli fué donde permanecieron por lo menos hasta el año de treinta y cuatro, sin desamparar á Yucatan, aunque el Adelantado solicitaba socorros de la Nueva España, donde fué quedando su gente en Campeche, como mas claramente se vee en las probanzas de Gonzalo Nieto que siempre le acompañó, y por lo que en las de Blas Gonzalez está probado, sucedió en Campeche, que aunque hubo poca curiosidad en asignar el año de los sucesos, forzosamente fué antes de desamparar á Yucatan, y quedar como cosa perdida esta conquista. Ya veo que causaria algun enfado toda esta narracion; pero hállome necesitado de satisfacer á los escritos que hay en esta tierra, que con la confusion de no haber asignado los años, ocasionan diversas inteligencias y encontradas pláticas. No me ha sido posible ajustar esto como quisiera, y asi vuelvo á la narracion de los sucesos.

Salido el Adelantado con los suyos á la costa de la mar, por las bocas que llaman de Tabuzoz, fué á Campeche por la mar, y llegado á aquel puerto, salió á tierra, solicitando tener quietos á los Indios, con no hacer cosa de que pudiesen recibir enojo; pero tenia ya tan poca gente, que no podia entrar la tierra, ni hacer faccion de importancia; y asi dejando su gente alli, con el mejor recaudo que pudo, fué á la Nueva España, para traer socorro de gente y armas, con que adelantar algo esta conquista.

Dejamos al capitan Alonso Dávila y los suyos en Chetemal, y nueva poblacion de Villa Real, que no lo pasaban con mejores progresos, que el Adelantado tuvo en Chichen Ytzá. Lo que en aquel sitio les sucedió, no he hallado escritos por donde referirlo. Herrera dice, que habiendo estado en Villa Real, hasta el año de mil y quinientos y treinta y dos, padeciendo grandísimos trabajos de hambre y guerra con los naturales, procurando tener alguna nueva del Adelantado, que no sabia hubiese desamparado á Chichen Ytzá, y como la tierra toda estaba de guerra, se hallaba en grandísima confusion y sin fuerzas para sustentarse alli mas. De los cincuenta españoles que habian ido, no eran ya mas de cuarenta, y de los caballos solamente habian quedado cinco. Esto, y desde que estaban en Villa Real, no haber llegado por alli navio alguno á buscarlos <102> les hizo presumir que el Adelantado y los que con él quedaron, eran muertos; y asi trataron de desamparar la Villa, viéndose sin socorro de parte alguna, y que permanecer en ella, era esponerse manifiestamente á perecer sin remedio. Determinaron buscar otro sitio en esta gobernacion, desde donde por estar cerca la de Honduras, por aquella parte pudiesen proveerse de socorro, con que mantenerse contra los Indios rebeldes, miéntras tenian nueva de el Adelantado, y órden suyo de lo que hubiesen de hacer.

El viaje era muy peligroso, pero venciendo dificultades salieron á la costa, donde buscaban sitio á propósito para su intento, pero no le hallaban, por ser la tierra baja y anegadiza. Esto, y habérseles consumido ya las mas de las armas, los hizo mudar intencion, y se hubieron de ir al puerto y Villa de Trujillo en Honduras, con notable miseria y desdicha, porque no tenian que comer y la necesidad les obligaba á salir de las canoas en que iban á tierra, y sustentarse en aquel viaje con frutas silvestres, palmitos y algunos cangrejos. Entendiendo hallar en aquella Villa algun reparo á sus necesidades y socorro para lo de adelante; fué bien al contrario, porque los de Trujillo estaban muy necesitados y descontentos, habiendo mas de tres años que no habia llegado navio alguno á aquel puerto, y con la falta de contratacion, la tenian de armas, ropa y demas cosas de Castilla. Pidieron favor á Andres de Zerezeda, que gobernaba á Trujillo, para volver á buscar al Adelantado en Yucatan, y aunque todos sintieron verlos tan maltratados, y temian la perdida del Adelantado; estando tan faltos como estaban, no pudieron ofrecerles mas socorro que de algunos cabellos y yeguas, si querian comprarselas, porque tambien ellos estaban fabricando un bagel para enviar á las otras Islas por algunas cosas. Tuvose como por cosa de milagro, que en este. tiempo, cuando el nuevo descubrimiento de las riquezas del Pirú, se llevaba tras si á todos; llegasen á Trujillo dos barcos de la Isla de Cuba, en uno de los cuales dice Herrera, que se embarcó Alonso Dávila con la gente de Yucatan y llegó con ella á salvamento á Salamanca (Bak Halal) dos años despues, que se apartó del Adelantado, porque habia tenido noticia, que por entónces estaba alli, donde habiendo llegado supo, como el Adelantado habia perdido la provincia por la terrible guerra de los naturales, como se ha dicho. Si no es que á la poblacion de Chichen Ytzá la nombraron Salamanca, como antes de ahora he dicho, no puede concordar esto, porque la que hoy hay, está en la tierra de Bakhalal, donde habia andado el mismo Alonso Dávila, y se fundó el año de cuarenta y cuatro, y sin duda tuvo este nombre, porque despues de esto se junto con el Adelantado, y llegando á la costa, sabria en ella el suceso con que pasó hácia Campeche á buscarle. <103>

 

CAPITULO X.

Lo que sucedió á los españoles en Yucatan, hasta que totalmente

la despoblaron; yéndose á Tabasco.

