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David Bolles
 

Combined Dictionary-Concordance of the Yucatecan Mayan Language

CAPITULO IV.

De los delitos y penas con que eran castigados los indios,

y de muchas supersticiones suyas.

Los indios naturales de Yucatan no prendian á alguno por deuda. Si por el adulterio, hurto y otros, que se dirá, pero habia de ser (como suele decirsele) cogiéndolos con el delito en la mano. La prision era atar atras las manos al delincuente, y ponerle á la garganta una collera hecha de palos, y cordeles, y aun hoy dia lo usan, especialmente con los que sacan <237> de los montes, habiendo estado fugitivos. De aquesta forma eran llevados á unas jaulas de madera, que servian de cárcel, y en ellas eran puestos los condenados á muerte, esclavos fugitivos, y los presos en la guerra. Estos si eran pobres quedaban hechos esclavos: y si eran principales, eran sacrificados á los ídolos, aunque algunos de ellos se rescataban. Una de estas jaulas era pintada de diversidad de colores, y en ella guardaban los niños, que habian de ser sacrificados, y los de mas edad, quedando condenados á muerte de sacrificio.

Castigaban los vicios con riguridad, de tal suerte, que de las sentencias no habia apelacion: terrible caso negar lo que el derecho natural concede, si ya no es, que por notorio el delito, la negaban. El hombre é muger, que cometia adulterio, tenia pena de muerte, que se ejecutaba flechándolos, y aun el doctor Aguilar dice, que estacándolos. Asi se dice aborrecian mucho este pecado, contra quien hubo castigos señalados en personas muy principales, porque no habia perdon, para quien hallaban culpado, con que habia mucha honestidad en los casados. Hoy que habian de ser mejores, siendo cristianos, es cosa lastimosa la liviandad que hay, y debe de ser, como no se castiga con el rigor que entónces. El que corrompia alguna doncella, ó forzaba cualquiera muger, tenia pena de muerte, como el que acometia á muger casada, ó hija de alguno, durante el dominio de sus padres, ó le quebrantaba la casa. Dicese, que un señor de la ciudad de Mayapán, cabeza de el reino, hizo matar afrentosamente á un hermano suyo, porque corrompió una doncella. La misma pena tenia el que mataba á otro, aunque no moria flechado, y si era menor de edad el matador, quedaba hecho esclavo; pero si la muerte habia sido casual, y no maliciosamente, pagaba un esclavo por el muerto.

El traidor á su señor tenia pena de muerte, y tambien el incendiario. El ladron quedaba hecho esclavo, hasta que se redemia, y si no tenia posibilidad, quedaba en esclavitud perpetua.

Los hijos de los esclavos eran esclavos hasta que se redemian, ó se hacian tributarios. El que se casaba con alguna esclava, ó engendraba en ella, quedaba hecho esclavo del dueño de la esclava, y la misma razon corria en la muger, que se casaba con esclavo. Si sucedia morirse el esclavo ó esclava, pasado poco tiempo despues de la venta, el dueño era obligado á volver alguna parte del precio al comprador, y lo mismo si se huia, y no le hallaban.

Algunas veces al que no se le probaba el adulterio, ó le hallaban á deshora en parte sospechosa, le prendian, y tenian atadas las manos atras por algun dia, ó horas, ó le desnudaban, ó le cortaban los cabellos (que era grave afrenta) segun la gravedad de los indicios.

Para compurgarse ó afirmar alguna cosa, no usaban de juramento, pero en su lugar echaban maldiciones al que presumian <238> mentiroso, y se creia no mentian por el temor dellas. Hoy se perjuran con facilidad, yo entiendo (dice el que escribió la relacion) que es, porque no entienden la gravedad del juramento. Ya lo entienden muy bien, y cada dia es cosa mas lastimosa, porque de presente con facilidad perjuran.

No tenian costumbre de azotar á los delincuentes, ni conocieron estos indios tal género de castigo en su infidelidad. Estas, y otras muchas costumbres (que dice la relacion no refiere) usaron estos indios de Yucatan: tengóla en mi poder escrita original por Gaspar Antonio, descendiente de los señores y reyes de la ciudad de Mayapán, llamado Xiu en su gentilidad, bautizado adulto por los religiosos fundadores de esta provincia, que le enseñaron, no solo á leer y escribir, pero aun la latinidad, que la supo muy bien, y cuando la escribió año de mil y quinientos y ochenta y dos, á los veinte de marzo, era intérprete por el rey de el juzgado mayor de esta gobernacion, y dice, que se la mandó recopilar D. Guillen de las Casas, gobernador y capitan general en estas provincias.

