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Hans Roskamp
 

La metalurgia prehispánica y colonial en Jicalán, Michoacán, México: una prospección arqueológica

Comentarios finales

Teniendo en cuenta que sólo se trata de resultados preliminares, nos gustaría presentar algunas breves reflexiones sobre la comparación del Lienzo de Jicalán con los datos obtenidos a través de la prospección del sitio arqueológico. Además de poner énfasis en Jicalán el Viejo como centro metalúrgico, ambas fuentes parecen coincidir en la ausencia de yacimientos de cobre en las inmediaciones. Esto significa que los minerales muy probablemente hayan sido traídos del sur de la Tierra Caliente, contradiciendo o por lo menos matizando la idea generalizada de que las minas siempre estaban cerca de las fundiciones y otras unidades de producción. En el caso de Jicalán existían otros factores que quizá eran más importantes que la cercanía de la materia prima: era un lugar protegido ubicado en una zona fronteriza, cerca de grandes centros urbanos y mercados, contando además con corrientes de aire y buen combustible que permitían una buena fundición.

Nuestro primer acercamiento a la zona arqueológica de Jicalán también hace revivir una añeja discusión sobre el origen y desarrollo de sistemas de comunicación o escritura pictográfica en Michoacán. Hasta el momento, en el sitio únicamente encontramos una serie de petrograbados que muestran una iconografía relativamente sencilla en cuanto a su forma, tratándose en su mayoría de las llamadas "maquetas". La cerámica que hallamos parece ser de uso exclusivamente doméstico y no muestra dibujos o pinturas. No hay ninguna evidencia arqueológica de la existencia de convenciones de la escritura pictográfica que sí están presentes en el Lienzo de Jicalán y en otros documentos coloniales.

Hasta el momento pudimos establecer que el sitio de fundición estuvo habitado durante por lo menos el posclásico tardío y gran parte del siglo XVI. El lienzo no proporciona fechas concretas, no obstante parece referirse a la misma temporalidad cuando habla de la ocupación de Jicalán. En el documento se mencionan explícitamente la expansión tarasca de la segunda mitad del siglo XV y la fundación del pueblo colonial después de la conquista española. Sólo el origen, la migración y la fundación original del asentamiento ocurrieron en un pasado sagrado más lejano que se remonta al principio de los tiempos. Es precisamente esta parte del documento que será difícil de comparar con los materiales arqueológicos ya que los últimos por lo general nos proporcionan otro tipo de datos. Sin embargo, es necesario intentar la comparación debido a que la simple calificación de las "historias sagradas" como mitos por unos o sucesos reales por otros, es muy insatisfactoria.

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