Halló el contador Alonso Dávila de vuelta de Trujillo al Adelantado D. Francisco de Montejo en Campeche, y no en otra parte, segun lo que se dice en algunas probanzas de los pocos conquistadores que de aquellos primeros permanecieron, donde se pobló y conservó algun tiempo, y con la venida del contador y su gente, le pareció seria bueno entrar por aquella parte algo en la tierra, y que la catasen, y trajesen noticia de lo que en ella viesen. Envió para esto al contador con cincuenta hombres, y viendo los Indios, que los españoles que quedaban en Campeche, no eran mas de cuarenta de á pie y diez de á caballo, se juntó gran multitud de ellos (que en las probanzas de Blas Gonzalez se dice, eran mas de veinte mil) y dieron en el real de los nuestros, que se vieron en gravisimo peligro. Oyendo el Adelantado el tumulto, salió á caballo por ver si podia apaciguarlos, que estaban divididos en muchos escuadrones, y yendo hácia uno de ellos, que estaba en una cerrezuela, los llamaba á voces, diciéndoles que no fuesen locos, y que era su perdicion lo que hacian, que viniesen de paz, pues no les habian hecho daño alguno, con que tuviesen ocasion para aquel alboroto. Los Indios, que entendian de aquella vez acabar con los nuestros; volvieron adonde oian las voces, y como conocieron que era el Adelantado, sin hacer caso de lo que les decia, se fué á él una gran tropa de ellos, que le cercó. Unos querian quitarle la lanza y otros echaban mano á las riendas del caballo para sujetarle; pero viendo el Adelantado el peligro en que estaba, le apretó las piernas, y con la violencia despidió de junto á si á los que le echaban mano. Asegundaron tantos Indios, que sujetaron al caballo por los pies, otros le tuvieron las riendas y otros le quitaron la lanza. Querian ya sacarle del caballo para llevarle á sacrificar á sus ídolos (como despues dijeron, y que entendian que muerto él se irian los españoles.) De estos se halló el mas cercano Blas Gonzalez, soldado de á caballo, y viendo el peligro en que su general estaba, y el que todos corrian con su muerte; acometió á los Indios alanzeándolos, con tal valor, que abrió camino entre ellos, y pudo llegar á socorrerle, y acudieron otros, con que se pudo librar del todo. Salió el Adelantado con algunas heridas que ya tenia; pero muchas mas el Blas Gonzalez y muy peligrosas: su caballo de tal data, que á poco rato murió, y le habia costado trescientos pesos de oro de minas, y se dice, que nunca le dieron otro en recompensa. Los demás conquistadores, y entre ellos Francisco de Montejo, capitan <104> que era, y sobrino del Adelantado, ponderan la accion por una de las grandes de la conquista, y dicen, que totalmente se perdiera, muriendo en aquella ocasion el Adelantado. Viéndole los Indios recobrado y salvo, en poder de sus españoles, comenzaron á irse unos por una parte y otros por otras, con que fué Dios servido, se sosegase aquel tumulto.

Procurando el Adelantado rehacerse de gente para poder seguir su conquista, porque con la fama de las nuevas riquezas del Pirú, y con la oportunidad del puerto, muchos le dejaban, se determinó á ir á la Nueva España, y en su compañia fué Gonzalo Nieto, el alferez, que cuando salieron á tierra, con su bandera, tomó posesion de ella en nombre del Rey, y por sus buenos servicios era ya capitan para las entradas que se hacian en la tierra. Habia procurado tuviese noticia el Rey del mal suceso de esta conquista, pidiéndole le ocupase en otra de su servicio por acá, porque esta no tenia esperanza de conseguirla, y que mandase juntar la gobernacion de Honduras con la de Yucatan, porque con la gente de una provincia se podia conservar la otra. Aunque el Rey, segun dice Herrera, daba oidos á esta union, por darse por bien servido del Adelantado; no tuvo efecto, porque pertenecia aquello al Adelantado de Guatemala D. Pedro de Alvarado; pero despachóse una cédula real á la audiencia de Méjico, para que le favoreciesen y ayudasen, la cual decia así: "LA REYNA. Presidente y oidores de la Nueva España. Yo soy informada de los trabajos y pérdidas que le han sucedido al Adelantado Francisco de Montejo en la poblacion, que por nuestro servicio fué á hacer á la provincia de Yucatan y Cozumél, de que me he desplacido: asi por estorbo que ha habido, para que los naturales de ella viniesen en conocimiento de nuestra Santa Fé católica, como por el daño que el Adelantado ha recibido, por ser tan buen servidor nuestro, y que las cosas de aquella poblacion estaban ya en buenos términos. Y por lo mucha que el dicho Adelantado nos ha servido, y gastos que en ello ha hecho; tengo voluntad de le mandar favorecer, para que mejor pueda proseguir lo comenzado. Por ende yo vos mando y encargo mucho, que en todo lo que se le ofreciere para aquella conquista, le ayudeis y favorezcais, como á servidor nuestro, para que mejor lo pueda hacer, y servirnos en ella, que por los dichos respetos me hareis en ella mucho placer y servicio. De Ocaña cuatro dias del mes de Abril, de mil quinientos y treinta y un años. YO LA REYNA. Por mandado de su Magestad. Juan de Samano."

Con este favor, y con la renta que el Adelantado tenia en la Nueva España, juntó algunos soldados, y compró navios para venir á proseguir la conquista de Yucatan, previno armas, municiones y lo demas necesario para la guerra. A esta sazon parece habérsele encomendado al Adelantado la pacificacion de los <105> Indios de la provincia de Tabasco que estaban alterados, y habiéndose venido á ella luego; despues su hijo D. Francisco salió de la Vera Cruz con los navios, y pasando por Tabasco, quedó alguna gente can que el Adelantado pacificase aquella tierra, y desde entónces quedó unida al gobierno de Yucatan, como lo ha estado siempre. El capitan Gonzalo Nieto pasó con dos navios á Campeche, con cartas del Adelantado, para llevar á Tabasco toda la gente castellana de Yucatan, porque aquella pacificacion se halló mas dificil que parecia. Ya se vió, cuan belicosos eran los Indios, y en el aprieto que pusieron á D. Hernando Cortés y sus españoles, cuando pasaba á la Nueva España. La poca gente que habia para acudir á ambas, y lo poco que en esta tierra se adelantaba, ocasionó tratase primero el Adelantado de pacificar aquello antes, que proseguir en Yucatan, pues ya todo pertenecia á su gobierno.

Miéntras esto se acabó de efectuar, los españoles que estaban en Campeche, padecian muchos trabajos y falta de sustento, con que casi todos enfermaron, y su capitan Gonzalo Nieto no tenia con que sustentarlos, y los caballos era menester soltarlos á pacer, aunque con peligro de que los matasen los Indios, porque no tenian con que mantenerlos. Llegaron á quedar solos cinco soldados y el capitan, que pudiesen velar y guardar á los demas, y estos buscaban el sustento para todos como podian. En una de estas salidas hirieron al capitan Gonzalo Nieto con una herida, que se tuvo por mortal; pero fué Dios servido sanase de ella, para que fuese tan fiel amigo del Adelantado, que perseveró con él en tan mala fortuna hasta que (como despues se dirá) se consiguió la pacificacion de esta tierra. Hubieron los españoles de desampararla totalmente, aunque con ánimo de volver mas de propósito á su conquista, siendo á la sazon alcalde de Campeche el capitan Nieto, año de mil y quinientos y treinta y cinco (tengo por cierto, que al principio dél) y que fuese este año, lo testifican los testigos de las probanzas de este capitan, respondiendo á la séptima pregunta, en que uno de los testigos llamado Pedro de Ledesma, especifica, que al tiempo que salieron los españoles de Yucatan, era Gonzalo Nieto, alcalde, y como tal hechos sus requirimientos é apercibimientos, é amonestaciones, fué el postrer hombre que se habia embarcado. Estos requirimientos parece haber sido, para que aquella poblacion hecha en nombre del Rey, no se desamparase; pero satisfecho á todo juridícamente, se embarcó para Tabasco con los demas compañeros.

