Imagen - Vasija de Cacao - K6706 © Justin Kerr FAMSI © 2006:
David Wahl
 

Cambio Medio Ambiental y Agricultura Prehistórica en la Cuenca El Mirador

Figura 1. Mapa de Petén, Guatemala, incluye estudio del sitio (lago Puerto Arturo) y sitios arqueológicos selectos.
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Antecedentes

La Cuenca El Mirador, localizada en la porción central del norte de Petén, Guatemala y el sur de Campeche, México, es una de las áreas más remotas de las Tierras Bajas Mayas (Figura 1). Hoy, el área comprende ciénagas extensivas estacionales (bajos) esparcidos con picos y cuestas relativamente bien drenadas. Su intensa estación seca, la falta de fuentes de agua perennes, y pantanos extensivos forman una barrera formidable para el asentamiento. Aún el área estuvo poblada densamente en los períodos Preclásico Medio y Tardío (1000 a.C. – 150 d.C.) y modestamente ocupada durante el Clásico Tardío (600-900 d.C.). Las investigaciones arqueológicas y ecológicas, primeramente llevadas a cabo por el Proyecto la Cuenca El Mirador revelaron una larga historia de asentamiento humano (Dahlin 1984; R.D. Hansen 1990, 1991, 1992, 1998; Howell y Copeland 1989; Matheny 1987). La evidencia más temprana de fechas de estructuras permanentes fue aproximadamente 1000 a.C.  Por los años 400 a.C., había cerca de una docena de centros urbanos en el área, incluyendo los centros grandes de Nakbé y El Mirador. La evidencia de estas grandes poblaciones ha guiado a los investigadores a examinar el escenario medioambiental durante el levantamiento de grandes centros, como también el posible papel de cambios medioambientales en sus derrumbamientos, que ocurrieron por lo menos en dos ocasiones (alrededor de 150 d.C. y 900 d.C.).

El trabajo paleo-medioambiental previo en la Cuenca El Mirador ha sido limitado por la falta del material central de edad suficiente para permitir un análisis comparativo de la región anterior, durante y después de los períodos de mayor ocupación Maya. Un estudio de polen inicial sobre el sedimento de aguada Zacatal, un depósito Maya cerca de Nakbé, estableció la existencia de microfósiles bien conservados (Weinstein 1993). En 1998, se levantaron una serie de núcleos de sedimentos de aguada y se produjo un record completo (Wahl 2000). El registro, que cubre el Clásico Tardío al presente, muestra dos zonas distintas; una de trastorno ecológico y agrícola y una de regeneración forestal y estabilidad general. Un cambio dramático en el polen y espectros de carbón entre las zonas marcan el abandono del período Clásico del área (Wahl 2000).

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