k626 Tejiendo el Pasado: un estudio de los huesos enterrados con una mujer de la elite maya
por Chelsea Dacus
Traducido del Inglés por Alex Lomónaco
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Figura 9. Ofrenda funeraria: Huesos Trece al Veinticuatro.
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INTRODUCCIÓN

Para los antiguos mayas, la práctica del tejido y de la producción de telas constituía un proceso esencial y reafirmante de la vida, necesario para protegerse de los elementos, para usar en las ceremonias de ascensión al trono y en los rituales de tributos, así como en entierros y dedicaciones de templos. Ciertamente, la fabricación de telas y vestimenta ha sido un elemento vital en todas las sociedades humanas a lo largo de la historia, y ha permanecido como una manera de crear vínculos mentales, emocionales y religiosos a través del paso del tiempo. La importancia que revisten las acciones de tejer y de fabricar tela está claramente expresada en el arte de los antiguos mayas, donde las imágenes de telas y vestimenta son omnipresentes, y donde abundan las figuras de diosas y mujeres de la elite en medio del proceso de tejer. Los intrincados patrones de tejidos y bordados han sido registrados con cuidadoso detalle en muchos monumentos de los mayas del período Clásico, y sus vasijas cerámicas documentan la ofrenda de bultos de telas de vasallos a nobles y de nobles a vasallos en una confirmación de su relación, la cual era crucial para la operación de la sociedad maya. De hecho, esta distribución y obsequio de vestimenta y tela es el tema más comúnmente representado en estas ceremonias de ofrenda registradas en las imágenes de las cerámicas y los tallados mayas. Los murales vibrantes de la ciudad maya de Bonampak demuestran la variedad de colores y tipos de telas que existían como elementos fundamentales de rituales y ceremonias. El acto de la ascensión de un noble al cargo de gobernante estaba marcado por el proceso crucial de sujetar una banda de tela en su cabeza, signo predominante de gobierno. La frase de ascensión (k’al hun) se traduce en el acto de ponerse esta banda y el glifo de ascensión toma la forma de una cabeza humana o de ave que luce dicha banda. Tradicionalmente en la cultura maya, el tejido ha simbolizado la crucial capacidad de procrear de una mujer, como lo evidencia Ixchel, la antigua y poderosa diosa mesoamericana del tejido y el alumbramiento. La importancia que el tejido tenia para los antiguos mayas también se ha visto confirmada por un fascinante conjunto de huesos con inscripciones tomados de la tumba de una mujer de la realeza maya.

Lamentablemente, debido al clima de los trópicos cálidos y húmedos, muy poco ha quedado de las telas majestuosas que tejieron los antiguos mayas. Empero, a partir de la evidencia que quedó en su arte podemos imaginar los increíbles tejidos que deben haber creado para adornar sus casas, tronos y sus propias personas, al igual que para comerciar e intercambiar en rituales de tributos importantes. Los gobernantes deben haber usado paños de telas como cortinas para mantenerse separados, y como telón de fondo para la escenificación de sus rituales. A los gobernantes a menudo se los muestra en las cerámicas pintadas sentados en tronos con bultos de distintas telas puestos encima de sus cabezas. Hay evidencia, en forma de agujeros para sujetar a los lados de las puertas, que se desplegaban paños de telas en las puertas y otras partes de los edificios para crear cuartos y cierto grado de privacidad, así como para permitir una regulación discreta de las conversaciones de quienes allí vivían y trabajaban, y de quienes visitaban la casa o el palacio. También se extendían tiendas de tela desde las fachadas de los edificios para crear espacio adicional. Los gobernantes y sus familias han sido frecuentemente retratados en vasijas y monumentos usando vestimentas con patrones elaborados e intrincados, que todavía se encuentran en las creaciones textiles tan coloridas de los mayas modernos de hoy en día.

A fin de realizar obras de arte de tanta calidad, los mayas debieron haber requerido de muchos tipos diferentes de instrumentos para tejer. Estos se cuentan con relativa abundancia en el registro arqueológico en la forma de una variedad de malacates, alfileres, agujas, y palitos para tejer, a menudo llamadas leznas, de las ruinas de las antiguas ciudades mayas y también de la evidencia arqueológica e iconográfica de otras culturas americanas antiguas, aunque no siempre en profusión o en el contexto de una ofrenda funeraria. Por lo general estos instrumentos fueron comúnmente hechos de cerámica, y ocasionalmente de madera o hueso. La supervivencia de estos dos últimos materiales es extremadamente rara debido a las difíciles condiciones de supervivencia en los trópicos calurosos y húmedos de la antigua región maya. Muchos de los objetos relacionados con la producción de telas fueron hallados en unidades domésticas de la elite y constituyen la evidencia de las actividades cotidianas de sus habitantes, con la posibilidad implícita que el énfasis era puesto en las habilidades de una mujer de la elite para crear telas y ofrecerlas como tributo.

