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Una reinterpretación de un Vaso Chamá
Por:  Elin C. Danien
Traducido del Inglés por Alex Lomónaco
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Los cilindros de cerámica pintados hechos por los mayas durante el Clásico Tardío (700-900 d.C.) constituyen una categoría especial altamente apreciada por los arqueólogos, historiadores del arte, artistas y connoisseurs por igual. Muchas de estas obras maestras de la policromía han sido excavadas intactas de las tumbas y palacios de la elite, y están reconocidas como una de las más exquisitas expresiones del genio artístico maya. En verdad, su presencia es a menudo un indicador de "lo maya" del Clásico (Reents-Budet 1994). Su función e importancia han sido objeto de debate, y el significado de las escenas pintadas ha sido por su parte objeto de argumentos ampliamente divergentes. En este artículo examino la fascinante anomalía de la subcategoría conocida como cerámicas policromas Chamá, igualmente admiradas pero un tanto más enigmáticas.

Mapa de Chamá Las cerámicas policromas Chamá han sido llamadas así por el tipo de sitio localizado en el sur de Guatemala, que se encuentra en un fértil valle de Alta Verapáz, en las montañosas tierras del centro de Guatemala, y situado entre las grandes ciudades de la Época Clásica del Petén en las tierras bajas, y las más escasamente pobladas tierras altas hacia el oeste y sur (Figura 1). La región está situada en una de las más importantes rutas precolombinas de comercio, pero es periférica con respecto a las prominentes ciudades mayas de las tierras bajas, y sus restos arqueológicos no son de carácter espectacular. Eso, y la inestabilidad política de los últimos veinte años, han contribuido a la prolongada interrupción de las investigaciones arqueológicas que tuvo lugar en dicha región. De este modo, la alfarería, que siempre fue un elemento importante del registro arqueológico en toda investigación sobre la civilización maya, es de fundamental importancia cuando se trata de entender el desarrollo cultural y el cambio en la región geográficamente marginal de Chamá, donde no hubo arqueólogos que trabajaran allí en los últimos 80 años. Dichas vasijas son prácticamente todo lo que tenemos para inferir una historia de la región y para abrir vías de investigación en cuestiones tales como el comercio, la política, la especialización artesanal, y la iconografía.

Los jarrones cilíndricos estilo Chamá tienen unas características franjas con motivos en blanco y negro estilo chevrón, pintadas alrededor del borde y la base, con un blanco brillante y una intensa paleta roja y negra aplicada sobre un típico fondo de color que va del amarillo al amarillo-anaranjado. El modelo decorativo de preferencia es, ya sea una escena estática o individual que se repite en cada una de las mitades de la superficie de la vasija, o bien una escena continuada que va envolviendo el cilindro, como por ejemplo la que aparece en el bien conocido Jarrón Ratinlinxul (Figura 2).

Allí donde hay presencia de jeroglíficos, éstos forman por lo general frases cortas, son nombres personales, o nombres calendáricos de días. Debido a que las cerámicas de las tierras altas utilizaban menos cantidad y frecuentemente más glifos dibujados como bosquejos que los que se usaban en las bien conocidas cerámicas de las tierras bajas, los epigrafistas modernos en un principio creyeron que se trataban de meros motivos decorativos, o en todo caso pseudoglifos imitativos puestos allí por artistas analfabetos. Esta ya ha dejado de ser una teoría creíble, si bien muchas de las inscripciones siguen sin entenderse del todo.

Una de las razones por el interés que existe en estas cerámicas es la no ortodoxa y repentina aparición de este sofisticado estilo en el equivalente de las regiones mayas más olvidadas. El estilo Chamá surgió repentinamente, floreció durante un breve período, y con igual rapidez dejó de existir abruptamente, en la medida en que los alfareros retomaron sus tradiciones locales. Aunque se las adscribe por lo general al Clásico Tardío, Reents-Budet sugiere un marco temporal más ajustado: "En base a los escasos datos arqueológicos disponibles sobre las vasijas estilo Chamá, éstas probablemente daten de fines del siglo siete o comienzos del siglo ocho d.C." (Reents-Budet 1994). Ella estima que no más de dos o tres generaciones de alfareros, trabajando en un área geográfica extremadamente circunscrita en las tierras montañosas del centro de Guatemala, lejos de los grandes centros clásicos de las tierras bajas mayas, fueron los responsables de la fabricación de toda esta alfarería.

