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Kim C. Goldsmith
 

Imágenes Olvidadas: Un Estudio de la Figurillas Cerámicas de Teotihuacán, México
Traducido del Inglés por Alex Lomónaco
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Año de Investigación:  1998
Cultura:  Teotihuacán
Cronología:  del Preclásico al Clásico Temprano
Ubicación:  Teotihuacán, México
Sitio:  Teotihuacán

La zona arqueológica de Teotihuacán, México, está ubicada aproximadamente 40 millas al noreste de la ciudad de México. Hay pocas dudas respecto de que Teotihuacán fue una importantísima ciudad-estado que albergó a una sociedad urbana compleja (Millon, 1981:198), y que la antigua ocupación del sitio fue continua desde el 150 a.C. hasta el 750 d.C. Millon asevera que, "Durante 600 años o más, el 85-90% de los habitantes del este y sudeste del Valle de México estaban concentrados en el Valle de Teotihuacán, y la mayoría de ellos en la ciudad…" (Millon 1981:221). En su época de mayor auge, se estima que la población de Teotihuacán puede haber sobrepasado los 200.000 habitantes (Millon 1981:208), y que hacia el 600 d.C. era la sexta ciudad más grande del mundo (Chandler y Fox, 1974:368), cubriendo un área de aproximadamente ocho millas cuadradas.

Las figurillas de barro se produjeron en la antigua ciudad de Teotihuacán durante todas las épocas de su ocupación, y se encuentran prácticamente sin excepción en la totalidad de las áreas del sitio. En el catálogo de la exposición "Teotihuacán: Art from the City of the Gods" (Teotihuacán, el arte en la ciudad de los dioses) (Berrin y Pasztory, 1993:222), Warren Barbour escribe que "…las figurillas se fabricaban por millones y representan una proporción importante de toda la colección de artefactos de la antigua ciudad". Más aún, como señala Sue Scott (1994:10), "Las figurillas [en Mesoamérica] constituyen la categoría individual de artefactos más numerosa que representan la forma humana", y de este modo permiten tener un atisbo interesante y con frecuencia gráfico del pasado. El estudio de las figurillas de barro puede ser útil para la identificación de los patrones migratorios, las rutas de intercambio y también para la definición de cronologías, pero lo que es más importante, las figurillas de barro reflejan la ideología, la cultura y la vida cotidiana del pueblo que las usó y las produjo (Noguera, 1965:7).

De 1993 al 2000, llevé a cabo minuciosos estudios en dos distintas colecciones de figurillas de barro y otra variedad de artefactos recuperados durante las investigaciones realizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1993-1994, de los cuales dos mil cuatrocientos quince artefactos han sido tenidos en cuenta en este estudio. La primera colección corresponde a las excavaciones en los Frentes 1, 2 y 3 del área de La Ventilla en el sitio, dirigidas por Rubén Cabrera Castro. Ubicado en los cuadros N1O1, N1O2, S1O1, and S1O2 (Millon et. al, 1973), el Frente 1 es un recinto arquitectónico para uso cívico y religioso. El Frente 2 es un área residencial, y el Frente 3 es un área residencial habitada por artesanos (Sergio Gómez, comunicación personal, 1998).

La segunda colección es de las excavaciones en el Sector del Grupo 5’, que dirigió Eduardo Matos Moctezuma entre 1993 y 1994. Ubicado en el cuadro N5O1 (Millon et. al, 1973:18), el Grupo 5’ consiste en un complejo de tres templos con áreas de habitación contiguas. Algunos investigadores sospechan que su cronología data de la época Miccaotli, y que fue posteriormente abandonado durante el período Xolalpan (Paz Bautista, 1994). A pesar de ello, hay evidencia arqueológica de algún tipo de reuso post-Metepec y de una posible reocupación. Más aún, la mayoría de las figurillas del sitio datan de las fases pre-Miccaotli de Tezoyuca, Patlachique y Tzacualli, lo que nos da un espectro cronológico aparentemente más amplio del que había sido informado originalmente.

Cronológicamente, la mayoría de las figurillas de La Ventilla datan de las últimas fases de la época de ocupación de Teotihuacán (450-750 d.C.) al igual que del posterior período Coyotlatelco (750-1000 d.C.). La colección del Grupo 5’ consiste principalmente de figurillas de los primeros períodos de ocupación del sitio (100 a.C. - 450 d.C.). Combinadas, estas dos áreas presentan material de todas las fases de Teotihuacán, como así también cantidades más reducidas que datan del período Pre-Teotihuacano y continúan hasta las fases Azteca y Colonial (hay también algunos ejemplos de "extranjeras", como por ejemplo, figurillas no teotihuacanas que llegaron de otros sitios de toda Mesoamérica). Estas colecciones cuentan con muestras representativas prácticamente de todos los tipos más comunes de figurillas, así como fragmentos de algunos tipos que no han sido anteriormente registrados por la literatura.

Por lo general, el factor distintivo entre estas colecciones y las muchas otras que se reunieron en Teotihuacán a través de décadas, no es más que la cantidad extensa de figurillas, el estado excelente en que se encuentran (comparativamente), y el hecho de haber sido encontradas en contextos excavados. Es cierto que la amplia mayoría de las figurillas que se hallaron en La Ventilla y en el Grupo 5’ estaban originalmente depositadas como relleno arquitectónico, siendo también éste el caso para casi todas las otras figurillas que fueron encontradas en la antigua ciudad a través de los años. No obstante, estas colecciones contienen varios ejemplos de figurillas que se hallaron en contextos primarios, como sucede con una figurilla que estaba directamente asociada con el piso de una unidad habitacional, y otras que son cronológicamente importantes por haber sido halladas en contextos sellados. El estado de preservación de estas colecciones es muy notable, muchas figurillas están completas o casi completas, y algunas todavía muestran rastros de la pintura con que habían sido decoradas.