Diferente de esto (que por las probanzas de aquellos primeros conquistadores he podido ajustar) refiere lo sucedido Valencia en su relacion; porque dice, que acabados de salir de Chichen Ytzá, desde el puerto de Dzilam, se fué el Adelantado <106> con sus españoles á San Juan de Ulúa el año de veinte y nueve, y el siguiente volvió guarnecido de valientes soldados, y hizo asiento en Champoton, de donde no pasó en mas de cuatro por la resistencia de los Indios, y de alli envió cien hombres á Tabasco, con que se pacificó aquello, aunque despues se revelaron de modo, que obligados con ello se retiraron á Chanpoton con el Adelantado, que hallándose por el año de treinta y tres con este aprieto, vino su hijo con nuevos soldados, y ambos á dos entraron hácia Kimpéch (Ah Kin Pech) (que por este nombre ó á lo menos por su sonido, le pusieron despues Campeche) hallando la misma resistencia en los Indios. Alli en una refriega sucedió coger los Indios al Adelantado, y que en memoria de esto, y por tener guardado aquel puerto para los navios, fundaron alli una Villa, que intitularon la Villa y puerto de San Francisco de Campeche. Alli dice gastaron tres años, hasta el de treinta y seis, en cuya sazon al Adelantado se le ofreció ir á Nueva España á cosas de el servicio de su Magestad, y tratar de la nueva conquista de Honduras, y para hacer este viaje, sostituyó la capitulacion en su hijo D. Francisco, con Título de capitan general, y teniente suyo para la prosecucion de la conquista, y el Adelantado hecho esto, partió para su viaje año de mil y quinientos y treinta y siete.

Por la informacion referida con que concuerdan las Historias, consta que ningun español quedó en Yucatan el año de treinta y cinco. Haber sostituido el Adelantado la capitulacion en su hijo, consta por ella misma, que fué el año de cuarenta, su fecha en la Ciudad Real de Chiapa de españoles, que entónces gobernaba el Adelantado. La fundacion de la Villa de Campeche, con título de San Francisco, consta (del auto de fundacion de la ciudad de Mérida) que la hizo el hijo del Adelantado, despues de recibido el poder de su padre en Chiapa, con que se echa de ver no vió estos escritos auténticos, y confieso tuve ventura yo en hallarlos, porque aun con ellos me ha costado algun trabajo desenmarañar, aunque no del todo estos sucesos, dándoles su año señalado á cada cosa. No he podido mas, porque no he hallado mas claridad para afirmarlo, ni fuera bien asegurar por cierto lo dudoso.

Tambien me ha hecho reparar cual seria la causa, porque habiendo dicho Herrera en su Historia, que el año de mil y quinientos y treinta y uno, habiendo el Adelantado despoplado á Chichen Ytzá, idose á Campeche, y estando alli pocos meses, dando órden de su partida, se fueron él y sus españoles á Nueva España, donde estuvo algunos años el Adelantado, solicitando la vuelta de su conquista. Y en otro tomo, que salió despues á luz, dice, que por el año de treinta y dos estaba poblado en Salamanca, donde le halló el contador Alonso Dávila cuando volvió de Trujillo. Y en esta misma dice, que por el de treinta y cinco se estaban el Adelantado y contador <107> con su gente en Salamanca, y que entónces desamparó la gobernacion y se fué á Méjico, para solicitar con el Virey, y volver nuevamente á la conquista. No parece concordar bien estos escritos entre si mismos, en muchas de estas cosas de los sucesos que escribió de esta tierra. Mas me admira, que habiendo dicho en muchas partes, cuan belicosos fueron los Indios de esta tierra, las muchas guerras que con los españoles tuvieron en el discurso de estos años, pues refiere las mas que aqui se dicen; tratando de ellos dice, que eran gente mentirosa y traidora, y que jamas mató á hombre castellano, sino debajo de paz. Ser gente mentirosa, aun hoy les dura en grado crecido, y es mucho menester, para certificarse si el indio trata verdad; pero lo último de no haber muerto á castellano, sino debajo de paz, ni concuerda con lo que antes habia escrito de ellos, ni con la verdad de lo sucedido, que antes el mayor mal de los españoles, fué hallarlos tan guerreros, con que se tardó tantos años la conquista como es notorio. Pero pues ya les dejaron por ahora su tierra, y se fueron todos á Tabasco; miéntras vuelven á la conquista, digamos como se les vino á predicar á los Indios el Santo Evangelio en el interin, lo que de ello resultó, y como por sus mismos sacerdotes gentiles les estaba años antes profetizada la venida de los españoles á esta tierra, y la predicacion de la Ley Evangélica, con que habian de tener conocimiento de Dios verdadero.

 

CAPITULO XI.

La predicacion de la Ley Evangélica estaba profetizada

á estos Indios por sus sacerdotes gentiles.

Previene muchas veces la disposicion divina indicaciones y señales á ejecuciones humanas, que siendo lo principal de ellas dimanado de la eficacia soberana: quiere antecedan tales noticias, para que el hombre no atribuya á sola su actividad y diligencia, lo que en el decreto de la infinita providencia, tiene determinado la seguridad de su existencia. Tanto mas se declara su clemencia, cuanto el objeto es capaz de su verdadera noticia. Propiedad es del bien comunicarse cuanto puede. Retardase á veces por incapacidad de quien ha de recibirlo. Crió Dios al hombre capaz de gozarle con su vision y amor en la bienaventuranza. Puso el hombre obice siendo transgresor del precepto divino para no conseguirla. Determinó el Divino Señor reparo á tanta quiebra luego; que no sufre dilaciones amor tan noble, cuando se conoce poderoso para restaurar lo perdido. Quedó el remedio cierto con la union hipostatica del Verbo Divino á la naturaleza humana en carne pasible, y la ejecucion en tiempo, por cuenta de la eterna sabiduría para la exhibicion de beneficio tanto. No careció de misterio la dilacion que intervino, pues conoció con ella el hombre la enfermedad, que contrajo por su culpa, y esperimentó no poder recobrar <108> salud sin superior ayuda. Previnieron el nacimiento de el Sol de Justicia las aclamaciones proféticas, y las promesas de la verdad infalible, para que anunciado de tantos paraninfos, no hubiese ignorancia en los hombres, y la novedad de maravilla tan grande tuviese el crédito que le era debido. Llegó el tiempo, que correspondiendo la ejecucion con lo prometido, vió el mundo al Unigenito de el Eterno Padre hecho hombre, y al Médico Celestial, solicitando la salud del enfermo terreno. Dióse á conocer con sus maravillas y doctrina, y consiguió la salud de los hombres con su pasion y muerte. Prosiguieron con la predicacion Evangélica los apóstoles, manifestando su nombre, y salió el sonido de sus voces, como dijo el Profeta Rey, á los fines de la redondez de la tierra.