Hay docenas – en realidad, cientos – de vasijas estilo Chamá sin procedencia identificada en museos y colecciones privadas. Llevan la carga del reconocido problema que representa para los eruditos la falta de datos contextuales, una reconstrucción problemática, pintura creativa aplicada sobre la original, y la de poder llegar a ser una potencial falsificación. El Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pennsylvania tiene la única colección museográfica de que se tiene noticias de cilindros policromos Chamá con datos sobre su procedencia; solamente ocho vasijas cumplen con los estrechos criterios de escenas pintadas de figuras, forma cilíndrica, y característicos bordes en forma de galón.

En otra publicación, he planteado que el estilo Chamá fue introducido por colonos provenientes de las tierras bajas (Danien 1998). Ahora, después de haber examinado el vaso Chamá de la colección del Museo de Pennsylvania, puedo dar un nombre para dos de sus gobernantes. La escena representada en la vasija (Figura 3) muestra dos grupos de figuras que están las unas frente a las otras, frente a una figura de rodillas flanqueada por dos individuos pintados de negro.

El diseño de estera entrelazada en los brazos y piernas de la figura que está de rodillas es un símbolo de realeza y la identifica como un miembro de la elite, tal vez el gobernante de algún estado pequeño, aunque no luce nada que ponga de manifiesto una posición enaltecida de ese tipo. A juzgar por la combinación de su capa de piel de jaguar, una elaborada joyería, y su fiera expresión, el hombre pintado de negro que sostiene la lanza es la figura más importante de la escena.

Ha sido generalmente aceptado que los glifos expresaban los nombres de los actores, pero éstos han desafiado toda interpretación o sentido en cualquiera de los idiomas de las tierras altas. Sin embargo, en la lengua cholán del oriente, que es la familia de idiomas que se hablaban en las tierras bajas mayas, éstos se vuelven claros. Gracias a la labor invalorable de la lingüista Judith Storniolo, de la Universidad de Pennsylvania, una interpretación tentativa de la inscripción logra proporcionar los nombres de las figuras, y nos dan información política y social que incluye un título que no se conocía hasta el momento para un cargo religioso (Storniolo 2000: comunicación personal).

Al leer la escena de izquierda a derecha, las dos primeras figuras, K’an Chubi, Amarillo, o Precioso Huajolote, y Holtab Balam, Frente o Banda de Jaguar para la Cabeza o la Frente, no juegan ningún papel central en estas situaciones. El nombre de la tercera figura es Bas Ch’am, que puede leerse como "El que Envuelve la Cosecha". La figura pintada de negro junto a Bas Ch’am es K’an ti Pop: el Señor Punta de Lanza.

Los glifos que acompañan a la figura arrodillada tienen un significado más enigmático. Ch’o Tz’apah Ah Waxak Haab Sus, puede entenderse como el "Señor Puma, aquel que ha gobernado ocho años, instalado, o en su lugar", con el glifo final que significa sangre, o purificación.

Los glifos frente a la figura dominante del hombre pintado de negro que sostiene la lanza se leen Ochma Kab Pop Muwan… el Señor Búho, o Señor Muwan, entró en la tierra. La figura final es K’an Moo Ch’ok Ajaw, el Joven Señor Guacamayo Amarillo.

Esa vasija ha sido objeto de distintas interpretaciones, y sus actores identificados diversamente como seres sobrenaturales, figuras del inframundo, y mercaderes. Yo planteo que se está conmemorando un evento verdadero, y que contiene información cultural de importancia para nuestra comprensión del tiempo, el lugar, y las personas.

El importante evento que se conmemora es el funeral, o la entrada en la tierra, del Señor Muwan. Su heredero, el joven noble, está detrás de él, a la derecha del observador, observando las ceremonias. La frase ch’ok ahaw, literalmente joven brote, es usada con frecuencia para identificar al aparente heredero. En Palenque ya se conocían escenas similares que mostraban al rey muerto y a su heredero vivo, donde Pacal, el gobernante muerto y su sucesor vivo, Chan Bahlum, son mostrados uno frente al otro.