El rigor con que en aquellos tiempos eran castigados los delitos, se conocerá por lo que refiere el padre Torquemada en su monarquia, donde citando á Pedro mártir, dice estas palabras: "Un señor de un pueblo de tres mil casas, llamado Campech, mostró á los primeros descubridores un lugar, donde eran puestos, y castigados los malhechores de cualquier delito que cometiesen, el cual tenia esta forma y hechura. Era como un pie de cruz cuadrado de una vara en alto, al cual subian por cuatro gradas: estaba en lo alto de este asiento otro á manera de púlpito, todo maciso, en cuya superficie estaba esculpida una figura de hombre, y á sus dos lados otras dos figuras de animales de cuatro pies, aunque no de los ordinarios y conocidos, los cuales parecia arremeter al vientre de el hombre para hacerle pedazos. Estaba alli junto una serpiente hecha de cal y canto, del tamaño, y grueso de un toro, pero tenia de largo cuarenta y siete pies, en cuya boca estaba un leon de mármol, que parecia tragárselo. Estaban allí tres vigas hincadas en el suelo, y otras tres, las atravesaban, y muchas flechas y saetas rociadas, y teñidas con sangre, echadas en el suelo. Todo esto tenia su significado, y ello en si era muy de ver, y admirable, porque en todo ello figuraban el rigor de la justicia para poner temor, y freno, para que los malos no se desmandesen en hacer mal."

Demas de las costumbres referidas, pone otras muchas el Dr. Pedro Sanchez de Aguilar tan gran ministro, y de tantos años de esperiencia de estos indios en el informe, que contra los idólatras de esta tierra escribió, por estas palabras. Las abusiones y superticiones que usan, y heredaron de sus padres estos indios de Yucatan, son muchas y varias. Las que yo pude alcanzar, pondré en este informe, para que los curas las reprueben, y reprehendan en sus sermones y pláticas, y yo ahora las pongo aqui con el mismo <239> fin. Creen en sueños, y los interpretan, y acomodan, segun las cosas que tienen entre manos. En oyendo el graznido de un pájaro, que llaman kipchoh, sacan y coligen mal suceso de lo que están haciendo, y lo tienen por aguero, como los españoles con la zorra y el cuclillo.

Si el que va caminando topa una piedra grande de muchas, que se levantaron para abrir los caminos, la reverencia poniéndole encima una rama, y sacudiendo con otra las rodillas para no cansarse, tradicion de sus antepasados. Cuando vá caminando alguno á puesta de sol, y le parece que ha de llegar tarde, y noche al pueblo, encaja una piedra en el primer árbol que halla, para que el sol no se ponga tan presto, ó se arranca las pestañas, y las sopla al sol, embuste de sus antepasados.

En los eclipses de sol y luna, usan por tradicion de sus pasados, hacer que sus perros ahullen, ó lloren, pellizcándolos el cuerpo, ó las orejas, y dan golpes en las tablas y bancos, y puertas. Dicen que la luna se muere, ó la pican un género de hormigas, que llaman Xulab. Ya están mas desengañados de este error en el tiempo presente.

Hasta hoy año de cincuenta y seis, les dura otra supersticion, y mala credencia, y esto es general en toda la tierra, y constante á todos, que miéntras tienen sembrado el algodon, no comen carne alguna, porque dicen que si la comiesen, no tendrian buena cosecha de algodon. Usabánlo en tiempo de su gentilidad, y no ha sido posible reducirlos á entender lo contrario.

Tambien usan llamar á ciertos indios viejos hechiceros, que ensalmen con palabras de su gentilidad á las mugeres de parto, á las cuales confiesan, y á algunos enfermos. Esto no he podido averiguar (dice) de que estoy muy arrepentido. Tambien hay indios hechiceros, que con ensalmos curan á los mordidos ó picados de vivoras y culebras, que hay infinitas de cascabel, los cuales rabian y se les pudren las carnes, y mueren. En órden á esto, me parecio referir aqui un caso, que dice antes averle sucedido. Yo tuve preso (refiere) á uno del pueblo de Tezóc, gran idólatra encantador, que encantaba, y cogia en la mano una vivora, ó culebra de cascabel, con ciertas palabras de la gentilidad, que escribí por curiosidad, que no son dignas de papel, y tinta (ne forte) basta decir, que en ellas se invoca al demonio, y príncipe de las tinieblas.