Existe un conjunto único de huesos tallados e inscritos depositados en la tumba de una mujer maya en calidad de objetos especiales cuyo fin era el de honrar y acompañar a la muerta. El conjunto de 24 huesos tallados y 15 fragmentos que discutimos en este estudio representan un raro ejemplo de tales instrumentos para tejer por distintas razones. Se les encontró en un entierro con un grupo de otros artículos de la elite, y no en un entorno doméstico. Si bien la práctica de depositar huesos tallados e inscritos en entierros ha sido bien documentada en la arqueología maya, los huesos son principalmente de tumbas de gobernantes masculinos, y como tales, exhiben temas masculinos relacionados con los rituales, los actos de gobierno, y la mitología. Los huesos de este estudio, sin embargo, muestran un motivo claramente femenino. Los instrumentos descubiertos para tejer típicamente tampoco están inscritos. Los instrumentos para tejer como los descritos en este artículo y que tienen inscripciones que los definen como huesos para tejer, son extremadamente poco comunes. Su abundancia también es extraordinaria. Tales instrumentos para tejer por lo general se encuentran dispersos y desechados de manera muy escasa en el contexto de los espacios para vivir donde los mayas realizaban sus actividades cotidianas, y no en grupos concentrados a los que se les prestara especial atención cubriéndolos con cinabrio y depositándolos en un entierro. Si bien el contexto del entierro no es claro, todos estos artículos, incluyendo los huesos, estaban cubiertos con un cinabrio que era en más del 78% mercurio, dándoles un origen tanto arqueológico como antiguo.

Basándose en las inscripciones que se encontraron en ellos, así como los otros artículos presentes en la tumba, puede afirmarse que forman parte del depósito de una tumba y no de cualquier forma de dedicatoria de una ofrenda funeraria de un edificio o monumento. Inscritos con glifos que los describen como u puuhtz’ y u puuhtz’ b’aak o "la aguja de" y "el hueso aguja de", los huesos también nos dan el nombre de una señora de la realeza como su dueña. Dichas inscripciones de posesión por lo general sólo se dan para objetos incluidos en la tumba de un personaje específico – en este caso, una mujer de la realeza. Los objetos que acompañan a los huesos incluyen piezas de jade de una diadema o collar, tapones de labios de una piedra blanca como el alabastro, espinas de mantarraya para sangrías, agujas de hueso, y navajas de pedernal, así como una gran concha Spondylus con una cuenta de jade en miniatura, posiblemente un incensario. Todos estos objetos a menudo están incluidos en los entierros, conjuntamente con cerámicas y otros artículos personales como por ejemplo huesos tallados o inscritos, astas de venado, u otros materiales. Estos instrumentos de hueso son muy especiales cuando se les compara con otros instrumentos para tejer hallados en la región maya, no sólo por la cantidad, la rareza del material, o por provenir de un contexto mortuorio, sino también porque fueron encontrados en el entierro de una mujer, lo cual constituye hallazgos fuera de lo común dentro de la arqueología maya.

Si bien los eruditos han traducido la palabra puuhtz’ dándole el significado de "aguja" o "alfiler", el significado no es el mismo que en nuestra cultura occidental moderna. Puuhtz’ indica un instrumento relacionado con la producción de tela, aunque podría estar especificando un instrumento para tejer, o varios diferentes tipos de instrumentos para tejer. Los mayas tenían agujas para coser y para practicar sangrías, pero los huesos particulares de este estudio son demasiado despuntados, largos, y gruesos como para que sean el tipo de agujas que utilizaron los mayas del Clásico para dichos propósitos. En cambio, se asemejan a los alfileres o palitos para tejer utilizados por los mayas modernos en la fabricación de brocados, así como por las antiguas tejedoras en los Andes, que se exhiben en telares a medio tejer con la tela aún incorporada al telar y los instrumentos para tejer todavía insertados. En los Andes, la supervivencia de antiguos telares y de instrumentos para tejer es única en esa región debido al clima seco. Lamentablemente, no ocurre lo mismo en la región maya, y aunque tenemos representaciones cerámicas de mujeres tejiendo en telares de cintura, uno de los más antiguos tipos de telares utilizados a lo largo de la historia de la civilización humana, las figuras no son lo suficientemente detalladas como para demostrar el uso de instrumentos como éstos, o habrían sido tan pequeños que seguramente quedaron perdidos en el tiempo.