Entre los asistentes que muestra el vaso está la persona que viste a los muertos, Bas Ch’am, "El que Envuelve la Cosecha". Tal descripción de su función refuerza el argumento planteado por Marshall Becker (1992), en cuanto a que el entierro de los muertos para los mayas de las tierras bajas no era en realidad un entierro sino más bien una ofrenda al Dios de la Tierra. K’an ti P’op, el Señor Punta de Lanza, es un participante fundamental en las ceremonias que rodean a esta ofrenda.

La figura de rodillas, el Señor Puma, está a punto de ser sacrificado como parte de la purificación ritual en conexión con las ceremonias funerarias de Señor Muwan. Los aretes "sacrificiales" de papel que luce, su carencia de ornamentos, su posición bajo la cuchilla, son todos elementos que apuntan a su inminente sacrificio (Schele y Miller 1986). El diseño de estera en su cadera y brazo lo identifican como miembro de la elite. En los monumentos de las tierras bajas, cuando se muestran personajes de cautivos, éstos por lo general están identificados por los glifos de nombre que aparecen en sus cuerpos (Figura 4a, b).

Figura 4a. Cautivo de Toniná. Figura 4b. Cautivos de Yaxchilán.
Figura 4a. Cautivo de Toniná. Figura 4b. Cautivos de Yaxchilán.

La escena del jarrón Chamá, acoplada con su uso de un idioma de las tierras bajas y los actuales datos arqueológicos disponibles de otros sitios, contribuyen a proporcionar un cuadro de los cambios políticos ocurridos en el Clásico Tardío en esta región poco conocida.

Hacia más o menos el 650 d.C., las fluctuantes alianzas y guerras entre distintos estados mayas independientes se estaban tornando más generalizadas y más destructivas que nunca antes. Entre los mecanismos diseñados para evitar conflictos internos entre el creciente número de elites, se daba lo que podríamos llamar "una formación de enjambres", esto es, grupos de cadetes de las familias gobernantes que abandonaban su ciudad natal y partían, ya fuere para fundar una nueva ciudad, o apoderarse de un señorío más débil y ya existente.

Mapa Como parte de la red de comercio que se extendía desde las tierras altas hasta las tierras bajas, Chamá era conocida para aquellos que vivían en las ciudades de las tierras bajas a lo largo de las regiones de los ríos Pasión y el Alto Usumacinta. Como el único amplio valle a lo largo del río Chixoy (Figura 5), seguramente habría sido atractivo para tales colonos de la elite, que escapaban de las vicisitudes políticas y militares de las tierras bajas. Debido a que las inscripciones los identificaban, sabemos que los artistas que pintaron las hermosas vasijas policromas del Clásico Tardío, fueron a menudo miembros jóvenes de las familias gobernantes (Reents-Budet 1996, 1998). Dichos artistas, entre los colonos, seguramente enseñaron a los artesanos de Chamá a imitar esa forma de vasija y los estilos de pintura comunes en las tierras bajas, y encargaron ilustraciones que reflejaban el poder político y religioso del nuevo régimen. La importancia de estos nuevos jefes supremos ha sido reflejada en los muchos fragmentos de vasijas Chamá hallados en varias de las ciudades-estado a lo largo del río Usumacinta. El estilo, a pesar de su corta vida, fue lo suficientemente bien conocido y valorado como que lo usaran los artistas mayas como elemento decorativo en muchas vasijas estilo Chamá, sin procedencia conocida.

Otro cilindro policromo da un indicio de la ciudad desde la cual pudieron haber llegado estos colonos. El Jarrón de Altar de Sacrificios, hallado en excavaciones realizadas en ese sitio, ha sido interpretado como la conmemoración del funeral del personaje en cuya tumba se encontró el vaso (Adams 1971). Tres de las figuras que aparecen en el jarrón han sido identificadas como miembros de la elite de tres sitios diferentes. Dos de esos sitios están en las tierras bajas, y uno todavía no ha sido identificado.