Aunque no consta con certidumbre, que en estos reinos de la América haya sido anunciada la predicacion Evangélica por los mismos apóstoles personalmente; se halló en este reino de Yucatan fundamento para poder presumirlo, y que no dió poco que considerar á los escritores antiguos, pues nuestros españoles, cuando en él entraron, hallaron Cruces, y en especial una de piedra, relevada en que estaba la imágen de Cristo Redentor nuestro crucificado, la cual esta en nuestro convento de Mérida, y á quien veneraban los Indios, como se dice libro cuarto, capítulo nono, por donde se pudo entender habian tenido noticia de nuestra Santa Fé católica ya perdida, ó por demerito de sus pecados, y en castigo de haberse dado á tantas idolatrias como tenian ó por otras causas que no alcanzamos. Ya que no hayan tenido el verdadero conocimiento, hasta que llegaron nuestros españoles, y que se dilatase la venida espiritual de Dios en sus almas hasta aquel tiempo: por lo menos muchos antes se la tuvo prevenida y anunciada, para que la creyesen cuando llegase. Porque como la Divina clemencia no quiere que perezca la criatura racional, que formó á su imágen y semejanza, antes bien solicita la salvacion de todas; previene los tiempos y dispone los medios con eficacia y suavidad para coger el fruto de sus determinaciones. Cuando la Fé no nos enseñara, que la Providencia Divina gobierna todas las cosas, y que la conversion de las almas, dando crédito á ella, depende de su eficacia con singular ausilio; desengañara á nuestros españoles la admirable disposicion, con que la Magestad de Dios nuestro Señor tenia prevenidos los ánimos de estos naturales, para que la recibiesen, cuando les fuese manifestada por los predicadores evangélicos, y con la pacificacion de los españoles en lo temporal lo temporal los sujetasen á nuestros Católicos Monarcas. Cosa parecerá á algunos dificil de crédito; pero la verdad del hecho asegura el comun sentir de los naturales en su certidumbre: estar escrito en su idioma entre otras cosas de sus antiguedades, desde que se convirtieron y no ser imposible comunicar Dios dones semejantes á los hombres, aun cuando por <109> sus culpas se hacen incapaces de recibir las mercedes, que dimanan de su gracia justificante. En el tiempo, pues, que estaban estos Indios mas sujetos al demonio con el culto idolátrico que le ofrecian, y mas apartados del verdadero conocimiento de su Criador y Señor; dió espíritu profético á algunos de los sacerdotes gentiles, con que anunciaron la predicacion evangélica, para que cuando llegase el tiempo de coger su fruto, ni la novedad les admirase, ni tuviesen escusa con la ignorancia de lo que se les decia. Pondré á la letra sus profecias para mas calificacion de este intento, y no en su idioma, por escusar enfado á quien no le entendiere, y porque ni aun á leerlo ha de acertar, sino en el castellano solamente.

 

Profecia de Patzin Yaxun Chan, sacerdote gentil de Yucatan.

Este Indio llamado Patzin Yaxun Chan, siendo idolatra gentil, habló á los suyos de esta suerte. "Hecha fué la palabra de Dios sobre la tierra, la cual esperad, que ella vendrá, que sus sacerdotes os la traerán. Aprended sus palabras y predicacion divina. Bienaventurados los que las recibieren. O Ytzalános, aborreced á vuestros Dioses. Olvidadlos, que ya son finibles. Adorad todos al Dios de la verdad, que está poderoso en toda parte, que es Criador de todas las cosas." Estas son las palabras á la letra, con que parece (permitaseme alguna vez la digresion, que pasada esta yo la escusaré lo posible) pudieron decir con Jeremias. Pronunció el Señor nuestras justificaciones; venid, y digamos en Sion la obra maravillosa de el Señor. Obligacion tuvieron de asentir á este nuncio, y dár crédito á esta revelacion desde luego, pues conviene tanto con la razon natural no haber mas que un solo Dios verdadero, Criador de todas las cosas, siguiendose de lo contrario un proceder en infinito, á buscar un primer principio sin principio, que tanto disuena al buen filosofar humano. No parece pudo decirles con mayor claridad la mudanza espiritual deste reino y de su sacerdocio, amonestándoles, que la esperen y reciban, detestando la adoracion contraria, concluyéndoles, con que sus Dioses son perecederos y finibles, tan repugnante al ser de Dios verdadero. Pero vamos á otro que habló con tiempo mas determinado.

 

Profecia de Nahau Pech, gran sacerdote en Yucatan.

Antes que refiera las palabras de este idolatra, digo, que parece que la Providencia Divina no solo guia la salvacion de las almas á que tenga efecto; pero parece observa uniformidad en el darse á conocer á los hombres. Reveló la venida del Verbo en carne humana, sin determinar tiempo, y tambien asegurando la edad en que habia de alumbrar con su luz soberana, como lo uno, y otro se vee en la Sagrada Escritura. <110> Manifestóse á estos naturales en la profecia antecedente, sin determinacion de tiempo, ahora por la boca de este gentil se le señala que dijo asi: "En el dia que mas alumbrare el sol por la misericordia del Omnipotente, vendrán de aqui á cuatro edades los que han de traer la nueva de Dios. Con gran afecto os encomiendo espereis (ó Ytzalanos) vuestros huespedes, que son los padres de la tierra cuando vengan." Esto profetizó Nahau Pech en los dias de la cuarta edad, acerca de su principio. Estas son sus palabras, en que anuncia mas resplandores del sol en el cumplimiento de su vaticinio. No se esperimentaron en el celeste luminar, que alegra el Orbe; manifestaronse en la luz que recibieron sus almas, alumbradas del sol de justicia Cristo por la bondad del Padre de las misericordias, como le llamó San Pablo. Es de notar el grato hospicio que previene á los nuevos huespedes, y los llama Padres, como quien dice. No hay sospecha para admitir al que hace oficio de Padre: Padres son de la tierra vuestros huespedes, con todo afecto os encomiendo el admitirlos. Con diverso sentir parece miró otro sacerdote gentil, llamado Ah Kukil Chel las cosas de esta conversion, como se puede ver por la profecia siguiente.