Cuando hacen casas nuevas, que es de diez á doce años, no entran en ellas, ni las habitan, hasta que venga el viejo hechicero de una legua, y dos, y tres, á bendecirla con sus torpes ensalmos, lo cual (dice) oí decir: pesame de no haberlo averiguado.

Son sortilegos, y echan suertes con un gran puño de maiz, contando de dos en dos, y si salen pares, vuelve á contar una, y dos, y tres veces, hasta que salga nones, y en su mente lleva el <240> concepto sobre que vá la suerte, verbi gratia. Huyóse una vez una niña de una casa, y la madre como india, llamó á un sortilego de estos, y hechó suerte sobre los caminos, y cupo la suerte á tal camino, y enviando á buscar la niña la hallaron en el pueblo de aquel camino. Castigué á este sortilego, que era de un pueblo una legua de Valladolid, y examinandole despacio hallé, que las palabras que decia, miéntras contaba el maiz, no eran mas de decir nones, ó pares, y no supo decir, si invocaba al demonio con ellas, porque el sortilego era simplisísimo, y casi tonto.

En esta ciudad de Mérida (prosigue) es público, que hay algunas indias hechiceras, que con palabras abren una rosa antes de sazonar, y la den al que quieren traer á su torpe voluntad, y se la den á oler, é se la ponen debajo de la almohada, á que si la huele la persona que la dá, pierde el juicio por gran tiempo, llamando al que la habia de oler, y para quien se abrió la rosa. Digna cosa de remedio, y castigo si es verdad, y mas si esta mancha cae en blanco. Tambien ha habido fama, que las indias de esta ciudad echan en el chocolate ciertos hechizos, con que atarantan á sus maridos: la voz oí (dice) pero no sabré donde cantó el gallo.

Tambien advierto, lo que en mi niñez ví, que ahogan en un hoyo los perritos, que crian para su regalo, y comida, que son unos de poco, ó ningun pelo, que llaman Tzomes (tzom): abusion judaica, que veda el apóstol.

De los indios de Cozumél (Cuzamil) dice, que aun en su tiempo eran grandes idólatras, y usaban un baile de su gentilidad, en el cual flechaban un perro, que habian de sacrificar, y cuando habian de pasar al pueblo de Ppolé (Ppole), que es acá en la Tierra Firme, usan muchas supersticiones antes de embarcarse, y pasar aquella canal, que corre con mas velocidad, que un rio caudaloso. Haciéndole relacion de estas supersticiones cierto cura de ellos, le reprehendió, porque no las desterraba, y indiscretamente le respondió, que deseaba vivir, y temia no le ahogasen al pasar. Dentro de pocos años sucedió la desgracia de otro cura, que dicen, que los castigaba, y lo ahogaron, dejando trastornar las canoas, que son sus barquillos, lo cual se prueba, pues todos los indios remeros se escaparon, y solo el pobre cura se ahogó.

Tambien dice de los indios de la provincia de Titzimin (Ti Tzimin), que en su tiempo, cuando iban á pescar en toda la costa de Choáca (Ah Chauac Ha), antes de hacer sus pesquerias, hacian primero sus sacrificios, y ofrendas á sus falsos dioses, ofreciendo candelas, reales de plata, y cuzcar (cuzcatl / kan), que son sus esmeraldas, y piedras preciosas en lugares particulares, Kúes (ku na), y sacrificaderos, que se vén en los brazos de mar, y lagunas saladas, que hay en la dicha costa hácia el rio de Lagartos. <241>

 

CAPITULO V.

Como conservaban la memoria de sus sucesos, dividian el año,

y contaban los suyos, y las edades.

En tiempos de su infidelidad tenian los indios de Yucatan libros de cortezas de árboles, con su betun blanco, y perpetuo de diez y doce varas de largo, que se cogian doblándolos como un palmo (anahte). En estos pintaban con colores la cuenta de sus años, las guerras, inundaciones, huracanes, hambres, y otros sucesos. Por uno de ellos, que quitó el Dr. Aguilar á unos idólatras, supo que á una peste antigua llamaron Mayacimil (maya cimil), y á otra Ocna Kuchil (oc na kuchil), que quiere decir muertes repentinas, y tiempos en que los cuervos se entraron á comer los cadáveres en las casas. A la inundacion, ó huracan llamaron Hunyecil (hun ye ciil), anegacion de árboles.