Los glifos que identifican al hombre sentado que luce un tocado de venado indican que él es el way o co-esencia espiritual del bacab o gobernante del sitio, cuyo glifo emblema todavía no ha sido reconocido (Adams 1977). Reents-Budet y Sharer, entre otros, han sugerido que el sitio de donde éste proviene se encuentra en las tieras altas. Dada la cantidad relativamente abundante de vasijas Chamá en Altar, uno podría asumir la existencia de relaciones de comercio y de regalos que se hacían entre las elites, con los señoríos de las tierras altas.

Si el grupo colonizador que se apoderó de Chamá provino de esta región, entonces la presencia de un funeral importante habría sido lo apropiado, y denominar al gobernante de Chamá como un bacab, o gobernante de un sitio secundario, tal vez con obligaciones para con el gobernante de Altar, habría sido algo completamente comprensible dentro de la estructura política de los mayas. Altar de Sacrificios se encuentra en la confluencia de los ríos Pasión y Chixoy, corriente abajo de Chamá, en el punto donde los dos ríos se unen para formar el importantísimo río Usumacinta.

De esta manera, el Vaso Chamá viene a llenar una pequeña parte de la historia maya del Clásico Tardío: los intrusos de las tierras bajas que llegaron a Chamá introdujeron un estilo artístico y ceremonias que fueron emuladas durante todo el tiempo en que los colonos fueron percibidos como poderosos. El Señor Muwan fue sucedido por su hijo, el Joven Señor Guacamayo Amarillo. Con el colapso de las grandes ciudades del centro del Petén, la opulencia de las tierras bajas ya no buscó abrirse camino en las tierras altas. Los colonizadores dejaron de ser considerados valiosos o dignos de imitar. Partieron, o fueron absorbidos por la cultura local. A medida que los artistas más ancianos fueron muriendo, los nuevos tomaron los estilos de la comunidad circundante. Los alfareros retornaron a las viejas costumbres, y el breve florecimiento de los cilindros policromos Chamá llegó a su fin. Por última vez, el Señor Muwan y su dinastía entraron en la tierra.

Referencias Citadas

Adams, R.E.W.
1977 Comments on the Glyphic Texts of the "Altar Vase" En Social Process in Maya Prehistory: Studies in Honor of Sir Eric Thompson, Norman Hammond, editor. Págs. 409-420. Academic Press, Londres.
1971 The Ceramics of Altar de Sacrificios. Papers of the Peabody Museum of Archaeology and Ethnology. Harvard University, Cambridge, MA.
Becker, Marshall J.
1992 Burials as Caches, Caches as Burials: A New Interpretation of the Meaning of Ritual Deposits Among the Classic Period Lowland Maya. En New Theories on the Ancient Maya. E.C. Danien y R. Sharer, editores. Págs. 185-196. Philadelphia: The University Museum, University of Pennsylvania.
Danien, Elin C.
1998 The Chamá Polychrome Ceramic Cylinders in The University of Pennsylvania Museum Tesis inédita, Universidad de Pennsylvania.
Reents-Budet, Dorie
1998 Elite Maya Pottery and Artisans as Social Indicators. En Craft and Social Identity, Cathy Costin y Rita Wright, editoras, Anthropological Papers of the American Anthropological Association No. 8, Washington, D.C.
1996 Classic Maya Pottery Vessels: Social Rituals and Cosmological Rites; artículo presentado en el 14th Annual Maya Weekend, University Museum, University of Pennsylvania, Marzo 30-31.
Reents-Budet, Dorie, con contribuciones de Joseph Ball, Ronald Bishop, Virginia Fields, y Barbara McLeod
1994 Painting the Maya Universe: Royal Ceramics of the Classic Period. Duke University Press, Durham y Londres.
Schele Linda y Mary Ellen Miller
1986 The Blood of Kings: Dynasty and Ritual in Maya Art. G. Braziller y el Kimbell Art Museum, New York y Fort Worth.

Los comentarios han de dirigirse a la autora, Elin C. Danien.
edanien@sas.upenn.edu

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