 

Profecia de Ah Kukil Chel, sacerdote antiguo de Yucatan.

Amor y temor son las dos alas, con que el corazon levanta el pensamiento á nuevos propositos. El amor se origina de el conocimiento de la perfeccion del objeto, que representada á voluntad, le elige como conveniente. El temor se cansa de la desconveniencia que halla en lo propuesto, por la cual lo rehusa, y no pudiendo evitarlo, se entristece. Lo uno, y otro parece verse en estos sacerdotes gentiles, pues los referidos encargaron á su posteridad, recibiesen la predicacion de el Evangelio. Conocieronla sin duda por buena. Amó la voluntad lo conocido, y asi con el afecto que se vió, dejaron encomendado se recibiese. No obró el mismo efecto en este sacerdote Ah Kukil Chel (Ah Kauil Chhel), que parece lloró la llegada de nuestros españoles. Males propone á los suyos, venideros y no remotos. Informaba el entendimiento con el error de sus idolatrias á su afecto, con que tuvo por desconveniente lo bueno, como si hubiera escusa para tener tanto bueno por malo, diciendo asi: "En el fin de la edad presente los que ignorais las cosas futuras, que pensais que sucederá? Sabed, que vendrán de toda parte é el Norte y de el Oriente tales cosas por nuestros males, que los podeis tener por presentes. Yo os digo, que en la edad novena, ningun sacerdote ni profeta os declarará la Escritura, que generalmente ignorais." Estas son sus palabras, que parecen <111> amenaza de castigo ó tener por tal, y por mala la mudanza, que pronosticaba. Si por mal, ó males tenia la perdicion de el señorio temporal que gozaban; no es nuevo en la Divina Justicia quitársele á idolatras para que los fieles le posean. Mucho tiempo precedió la promesa que Dios hizó á Moises de la tierra de los Cananeos idolatras gentiles para su pueblo; pero aunque diferida no frustrada. Asi el señorio, que de estos reinos tiene nuestro católico Rey, edades antes que los poseyese su corona; estaba prevenido, no solo en la determinacion divina; pero ya manifiesto á las atenciones humanas. Mereciólo el piisimo celo de sus gloriosos progenitores; gózelo con felicisimos aumentos de reinos en todas las edades futuras, mediante su real descendencia. No pudo con rectitud juzgar por males la creencia y vivienda diferente, pues hallan en la una la verdadera salud del alma, y en la otra con lo político la mejoria de vida y trato humano, que esperimentan. Conoció la diferencia de culto que habian de tener sus feligreses, y hallándole repugnante al que enseñaba; la desconveniencia hacia á la voluntad le contradijese, de donde se siguió anunciar por males las dichas mayores. El glorioso Padre San Agustin rie de el Sapientísimo Mercurio Trismegisto, por decir cosas contrarias entre si; pues probando la vanidad de los muchos Dioses que se adoraban, y como profetizando su ruina, dá á entender, que le pesa, hubiese de tener fin la idolatria y la llora. Yo ahora noto aqui, que la destos dice, cesará en la edad novena, que parece misterio; pues el número de nueve siempre le tuvieron por cosa sagrada y santa, y tal fué para ellos en la que tuvieron el conocimiento de Dios vivo y verdadero, por medio de sus sacerdotes evangélicos.

 

Profecia de otro sacerdote gentil, llamado Ah Na Puc Tun.

No se cansaba la misericordia Divina de manifestar á estos naturales la sujecion á la Ley de Gracia. en que habian de verse. Notoria la hizo por la boca de otro gentil sacerdote, llamado Ah Na Puc Tun, que dijo. "En la última edad, segun está determinado, habrá fin el culto de Dioses vanos, y el mundo será purificado con fuego. El que esta viere será llamado bienaventurado, si con dolor llorare sus pecados." La antiguedad de este sacerdote no he podido averiguar, pero parece haber sido con alguna precedencia de tiempo á la venida de nuestros españoles, pues dice. En la última edad, y por edad entendian el espacio de tiempo de veinte años. Solo parece tiene duda, si es última respecto de el Universo, ó respeto del estado en que se hallaba. Si por la primera consta de la escritura su verdad. Si por la segunda, entendiendo que no habia mas mundo que estos reinos, con la introduccion de nuestra Santa Fé católica, cesó por lo menos por lo público el culto de <112> los ídolos sus vanos Dioses, y este nuevo mundo (que llamamos) fué purificado con el fuego del Espíritu Santo, y noticia, de Cristo vida nuestra, que segun San Lúcas, vino á encender el fuego de su amor en la tierra, con que desde entónces se pudieron llamar bienaventurados, segun lo que el mismo Señor habia dicho á sus sagrados apóstoles oyendo lo que les decia. Ya temo, soy notado de enfadoso, y asi referiré otra que falta solamente á la letra.

 

Profecia de Chilan Balam, gran sacerdote de Tixcacayom Cauich en Maní.