Aunque carecemos de las imágenes iconográficas de estos instrumentos que se utilizaron en el ámbito maya desde el primer milenio d.C., la probabilidad es que fueron utilizados en el contexto de la producción de telas a través de una correlación entre culturas que han usado el telar de cintura a lo largo de la historia, tal es el caso de las culturas andinas antiguas y modernas, las culturas de las Filipinas y de Indonesia, y los mayas modernos, los cuales demuestran el uso de instrumentos hechos de madera o de hueso que se asemejan notablemente a los de este estudio en relación con los tejidos con telares de cintura, además de los glifos tallados en ellos, que los señalan como huesos para tejer. Es posible que algunos de los huesos que no presentan el glifo de puuhtz’ (aguja o alfiler) o alguna otra inscripción, e incluso aquellos que sí lo incluyen, fueron utilizados para propósitos diferentes, tales como sujetadores para el cabello, alfileres para la ropa, para aplicar el maquillaje, o para algún otro uso cotidiano, aunque lamentablemente la evidencia no es abundante. En muchas vasijas pintadas sí se observa que algún tipo parecido de alfiler largo se utilizaba para sujetar en alto el cabello de las mujeres e incluso el de los hombres; sin embargo, sería difícil probar que tal fue el propósito de estos huesos en particular. Por la variedad de patrones de tejidos, de grosores y de telas, que iban de espesos brocados a tejidos abiertos tipo encaje, los cuales podemos observar en los monumentos tallados, así como en los murales pintados y en las vasijas de los antiguos mayas, es probable que necesitaran una variedad de instrumentos, diversidad que ha sido comprobada a través de los huesos de este análisis. Sin embargo, los huesos sin el glifo de puuhtz’ o alguna inscripción poseen suficiente homogeneidad con aquellos que son llamados alfileres para tejer como para que probablemente sirvieran a un propósito parecido. Para los fines de este estudio, nos concentraremos en la utilización que tuvieron para el tejido, y dejaremos de lado la cuestión de su posible aplicación en otras labores.

Hay veinticuatro huesos completos o solamente quebrados en parte, aunque la mayoría de los huesos rotos han sido reconstituidos por conservadores modernos desde que se les desenterró, y trece tienen glifos incisos. También hay quince fragmentos que no han podido ser reconstruidos, de los cuales, siete tienen inscripciones de algún tipo. Dos huesos completos y cuatro de los fragmentos tienen líneas que bajan en espiral alrededor de ellos, un motivo común en los instrumentos para tejer y posiblemente relacionado con el uso particular de ese tipo de hueso. Todos los huesos y fragmentos tienen o han tenido en algún momento de la historia pináculos decorativos en forma de manos que sostienen objetos abultados, objetos abultados solos, cabezas ahuecadas con mejillas redondas, y en el caso de un hueso estéticamente refinado, un ave quetzal resplandeciente. Los huesos más completos miden entre quince y veinticinco centímetros de largo, y son muy delgados, midiendo de tres a seis milímetros de grosor. Los extremos decorativos son más grandes, midiendo entre cinco milímetros y hasta un centímetro y medio de grosor. Los fragmentos son más delicados, y varían sólo de dos a trece centímetros de largo y menos de tres a casi cinco milímetros de grosor.

Elegantes y delgados, estos instrumentos cuidadosamente construidos eran los ornamentos artísticos finamente tallados de la persona enterrada con ellos, aunque eran más funcionales que algunos de los objetos de hueso mayas decorados más elaboradamente y que están incluidos en los ricamente ataviados entierros de gobernantes. Son de la tumba de una mujer de la realeza de Naranjo, un antiguo sitio maya ubicado en la región del extremo noreste de Guatemala, cerca de la frontera actual con Belice, conocido por su actividad entre el 300 y el 900 d.C.  Es poco lo que se sabe sobre el desarrollo de Naranjo fuera de ese período debido a la falta de trabajo arqueológico en el lugar. La mayor parte de la información que hemos obtenido a partir de la evidencia involucra un lapso de tiempo bastante extenso conocido como el período Medio, en el transcurso de cuya primera parte Naranjo fue gobernada por una mujer entre el 682 y el 693 d.C., quien actuó como regente en nombre de su hijo. Posiblemente haya incluso comandado el sitio hasta el año 741 apoyando a su hijo, el gobernante, o junto con éste, puesto que apareció en varios monumentos como una soberana victoriosa. Casi todos los eruditos creen que los títulos de los huesos que aquí nos ocupan son variaciones de los títulos de esta mujer. Sin embargo, es más probable, por razones que se discuten en el próximo capítulo, que pertenecieran a otra mujer de la realeza de Naranjo de esta misma época o de los siglos que siguieron.