Contaban los años con trescientos sesenta y cinco dias, divididos por meses de á veinte dias, correspondiendo á los nuestros por este órden. A doce de enero llamaban Yaax (Yax); desde primero de febrero Zab (Zac), desde veinte y uno Ceh (Ceh); desde trece de marzo, Mac (Mac), desde dos de abril Kan Kín (Kan Kin); desde veinte y dos de abril Muan (Muan); desde doce de Mayo Paax (Paax); desde primero de junio Kayab (Kayab). El mes Cum Ku (Cum Ku) comenzaba á veinte y uno de junio; el de Vayeab (U Uayab Haab) á once de julio, y por otro nombre le llamaban Utuz Kin (u tuz kin), y tambien Ulobol Kin (u lobil kin), que quiere decir tiempo mentiroso, tiempo malo, porque caian en él los cinco dias, que faltan para la cuenta, los cuales tenian por tan malos, como diré luego. A diez y siete de julio comenzaba el mes llamado Poop (Poop). A seis de agosto el de Voo (Uoo). A veinte y seis de agosto el de Cijp (Zip). A quince de setiembre el de Zeec (Zec). En octubre el de Xul (Xul). En noviembre el de Yax Kin (Yax Kin). En diciembre el de Mool (Mol), y el de Cheen (Chheen) terminaba en once de enero. Por esta cuenta repartian el año en diez y ocho meses, pero comenzaba su año nuevo en nuestro julio, á diez y siete. Los cinco dias que faltaban para cumplir los trescientos y sesenta y cinco, llamabánlos los dias sin nombre (ixma kaba kin). Teniánlos por aciagos, y decian, que en ellos sucedian muertes desastradas y súbitas: picaduras y mordeduras de vivoras y animales fieros, y ponzoñosos, riñas, y disensiones, y en especial tenian por peor al primero. En ellos procuraban no salir de sus casas, y asi se proveian de lo necesario para no tener que ir en ellos al campo, ni á otra parte. Frecuentaban mas en estos dias sus ritos gentílicos, rogando á sus ídolos los librasen de mal en aquellos dias peligrosos, y les diesen buen año siguiente, fértil y abundante; y estos dias tan temidos eran el doce, trece, catorce, quince y diez y seis de nuestro julio. Todos los dias de el mes tenian su nombre propio, que dejo sin decir, por parecerme prolijidad. <242>

Por esta cuenta sabian los tiempos en que habian de rozar los montes y quemar las rozas, esperar las aguas, sembrar su maiz, y otras legumbres, teniendo para esto sus proverbios. Los primeros religiosos (dice Aguilar) santos, y verdaderos viñadores de Jesucristo, procuraron desterrar esta cuenta, entendiendo era supersticiosa, y no aprovechó, porque los mas la saben. Que comunicó esto con un gran religioso varon apostólico, llamado el padre Solana, y con otro no menos, llamado Fr. Gaspar de Naxara (Nájera), grandes ministros, y predicadores, que sentian no ser perjudicial para la cristiandad de los indios; pero el padre Fuensalida dice en su relacion tratando destas cuentas antiguas. "Valiera mas, y fuera mejor, que no las entendieron, y supieran de los antiguos, porque se han hallado en sus idolatrias, que hacen los que apostatan de nuestra santa fé católica, adorando al demonio en millares de ídolos, que se han hallado en esta provincia, &c." pero usar mal de ellas no parece que convence ser intrinsecámente malas.

Contaban sus eras y edades, que ponian en sus libros de veinte en veinte años, y por lustros de cuatro en cuatro. El primer año fiaban en el oriente, llamándole Cuchhaab (ah cuch haab Kan), el segundo en el poniente llamado Hijx (Hiix), el tercero en el Sur, Cavac (Cauac); y el cuarto Muluc (Muluc) en el Norte, y estos les servia de letra dominical. Llegando estos lustros á cinco, que ajustan veinte años, llamaban Katún (katun), y ponian una piedra labrada sobre otra labrada, fijada con cal y arena en las paredes de sus templos y casas de los sacerdotes, como se ve hoy en los edificios que se ha dicho, y en algunas paredes antiguas de nuestro convento de Mérida, sobre que hay unas celdas. En un pueblo llamado Tixualahtun (Tix Ualah Tun), que quiere decir lugar, donde se pone una piedra labrada sobre otra, dicen, que estaba el archivo, recurso de todos acaecimientos, como en España lo es el de Simancas.

