Imagen - Vasija de Cacao - K6706 © Justin Kerr FAMSI © 2003:
Juan Luis Bonor
 

Caves Branch Caves, Distrito de El Cayo, Belice.
Reporte Arqueológico de Campo
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Enlaza con Figura 4. Excavación en C.B.R.S.

Año de Investigación:  1997
Cultura:  Maya
Cronología:  Pre-Clásico al Clásico Posterior
Ubicación:  Distrito Cayo, Belice
Sitios:  Petroglyph, Pothunters, Satabe, Footprints, Cueva St. Margaret y otros.

Tabla de Contenidos

INTRODUCCION AL USO DE LAS CUEVAS POR LOS MAYAS
INVESTIGACIONES PREVIAS EN LA REGION DE CAVES BRANCH RIVER VALLEY
EXCAVACIONES EN CAVES BRANCH ROCK SHELTER
Introducción
Caves Branch Rock Shelter (C.B.R.S.)
Excavación en Caves Branch
Cultura Material Recuperada de Caves Branch
Lítica
Concha
Cerámica
Restos Humanos. Metodología
Edad y Sexo
Los Entierros
POTTERY CAVE
TE TUN CAVE
ANALISIS COMPARATIVO DE LOS PETROGLIFOS>
CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
LISTA DE TRANSPARENCIAS
LISTA DE DIBUJOS
LISTA DE FOTOGRAFIAS
REFERENCIAS CITADAS

INTRODUCCION AL USO DE LAS CUEVAS POR LOS MAYAS

Fue Fray Diego de Landa quien nos proporcionó las primeras noticias sobre las cuevas mayas en su libro Relación de las Cosas de Yucatán. En el nos dice que … En Maní pueblo del rey, cavamos un pozo grande para hacer una noria a los indios y al cabo de haber cavado siete u ocho estados en una peña fina, hallamos un sepulcro de siete buenos pies de largo, Ileno de tierra bermeja muy fresca y de huesos humanos y todos estaban ya casi convertidos en piedra; faltaban dos o tres estados por llegar al agua y antes de ella había una bóveda hueca que creó Dios de manera que estaba el sepulcro metido dentro de la peña, y se podía andar por debajo hasta donde (estaba) el agua; no pudimos entender como fuese esto si no es que digamos que aquel sepulcro se abrió allí por la parte de dentro, y después, con la humedad de la cueva y el mucho tiempo, vino a congelarse la peña y crecer y así cerrarse aquello (Landa, 1982:119). A esta misma caverna, la de Cabalcheen Maní, se refiere en 1531 Antonio de Herrera y Tordesillas, haciendo hincapié en la grandeza del cuerpo encontrado en ella. Posteriormente, Francisco Antonio Fuentes y Guzmán (1969) nos describe una gruta situada muy cerca de Mixco Viejo (Guatemala), y que fue visitada en el primer tercio del siglo XVII por el religioso inglés Thomas Gage.

Mas de dos siglos tuvieron que transcurrir para que John L. Stephens publicara en 1843 sus Incidents of Travel in Yucatán, obra en la que se mencionan algunas cuevas y cenotes visitados personalmente por el autor, e inmortalizados, como en el caso de las grutas de Xtacumbil-Xunaan, por las excelentes litografías de su compañero de expedición Frederick Catherwood.

Continuador de la labor de Stephens, pero profundizando más en la investigación fue Henry C. Mercer, autor de The Hill-Caves of Yucatán, obra publicada en 1896 y que fue reeditada, con una magnifica Introduction de J. Eric. S. Thompson en 1975. El propio Thompson había publicado ya en 1959 un articulo titulado The role of Caves in Maya Culture, trabajo en el que intenta y consigue una valiosísima aproximación a la utilización de las cuevas por los mayas antiguos y contemporáneos. Pero volviendo a Mercer hay que añadir que la importancia de su obra radica no sólo en ser un trabajo pionero en la materia sino que, a pesar de su antigüedad, no queda totalmente desfasado debido a las escasas investigaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en las cuevas yucatecas de la zona Puuk visitadas por él a finales del siglo pasado.