Las actividades de producción de alimentos y telas en la antigua sociedad maya constituían dos de los deberes cruciales y que consumían gran cantidad de tiempo de las antiguas mujeres mayas, y es así que han servido como elementos que definieron su identidad social. Los huesos de este estudio fueron instrumentos que pudieron haber sido utilizados para el cumplimiento de estas tareas y de ahí que fueran colocados en la tumba de una mujer. Artículos similares a éstos, aunque poco comunes, también han sido encontrados en las tumbas y en la decoración de entierros y palacios de la realeza y de la elite, no sólo de los mayas, sino también de otras culturas precolombinas como la de los mixtecas en Zaachila, indicando que los instrumentos utilizados en la producción de telas eran objetos de importancia para estas culturas. Algunos de los huesos hallados en la tumba de la muy conocida Señora K’ab’al Xoc en la Estructura 23 de Yaxchilán tiene un parecido con los de este estudio, si bien son mucho más pequeños y no tienen las inscripciones más largas y una total plenitud. En Mirador, México, y en Uaxactún, Guatemala, se han identificado ejemplos de un período comparable y que muestran glifos análogos, así como también en Dzibilchaltún, aunque las cantidades siguen siendo reducidas. Los instrumentos para tejer representados en Zaachila fueron mostrados como bienes que la mujer, la Señora 4 Conejo estaba llevando consigo en ocasión de su boda con el Señor 5 Flor. Estos representaban su aptitud en dicho arte y su habilidad para contribuir en la tradición de hacer regalos de los mixtecas, una tradición similar a la de los mayas. Sus habilidades para crear textiles y por consiguiente producir artículos para el tributo eran una atracción adicional en su papel de esposa real.

Tejer era una metáfora para el proceso de crear y alumbrar a un hijo, y los instrumentos utilizados en el proceso de tejer tenían connotaciones con el acto de la procreación. La habilidad productiva física fundamental de una mujer tenía que ver con su capacidad de crear telas y vestimentas. Además, se ha visto que mientras que el énfasis para las mujeres mayas no pertenecientes a la elite parece haberse enfocado en su habilidad para preparar alimentos, el énfasis, en el caso de las mujeres de la elite, parece haber estado enfocado con su capacidad para fabricar textiles, indicando que la producción de telas y las telas en sí constituían acciones y objetos de alto status dentro de las antiguas culturas mayas. La habilidad de una mujer de la elite para proveer telas para el pago de tributos y contribuir a la riqueza de una unidad doméstica parece haber revestido particular importancia, tanto para los mayas como para otras culturas mesoamericanas, tal vez tanto como la inyección de poderosas líneas de sangre. Las ceremonias de tributos y de entrega de regalos en las que se intercambiaban objetos tales como telas, alimentos, cerámicas y otros artículos entre los señores (ajaw) y los servidores (sajal), constituían el medio fundamental para cimentar relaciones entre los antiguos mayas. Por lo tanto, no es tan sorprendente que los instrumentos utilizados en esta actividad central de la producción de telas fueron depositados en las tumbas de las mujeres de la elite. Sin embargo, debido a la escasez de dicha evidencia enterrada y a los estudios enfocados en ello, el significado exacto de tales depósitos fúnebres y lo que significan en términos del status y los roles de las antiguas mujeres de la elite maya sigue siendo un misterio.

Poco estudiados hasta ahora, los instrumentos de hueso catalogados en este trabajo pueden arrojar alguna luz sobre este enigma. Para ser objetos relativamente poco comunes en un pequeño cuerpo de objetos de hueso relacionados con el tejido hallados en una tumba de Naranjo en el noreste de Guatemala, despertaron muchas preguntas que esta exposición tratará de responder. ¿Quién era la mujer a la que pertenecían? ¿Cómo fue que ella llegó a Naranjo? ¿Cómo los utilizó para tejer? ¿Con qué frecuencia los usó? ¿Cuál es el propósito o el significado de haber sido enterrados con ella? A través de un cuidadoso examen iconográfico, iconológico y por categorías de la ofrenda funeraria con la que se les encontró, así como de cada hueso en forma individual incluyendo una traducción vaga de los glifos inscritos en ellos, espero poder contribuir con información adicional en el discurso actual que intenta elucidar las diversas posiciones de las mujeres en la sociedad maya clásica.

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por Chelsea Dacus

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