Este sacerdote procede mas dilatadamente, que los precedentes. diciendo asi: "En el fin de la décima tercia edad, estando en su pujanza Ytzá, y la ciudad nombrada Tancah (que está entre Yacman y Tichaquillo, que hoy se llama Ychpaa, que es fortaleza y castillo) vendrá la señal de un Dios, que está en las alturas, y la Cruz se manifestará ya al mundo, con la cual fué alumbrado el Orbe. Habrá division entre las voluntades, cuando esta señal sea traida en tiempo venidero. Los hombres sacerdotes antes de llegar una legua y á un cuarto de legua no mas, vereis la Cruz, que se os aparecerá y os amanecerá de Polo á Polo. Cesará el culto de vanos Dioses. Ya vuestro Padre viene, ó Ytzalános. Ya viene vuestro hermano, ó Tantunites. Recibid á vuestros huespedes bárbaros del Oriente, que vienen á traer la señal de Dios. Dios es, que nos viene manso y piadoso. Ya viene el tiempo de nuestra vida. No teneis que tener del mundo. Tu eres Dios Unico, que nos criaste piadoso. Buenas son las palabras de Dios. Ea ensalcemos su señal en alto: ensalcemos para adorarla y verla. La Cruz hemos de ensalzar. En oposicion de la mentira, se aparece hoy, en contra del árbol primero del mundo. Hoy es hecha al mundo demostracion. Señal es esta de un Dios de las alturas. Esta adorad, o gente Ytzalána, adorémosla con voluntad recta, adorémos al que es Dios nuestro y verdadero Dios. Recibid la palabra del Dios verdadero, que del cielo viene el que os habla. Cobrad juicio, y ser los de Ytzá. Los que creyeren, serán alumbrados en la edad que esté por venir Mirad, si os importa lo que yo os digo, advierto y encargo, yo vuestro intérprete y maestro de crédito Balam por nombre. Y con esto he acabado de decir lo que Dios verdadero me mandó, para que lo oiga el mundo." Este es el sacerdote de quien hacen mencion Herrera, Remesal, Torquemada y otros Autores aunque le llaman Chilam Cambal; y dice Herrera, dando razon, como los segundos españoles, que con Juan de Grijalva aportaron á Yucatan; hallaron asi acá en Tierrafirme, como en Cozumél (de que se trata adelante en estos escritos) algunas Cruces, que la ocasion desto fué)Que habiendo el Adelantado Montejo comenzado <131> la conquista de esta tierra, y recibidole pacificamente algunas provincias, en especial la de Tutul Xiu, cuya cabeza era el pueblo de Maní, catorce leguas de donde ahora esta la ciudad de Mérida; se entendió, que pocos años antes que llegasen los castellanos, un indio principal sacerdote, llamado Chilám Cambal, tenido entre ellos por gran profeta, dijo: Que dentro de breve vendria de hacia donde nace el sol gente barbada y blanca, que llevaria levantada la señal de la Cruz, que les mostró, á la cual no podrian llegar sus Dioses y huirian de ella. Y que esta gente habia de señorear la tierra, no haciendo mal á los que con ellos quisiesen paz, y que dejarian sus ídolos y adorarian á un solo Dios, á quien aquellos hombres adoraban. Hizo tejer una manta de tributo, y dijo, que de aquella manera habia de ser el tributo, que se habia de pagar á aquellas gentes. Mandó al señor de Maní, que se llamaba Mochan Xiu, que se ofreciese aquella manta á los ídolos, para que estuviese guardada, y la señal de la Cruz hizo hacer de piedra; y la puso en los patios de los templos, adonde fuese vista, diciendo, que aquel era el árbol verdadero de el mundo, y que por cosa nueva la iban á ver muchas gentes, y la veneraban desde entónces. Y esta fué la causa, porque preguntaban á Francisco Hernandez de Córdova y á los suyos, si iban de donde nacia el sol. Y cuando el Adelantado Montejo entró en Yucatan, y los Indios vieron, que se hacia tanta reverencia á la Cruz, tuvieron por cierto lo que su profeta les habia dicho.

Por las palabras con que este indio predijo la venida de nuestros españoles, parece no seria tan poco el tiempo antes que llegasen, como se dice adelante. Ni fué solo este el que la anuncia, como se ha visto en este capítulo, aunque parece causa mas admiracion, dar fin diciendo. Que Dios verdadero se lo mandó publicar, para que lo oiga el mundo. Y quiso la Divina Magestad fuesen los sacerdotes de estos Indios, á quien daban entero crédito (especial cuanto á las cosas de religion, como maestros della) quien se la anunciase y encargase la recibiesen, siendo ellos, quien mas lo habia de repunar; para que despues no tuviesen escusa en admitir nuestra Santa Fé católica.

He repetido, que los dichos destos Indios gentiles fueron profecias, y no me parece hay repugnancia, para que hayan sido verdaderamente profetas; aunque algunos oyendómelo decir, se les ha hecho duro de creer, que la Divina misericordia é municase don de profecia á estos pecadores; pero para satifacer á los que no tienen obligacion de saberlo, es de advertir. Que el don de la profecia es gracia gratis dada, que se ordena principalmente á la utilidad de otros, y no para justificacion de quien la recibe, como lo dá á entender San Mateo <132> en su evangelio. Alojado estaba el pueblo de Dios por la campaña de Moab, y el Rey Balac temeroso, que los Hebreos le destruyesen, hizo grandes promesas á Balam para que maldijese al pueblo de Dios: entendiendo que con sus maldiciones y encantos serian impedidos los Hebreos. Quiso ejecutarlo Balam, pero nunca pudo. Echóles mil bendiciones y profetizó la venida de Cristo, como parece por el libro de los Números. Que fué verdadero profeta lo afirma San Buenaventura, Santo Tomás y San Gregorio Papa y que entendió los Misterios de Cristo y de su Iglesia, que profetizaba y de que hablaba, pues esclamó suspirando por ellos. Y aunque el mismo S. Buenaventura, San Gerónimo y Albino dijeron, que fué Santo Profeta, mas que despues con las grandes promesas de Balac, fué desobediente á Dios, como lo dice San Pedro: con todo eso la escritura le llama Ariolo, que es lo que nosotros decimos Adivino. San Ambrosio, Santo Tomás y otros muchos le condenaron por Mágico hechicero, que tenia pacto con el demonio. Y Beda afirma que fué Nigromántico.

De aqui se colije no ser repugnante, que por ser estos sacerdotes gentiles y hombres pecadores, les comunicase Dios don de verdadera profecia, pues lo que dijeron no se ordenaba á quedar ellos por esto, ó estar en gracia justificante, sino á la utilidad de estos indios, que se les habia de seguir con el conocimiento de Cristo y sus Misterios. Y que estos le tuviesen de lo que anunciaban, echase de ver, pues les encargaban tanto, recibiesen con voluntad á los que se los habian de declarar y les diesen crédito. Baste lo dicho para una História, que me parece no faltará quien diga, que sobra, y asi no hago ponderacion de llamarse este indio Balam, como el otro profeta, que no falta por acá quien quiera hacer misterio de ello, pero si de cuantas veces en esta tierra y en otras de estos reinos anunció Dios su señorío para nuestros Reyes y Señores, que con su zelo grande de la conversion de estos indios y exaltacion de nuestra Santa Fé católica, han gastado de sus reales haberes en los gastos de Ministros, Iglesias, Hospitales y otras obras pias de esta calidad, hasta el año de mil y seiscientos y cuarenta y siete, mas de diez millones de oro y plata que asi nos lo testificó el muy reverendo Padre Fr. Buenaventura de Salinas, comisario general, en una su patente, dada en Méjico dicho año, á treinta de Octubre. Y ahora despues, leyendo este escrito su sucesor el muy reverendo Padre Fr. Juan de la Torre, que está haciendo mas exactas diligencias, para ajustar en lo que pudiere la grandeza de las limosnas, que nuestros Reyes han hecho y hacen en estos reinos á los ministros evangélicos y Iglesias; me dijo habia andado su antecesor muy corto, como se vera algun dia. siendo Dios servido, se logre su trabajo. En el interin ya que se ha dicho, como estuvo anunciada la ley evangélica á estos naturales; digamos quienes <133> fueron sus primeros predicadores en el capítulo siguiente.