Este estudio explora distintos aspectos de las figurillas, entre ellos: las figurillas como fuente de información social; la clarificación de preguntas de importancia crucial con respecto al material; las investigaciones previas sobre las figurillas teotihuacanas: ajuste de la cronología estilística; nomenclatura; rasgos diagnósticos generales, y; catálogo de tipos (que incluyen los antropomorfos y los zoomorfos). Una de las conclusiones más importantes a que se llegó en este estudio es que hay una clara continuidad de tipos de figurillas a lo largo de muchos siglos, lo cual refleja la estabilidad de ciertas tradiciones culturales que se mantuvieron de generación en generación.

En lo que a tipos se refiere, no sería justo decir que las figurillas que nos ocupan en este estudio son "excepcionales", salvo por unas pocas de las que no se ha informado en la literatura antes de este estudio. Por el contrario, la amplia mayoría son tipos de los que ya han informado autores como Noguera (1975), Séjourné (1966), Barbour (1975), Scott (1994), Kolb (1995), Goldsmith-Jilote (en prensa), etc. Las colecciones de La Ventilla y del Grupo 5’ tienen la buena fortuna de presentar especímenes de todas las épocas de ocupación de la vieja ciudad. Como hemos mencionado previamente, también hay algunos ejemplos de los períodos Azteca y Colonial, al igual que figurillas importadas de áreas como Michoacán, Tlaxcala y Puebla. Lo que es "excepcional" en cuanto a estas colecciones, es que proporcionan datos suficientes como para poder observar una continuidad fija de tipos a lo largo de los siglos, y una oportunidad de presentarlos de manera ordenada.

Uno de los problemas más serios que obstruyen el trabajo de investigación sobre las figurillas hoy en día es la tendencia de los eruditos a designar casi cualquier figurilla o atributo de la misma como un "tipo". Muchos investigadores consideran las diferencias menores en los estilos como marcadores cronológicos o tipos enteramente distintos. En realidad, lo razonable sería pensar que muchas de estas diferencias pueden ser atribuídas a la técnica personal de manufactura de los abundantes alfareros o talleres de alfarería que abastecían de figurillas a una ciudad que, a esa altura, contaba con una población estimada de casi 200.000 personas. Es obvio que con anterioridad al uso de moldes, no había ninguna posibilidad de que dos figurillas hechas a mano salieran exactamente iguales, aunque hubieran sido fabricadas por el mismo alfarero para representar a la misma entidad. En la época en que se trabajó con moldes, tal vez un taller representara a una cierta figurilla de una forma, en tanto que otro taller podría fabricar esa misma figura de la misma manera, a grandes rasgos, pero con alguna estilización diferente de algunos de sus atributos. Estas y otras posibilidades que podrían explicar las diferencias entre las figurillas no han sido demasiado reconocidas en la literatura, pero las estamos teniendo en cuenta en este estudio.

En términos de una interpretación cronológica, es importante tener en mente que la función, el uso y la manufactura de las figurillas son muy diferentes de la función, uso y manufactura de las vasijas cerámicas, al menos en el caso de cerámicas no rituales. De hecho, es probable que los artesanos que fabricaron las figurillas no fueran los mismos que fabricaron las cerámicas destinadas a un uso doméstico (Múnera, 1985:5). Barbour (1975:4), escribe que "…algunos de los problemas asociados con el desarrollo de una cronología clara de las figurillas ha sido resultado de haber relacionado muy estrechamente la cronología de las figurillas con la cronología de las cerámicas". La cronología que usamos en el presente estudio es una combinación de aquellas que se propusieron y utilizaron en el Proyecto de Mapeo de Teotihuacán (Millon, 1973:Fig. 12), y por Rattray (1966; 1996), habiendo sido modificadas por el autor especialmente en lo que a las figurillas se refiere.

Normalmente, la recuperación de figurillas no es la meta de una excavación, si bien a pesar de ello se las encuentra en grandes cantidades cuando la excavación se lleva a cabo. En consecuencia, a menudo las figurillas son tratadas como "ciudadanas de segunda", siendo demasiado interesantes como para simplemente arrojarlas a la basura (lo cual a la larga es frecuentemente el destino de ciertos artefactos en México debido a la falta de bodegas para almacenarlos), pero demasiado complejas y con demasiados pocos lineamientos por parte de la literatura como para saber realmente cómo llevar a cabo un análisis provechoso de las mismas. Tal vez el estudio que hemos emprendido aquí termine por plantear más preguntas de las que pueda responder. Debemos considerar ésto una ventaja, pues es de esperar que aliente futuras investigaciones en esta área, que lleguen a brindar al menos fundamentos cronológicos y tipológicos básicos con los que comenzar.

Siendo la tercera categoría de los artefactos más abundantes del sitio, ya es tiempo que se preste más atención a las figurillas sobre las bases de proyectos específicos. Es nuestro deseo que esta disertación sirva para contribuir de alguna manera a hacer proliferar el interés en el tema, no sólo en Teotihuacán sino también en otros sitios mesoamericanos. El estudio continuado de las figurillas nos ayudará a colocar otra pieza en el rompecabezas que es Teotihuacán, a fin de lograr, con el tiempo, nuestra meta colectiva de dar forma a una mejor comprensión de la vida cotidiana en este gran centro urbano.


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Entregado el 1 de julio del 2001 por:

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