Pero como es de suponer, el campo de investigación no está ni mucho menos saturado con las publicaciones mencionadas, aunque en líneas generales podríamos poner fin a los trabajos efectuados el pasado siglo con los realizados por Edward Thompson en la Gruta de Loltún (Yucatán) y los de George B. Gordon en las cavemas de Copán (Honduras). Pero es a partir de los años sesenta de nuestro siglo cuando podemos fijar el auge de los trabajos sobre este particular; los programas de David M. Pendergast en Belize son buena muestra de ello, pero con anterioridad, autores como Frans Blom, Thomas Gann y Adrian Digby, entre otros, dedicaron gran parte de su tiempo a profundizar en este apasionante campo. En los años que han transcurrido desde 1960 a nuestros días, las publicaciones que hacen referencia a cuevas y su consiguiente investigación arqueológica, han continuado proliferando, aunque dado el elevado numero de cavernas con ocupación maya siempre quedaran problemas sin la adecuada respuesta.

Por los datos obtenidos podemos afirmar que, en la Península de Yucatán, se encuentra la mayor concentración de cuevas con vestigios arqueológicos de todo el área maya. Esta gran cantidad de cavernas, dificultan el estudio extensivo de las mismas, con lo que los datos globales, aquellos que nos van a permitir el planteamiento de hipótesis en cuanto a su utilización, quedan muy disminuidos. A pesar de esta limitación podemos señalar como rasgo principal de estas cuevas, el que fueron en gran parte suministradoras de agua a los centros próximos. Y valga aquí la idea, que se nos ha negado en alguna ocasión, de que numerosos centros mayas se situaron lo más cerca posible de las cavernas, tanto por un fin doméstico como ceremonial.

Por lo que se refiere a las cuevas del sur, hay que destacar en ellas la abundancia de enterramientos y un culto muy arraigado al Dios Jaguar, lo que provoca que la relación de las cavernas con el inframundo maya se vea con mayor claridad. Por último, las cuevas de Belize son las que nos ofrecen el mayor abanico de posibilidades en cuanto a su utilización, motivado por el gran número de investigaciones que en ellas se han desarrollado. En líneas generales, podemos hablar para esta zona de ceremonias de renovación anual, autosacrificios, enterramientos, obtención de zuhuy ha, etc.

Eric S. Thompson observó en la religión maya tres esferas claramente diferenciadas. De un lado, la religión estatal, llevada a cabo en los grandes centros ceremoniales bajo la dirección de los Halach Winikob, personajes directamente emparentados con la élite local; por otra parte, la religión campesina, practicada en el interior de las aldeas y alejada de todo el ceremonialismo, e incluso, la teatralidad de los rituales de la clase dirigente y, por último, los ritos y ceremonias que se llevaban a cabo en la oscuridad de las cavernas. Esta división es demasiado rígida pues obedecería a una concepción de la sociedad maya ya superada, sin embargo, sí es cierto que poseemos abundante información sobre el ceremonial en los centros y en las aldeas mayas, no sucediendo lo mismo con los rituales practicados en las cavernas del Mayab o relacionados con ellas.

El motivo de este desconocimiento obedece, en principio, a la falta de documentación etnohistórica, ante el recelo de los mayas a informar sobre estos temas. Aún hoy día es difícil presenciar una ceremonia en el interior de una caverna, pues el carácter sagrado de las mismas aparece todavía muy acusado. No nos cabe la menor duda de que la Inquisición nos privó de numerosas informaciones sobre las ceremonias, algunas de carácter sangriento, que se realizaban en estos lugares, ritos que han sobrevivido hasta tiempos muy recientes; si bien y como excepción, algún ceremonial ha podido ser recogido, por medio de una grabación, en la Gruta de Balankanche (Andrews IV, 1970).