 

CAPITULO XII.

Como vinieron los primeros religiosos de San Francisco á Yucatan

y predicaron el Santo Evangelio.

El Padre Torquemada tratando de la venida de los religiosos de la órden de nuestro Padre San Francisco á Yucatan, dice que llegaron el año de mil y quinientos y treinta y cuatro con beneplácito, y órden del primer Virrey de la Nueva España D. Antonio de Mendoza, y con autoridad suya; y que si necesario fuese, para que los Indios admitiesen su predicacion, asentasen con ellos, que no entrarian españoles en su tierra, con que se vee, ya no los habia, y se habian ido todos, como se ha dicho, á Tabasco, con que esta venida de los religiosos fué el año siguiente de treinta y cinco, pues en él se fueron los españoles y dejaron solos á los Indios. Aunque no se asigna causa especial que moviese al Virrey á enviar religiosos á Yucatan, tengo por cierto fué órden que del consejo vino para ello. Ya se dijo como el Rey tenia noticia del mal suceso que los españoles tenian en la conquista de esta tierra y como escribió á la real audiencia de Méjico la reina, que favoreciesen al Adelantado, y para que por todas vias se lograse mejor su zelo de la conversion de esto Indios; habia dado otra su cédula el año ántes para la misma audiencia, que decia asi: "La Reina. Presidente é oidores de la nuestra Audiencia, y chancillería real de la Nueva España. Ya soy informada, que Francisco de Montejo nuestro Gobernador de la Provincia de Yucatan, é Cozumel, no ha cumplido lo que por nos le fué mandado, é no llevó los religiosos que habia de llevar á la dicha sierra y no los hay allá Lo cual es grande estorbo para los naturales de la dicha sierra, que es nuestro principal intento. Por ende yo vos mando, que hagais informacion, y sepais, como y de que manera lo susodicho pasa Y si el dicho Francisco de Montejo llevó los religiosos á la dicha tierra, ó si los dejó de llevar, é no los hay en ella, y quien administra los Santos Sacramentos, y entiende en la conversion de los Indios. E la dicha informacion hábida y firmada de vuestros nombres, y signada de escribano, ante quien pasare: cerrada y sellada en manera, que haga feé la envieis el nuestro Consejo de las Indias, para que yo la mande ver, y proveer lo que convenga. Y entre tanto vosotros, proveed lo que os pareciere, que conviene. Fecha en Madrid á veinte y dos de Septiembre de mil y quinientos y treinta años — Yo la Reina. — Por mandado de su Magestad. Juan de Samano." — Como en esta cédula se ordenaba, que la Audiencia, miéntras venia resolucion de España, proveyese lo que juzgase conveniente; <134> hallando no haber venido religiosos algunos á Yucatan con el Adelantado, para que tratasen de la conversion de estos Indios; resolvió el Virrey viniesen religiosos nuestros. El venerable Padre Fr. Jacobo de Testera, de Nacion Frances, con el ferviente celo de la salvacion de las almas, que dice el Padre Torquemada que tenia, aunque era custodio actual de la Provincia Santa del Santo Evangelio de Méjico, que no estaba erigida en Provincia, y asi superior y prelado de ella; se ofreció á venir á esta espiritual conquista, con aprobacion y grande facultad para todo del Virrey, que determinó viniese con otros cuatro religiosos compañeros. El Padre Lizana no hace relacion mas que del Padre Fr. Jacobo, comisario, y el Padre Fr. Florencio de Bienvenida y que vinieron el año de treinta y uno. No miró bien lo que hubo de escribir, como en muchas partes he esperimentado para juntar estos escritos, y juzgo en algunas cosas se dejó llevar de lo que oia, pudiendo inquirirlo con mas certidumbre, y baste esta advertencia, para en las que con él no conformare. — Era el Padre Fr. Jacobo, varon celosisimo de la salvacion de las almas y de singular espíritu para su conversion, con que quisiera reducir toto el Orbe al conocimiento del verdadero Dios. Con él habia solicitado la del reino de Méjico, Michoacan y otras partes donde hubo copiosos frutos de su trabajo. Dispuso su viaje para el nuevo certámen que se le ofrecia en la conversion de estos Indios, donde esperaba trabajos muchos, y dudosos logros por saberse cuanto habian resistido á los españoles, hasta que ninguno quedó, como se ha dicho. Por esto traia autoridad del Virrey para reducirlos por cualquier camino, aunque fuese asentado no entrarian en ella. Dierónsele algunos Indios mejicanos que viniesen en su compañia, y con ellos fervoroso en la caridad, se ofreció al riesgo, y admitió el peligro. A diez y ocho de Marzo, víspera del glorioso San José: llegaron á Champoton, y para mejor disponer los ánimos dá estos naturales, envió ántes que él los viese algunos Indios mejicanos de los que llevaba, á darles noticia de su venida, como era de paz, pues lo podrian conocer en cuan pocos eran, y sin armas algunas, cuya violencia pudiesen temer: que solo venian á darles á conocer el verdadero Dios, que debian adorar, como habian hecho en Méjico, sin mas atencion, que á la salud de sus almas, cuyo peligro conocerian teniendo noticia de los errores, en que en lo tocante á la religion y creencia de sus ídolos vivian, y que los visitarian, dándoles licencia para entrar en su tierra. Llegados los mejicanos á la presencia de los señores de Chanpoton, fueron recibidos pacíficamente, y propusieron su embajada. Oida la peticion de los religiosos, y consultando mucho sobre ello: ciertos de que no eran personas de quien pudiesen recibir algun agravio ú opresion; ántes bien si otros lo hacian, lo reprendian como apostólicos predicadores <135> de la verdad y justicia, cuya esperiencia los mejicanos habian visto en su tierra, como vieron ariesgar poco en dejarlos entrar, les dieron licencia. — Llevaron los mejicanos la respuesta á los religiosos, que con la licencia dada fueron á Champoton, cuyos Indios los recibieron bien, como afirman Torquemada y Remesal, que parece ambos seguir los escritos del obispo de Chiapa D. Fr. Bartolomé de las Casas, y hallaron en ellos disposicion para predicarles la ley Evangélica; á que luego dieron principio. Es el ejemplo de vida en el predicador evangélico gran motivo porque los oyentes pongan en ejecucion la doctrina que les predica; y estos religiosos como verdaderos hijos de la religion seráfica sin atencion alguna á los bienes de este mundo, le dieron tal á estos naturales, que viendo su vida irreprehensible no solo asistieran á su predicacion, pero en breves dias se gozó el fruto de este trabajo. No fué tan copioso como si hubieran tenido intérprete, que supiese su idioma como el caso requeria; pero obraba la divina gracia y solicitud de estos ministros, que no admitian descuido alguno, con que pasados cuarenta dias que comunicaban con los Indios; los señores de la tierra voluntariamente les trajeron todos sus ídolos, y los entregaron á los religiosos para que los quemasen, significando hacerlo con gusto (y bien lo daba á entender la misma accion de traerlos) y que les agradaba la doctrina que les habian predicado. La mayor señal que pudieron ofrecer para conocer esta verdad, fué que despues de haber dado los ídolos, trajeron sus hijos y se los entregaron á los religiosos, para que los doctrinasen y enseñasen cuando (como dice el obispo D. Fr. Bartolomé de las Casas) los querian mas que á la lumbre de sus ojos. Como el trato y comunicacion suele aumentar el amor de las voluntades, sucedió en esta ocasion que aficionándose mas cada dia los Indios á los Padres les hicieron casas en que vivir y templo donde celebrar los Divinos oficios. Con tan buena oportunidad comenzaron á juntar y enseñar á los hijos de los señores y principales, guardando el órden que en Méjico habian tenido, y los padres con los niños que enseñaban se ocupaban en el servicio de la iglesia con que se iba dando maravilloso principio á la fábrica espiritual que se pretendia obrar en las almas. Una cosa ponderan estos autores con singular atencion por única sucedida hasta entónces, y fué. Que doce ó quince señores de muchos vasallos y tierras, cada uno por sí persuadidos de los religiosos, juntaron sus pueblos, y tomando sus votos y consentimiento se sujetaron de su propia voluntad al señorio de los Reyes de Castilla, recibiendo al Emperador como Rey de España por S. supremo y universal, confirmando este concierto con unas señales como firmas, las cuales despues afirmó el obispo D. Fr. Bartolomé de las Casas tenia en su poder con testimonio de nuestros religiosos que eran ellas. Procedian con gozo de su espíritu, viendo tan grandes principios, <136> teniendo por cierto que de ellos habia de resultar la conversion de todo este reino de Yucatan: á tiempo que permitiéndolo la Magestad Divina, sucedió el mayor inconveniente, que el demonio pudo solicitar, envidioso de las almas que los religiosos le sacaban de su esclavitud para que tan santa obra se perturbase.