El comun lenguage de ellos para contar sus años, era por estas edades, ó Katunes, como para decir tengo sesenta años; era Oxppelhabil, tengo tres eras de años, esto es tres piedras; para setenta tres y media, ó cuatro menos media. Por donde se conoce no eran demasiadamente bárbaros, pues vivian con toda esta cuenta, que se dice era ciertísima, tanto, que con ella no solo tenian certidumbre del suceso, pero del mes, y dia en que pasó.

Por autoridad y por gala, se fajaban con ciertas lanzetas, que usaban de piedra, los pechos y brazos, y muslos, hasta sacarse sangre, y en las heridas echaban una tierra negra, ó carbon molido. Cuando sanaban dellas, quedaban las cicatrices con figuras de aguilas, sierpes, aves y animales; que habian dibujado con las lanzetas, y se horadaban las narices. Por estar asi pintado Guerrero el español cautivo, no quiso ir á la presencia de D. Hernando Cortés, cuando fué Gerónimo de Aguilar. Los Kupúles, que son los del territorio de la villa de Valladolid, lo usaron mucho. <243>

En su gentilidad, y ahora bailan, y cantan al uso de los mejicanos, y tenian, y tienen su cantor principal, que entona, y enseña lo que se ha de cantar, y le veneran y reverencian, dando asiento en la iglesia, en sus juntas y bodas. Llámanle Hol pop (hol poop), á cuyo cargo están los atabales, ó tunkúles (tunkul), y instrumentos de música como son flautas, trompetillas, conchas de tortuga, y otros de que usan. El tunkúl es de madera hueco, hay algunos tan grandes, que se oyen á distancia de dos leguas en la parte á que corre el viento. Cantan en ellos fábulas, y antiguallas suyas, que se podrian reformar, si bien los religiosos lo han hecho en muchas partes, dándoles histórias de santos, y de algunos misterios de la fé, para que canten por lo menos en los bailes públicos de pascuas, y festividades, con que olviden lo antiguo.

Tenian, y tienen farsantes, que representan fábulas, y historias antiguas, que tengo por cierto seria bien quitárselos, por lo menos las vestiduras con que representan, porque segun parece son como las de sus sacerdotes gentiles, que cuando no haya otro mal mas que conservarse en ellos aquella memoria, parece muy perniciosa, y mas siendo inclinados á idolatria, y que en ella los usan, siempre me han parecido mal, cada uno tendrá su dictámen, conforme mas ó menos haya hecho el reparo. Son graciosos en los motes y chistes, que dicen á sus mayores y jueces: si son rigurosos, ambiciosos, avarientos, representando los sucesos que con ellos les pasan, y aun lo que ven á su ministro doctrinero, lo dicen delante dél, y á veces con una sola palabra. Pero quien los hubiere de entender, necesita ser gran lengua, y estar muy atento. Son mas peligrosas estas representaciones, cuando se hacen de noche en sus casas, porque sabe Dios lo que alli pasa, y por lo menos muchas páran en borracheras. Llaman á estos farsantes Balzam (baldzam), y por metáfora con este nombre al que es decidor y chocarrero, y remedan en sus representaciones á los pájaros.

Hacian, y hacen sus bodas y banquetes en los desposorios, gastando muchos pavos, y pavas, que crian todo un año para un dia. Los que salen de alcaldes hacen tambien convite á los que entran, pena de infames, y en la noche de la eleccion hay grandes borracheras.

Los indios de esta tierra eran, y son muy diestros con arco y flecha, y asi son grandes cazadores, y crian perros, con que cogen venados, javalies, tejones, tigres, algunos leones pequeños, conejos. armados, iguanas, y otros animales: flechan pavos reales, unas aves que llaman faisanes, y otras muchas.