Ante la constancia de que cierto tipo de ceremonias se practicaron en la oscuridad de las cuevas mayas, cabe hacerse una pregunta: ¿Cómo y por qué se iniciaron este tipo de cultos? De todos es conocido que el hombre prehistórico utilizó las cuevas como lugar de refugio o de habitación y es evidente que los primeros humanos que poblaron Mesoamérica también actuaron de esta forma. Las excavaciones en ciertas grutas del área maya, como por ejemplo Loltún en Yucatán, o el abrigo rocoso de Santa Marta Ocozocoautla en Chiapas, proporcionan fechas de ocupación en torno al 5000 A.C., datación muy anterior a la aparición cultural de los primeros mayas. Así pues, la respuesta a la pregunta antes formulada hay que buscarla en el particular planteamiento que del mundo y el cosmos tenían los antiguos ocupantes del área maya. Dentro de esta cosmovisión, el cielo va a ocupar los trece niveles superiores, asentado sobre la tierra y los nueve niveles del inframundo. Esta estructura mental se va a materializar, desde nuestro punto de vista, en la construcción de las grandes pirámides que se distribuyen a lo largo del territorio en estudio. Pero, ¿qué lugar ocupa la cueva? Sin lugar a dudas el lugar del inframundo; la cueva va a representar la materialización de esos nueve niveles inferiores, el lugar de ocsuridad y tinieblas, el Xibalbá mencionado y descrito en el Popol-Vuh.

La comunidad de ideas en el ámbito de las religiones mesoamericanas hace que este planteamiento se vea reforzado por otros datos procedentes de regiones alejadas del Mayab. La asociación cueva-pirámide (inframundo-cielo) aparece claramente en el área maya, pero también trasciende sus fronteras, como por ejemplo, en la Pirámide del Sol de Teotihuacán, que fue edificada sobre una caverna. No cabe duda de que algún acontecimiento o hecho de tipo divino debió suceder en las profundidades de esta gruta para justificar la construcción de tal estructura. Sin ir más lejos, dentro de nuestro ámbito cultural, o por lo menos del ámbito cultural europeo, apariciones celestiales y manifestaciones divinas en lugares naturales, han provocado la construcción de magníficos Santuarios; ejemplos como los de Montserrat (España), Lourdes (Francia) o Fátima (Portugal), son buena muestra de ello. Volviendo de nuevo al área Maya, resaltar que en Caracol (Belize), la mas alta de sus estructuras, Caana, con 43 metros de altura, fue edificada sobre la roca madre (bedrock), en un claro intento simbolico de unir el mundo superior con el mundo inferior.

Pero las cuevas no van a ser únicamente la representación del inframundo, sino que también serán consideradas como el lugar habitado por los dioses e, incluso, la patria lejana y primera de los primeros hombres. Esta serie de circunstancias provocan que las cavernas sean recintos donde los mayas prehispánicos celebraron ritos de muy variada índole. Enterramientos, incineraciones, sacrificios y manifestaciones artísticas, son el resultado de algunas de estas ceremonias.

Eric Thompson fue el primero en plantear, siguiendo a Landa, que las cuevas sirvieron como lugares donde se obtenía zuhuy ha, el "agua virgen", sin contaminar, para ser empleada en rituales en los que era necesaria la presencia de este preciado elemento. Esta teoría de Eric Thompson está hoy en día fuera de toda discusión, y cavernas que sirvieron para tal fin las encontramos principalmente en Yucatán y Belize. Las características de otras grutas no hacen posible que éstas se utilizaran para la obtención de "agua virgen", sino para otro tipo de actividades que, claramente tienen que ver, salvo mínimas excepciones, con ese carácter sagrado que la religión imprimió a las cuevas.


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Caves Branch Caves, Distrito de El Cayo, Belice.
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Entregado el 7 de junio del 2002 por:

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