Entraron por cierta parte (dice el obispo de Chiapa) diez y ocho españoles de á caballo y doce de á pie, y trayendo muchas cargas de ídolos que habian quitado á los Indios de otras Provincias: el capitan de estos treinta españoles, llamó á un señor de la tierra por donde entraron y le dijo que tomase aquellas cargas de ídolos y los repartiese por toda su tierra, vendiendo cada ídolo por un indio ó india para hacello esclavo, amezándolo que si no lo hacia le habia de dar guerra. El señor forzado con este temor que le puso el capitan, repartió los ídolos por toda su tierra y mandó á todos sus vasallos, que los tomasen para adorallos, y le diesen Indios y Indias para dar á los españoles. Los Indios con el miedo y mandato de su señor; quien tenia dos hijos daba uno y quien tres, daba dos, y por esta manera el señor cacique contentaba á aquellos españoles. Uno de ellos estando á la muerte, tenia debajo de su camana dos cargas de ídolos; y mandaba á una India que le servia que mirase bien que aquellos ídolos que alli estaban no los diese á trueque de gallinas. porque eran buenos, sino cada uno por un esclavo, y con este testamento murió. Visto por los Indios que no habia salido verdad lo que los religiosos les habian prometido, que no habian de entrar españoles en su tierra y quellos les traian ídolos de otras á vender, habiendo ellos entregado todos sus Dioses á los frailes, para que los quemasen, se alborotó é indignó toda la tierra contra los religiosos. Ibánse á ellos diciendo: ¿Por qué nos habeis mentido engañándonos, que no habian de entrar en nuestra tierra cristianos? ¿Por qué nos habeis quemado nuestros Dioses, pues nos traen á vender otros de otras provincias buenos cristianos. "Por ventura no eran mejores nuestros Dioses." Los religiosos no teniendo que decir á tan execrable maldad, los aplacaron lo mejor que pudieron, y buscando los treinta españoles, les dijeron el mal tan grave que hacian, y les requirieron, que se saliesen de la tierra. Ellos no quisieron, antes hicieron entender á los Indios, que los mismos frailes los habian hecho venir alli, que fué malicia consumada. Con este tan pernicioso inconveniente se suspendió el fruto que los religiosos iban cogiendo de su evangélica enseñanza; porque el demonio, como enemigo del linage humano, siempre busca impedimentos para la salvacion del hombre, permitiéndolo asi Dios con su oculta providencia, que solo su Divina Magestad sabe el por qué. No pudieron con persuasiones los religiosos reducir á aquellos perdidos hombres, á que cesasen del nefando comercio de los ídolos, que desdichado es el hombre, <137> si Dios le deja de su mano; que horrible vicio la avaricia, pues á cristianos y españoles, los llegó á tan miserable estado, que no solo vendiesen los ídolos á los Indios, para que los adorasen, sino que hiciesen creer, que los religiosos eran participantes de maldad tan grave. Desdichado el corazon humano de que se apodera la codicia, que fué accion de peligrar las vidas de aquellos inocentes religiosos, y ya que no, que la conversion de estos Indios cesase, como se dice en el capítulo siguiente.

COGOLLUD.TM1 Continued
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