Son al presente grandes imitadores de todas las obras de manos que ven hechas, y asi aprenden todos oficios con facilidad, y hay muchos en sus pueblos demas de los que asisten en la ciudad y villas, grandes oficiales de herreros, cerrageros, freneros, zapateros, carpinteros, entalladores, escultores, silleros, oficiales que hacen muy curiosas obras de concha, albañiles, <244> canteros, sastres, pintores, zapateros, y asi de los demás. Lo que causa admiracion es, que hay muchos indios, que trabajan en cuatro y seis, y mas oficios de estos (como los españoles suelen en uno solo) con que se sustentan, y á veces con erramientas, é instrumentos, que da risa verlos: pero con la flema, que casi connatural tienen en el trabajar, suplen su falta, y sacan buenas las obras, que las dan mas baratas, que los españoles, con que los que llegan oficiales á Yucatan, pasan mal con sus oficios, y asi hay pocos de ellos, y buscan otro modo de vivir.

Visten ropas de algodon blanquisimo, de que hacen camisas, y calzones, y unas mantas como de vara y media en cuadro, que llaman tilmas, ó hayates. Sirvénles de capas cogiendo las dos esquinas sobre el hombro, con un ñudo, ó cinta: si bien muchísimos las usan de lana tejida algo basto, y aun muchos de telas, que se traen de Castilla, y aun de damascos, y otras sedas. Usan algunos jubones, y muchos traen zapatos, y alpargates: lo ordinario es andar descalzos, especialmente en sus casas, y campos, sino es algunos caciques, y principales, y lo mismo es las mugeres. Los mas de los varones traen sombreros de paja, ó palma, y muchos los compran ya de fieltro. Las mugeres usan Vipiles, que es una vestidura, que coge desde la garganta hasta la media pierna, con una abertura en lo superior por donde entra la cabeza, y otras dos por lo superior de los lados por donde salen los brazos, que queda cubiertos mas de hasta la mitad, porque no se ciñe al cuerpo esta ropa, que tambien les sirve de camisa. Desde la cintura hasta el pié traen otra ropa, que llaman Pic, y es como naguas, ó fustanes, que caen debajo de la vestidura superior: las mas de estas son labradas, y tejidas con hilo azul, y colorado que las hacen vistosas. Si una española se viste de este trage, es en ella muy lasivo. Las indias pequeñas, que se crian con las españolas, salen grandes labanderas, costureras, y punteras, y asi hacen obras de mucho precio, y estimacion

Para los domingos, y fiestas, cuando van á misa, y cuando se han de confesar, tienen asi varones, como mugeres, sus vestidos mas limpios y aseados, que guardan para esto. Otras costumbres, y cosas suyas se conocerán por las leyes que se les han dado para remediarlas, que se refieren es el libro quinto siguiente.

Su comida ordinaria es de poco sustento al parecer, porque comen pocas veces carne: lo ordinario es sustentarse con sus legumbres, frutas, y diversas bebidas, que hacen del maiz. Son de muchas fuerzas, para sustentarse con mantenimientos tan débiles; de buena corpulencia, aunque may enemigos del trabajo, y dados á la ociosidad: bien agestados de color trigueño, como los demás indios. Son muy amigos de comer pescados.

Hubo indios en tiempos pasados, de mayores cuerpos que los <245> ordinarios, y que se hallaron en sepulcros de esta tierra, de estatura como gigantea. El año de mil y seiscientos y cuarenta, y siete, junto al pueblo de Vecál (Becal) en el camino real de Campeche, mandando el padre Fr. Juan de Carrion (hoy comisario provincial para el capítulo general próximo) hacer una ramada para un recibimiento, cabando para poner los palos con que se hace, dieron con la barreta en una sepultura muy grande, hecha de lajas una sobre otra, sin curiosidad alguna. Los indios huyeron de ella, y fueron á llamar al padre, que llegando les mandó sacasen lo que en ella habia. Los indios no quisieron, diciendo les era vedado tocar á cosa alguna de aquellas, con que el religioso, ayudándole un muchachuelo, sacó unos huesos de hombre de estatura formidable. Habia en la sepultura tres cajetes grandes de barro finísimo, con tres bolas huecas, cada uno en lugar de pies, y un bote de piedra negra, que parecia jaspe. Quebró los huesos, y los arrojó haciendo macizar el vacio, reprehendió á los indios la supersticion de no querer tocar aquello, diciendo les era vedado. Sucedió esto el mes de setiembre de aquel año.

 

CAPITULO VI.

De la credencia de religion de estos indios,

que parece haber tenido noticia de nuestra santa fé católica.

Cuando los españoles descubrieron á Yucatan, hallaron á sus habitadores gente mas política, que los restantes hasta aquel tiempo descubiertos, y asi este hallazgo fué tan ruidoso, y movió el ánimo de Diego Velazquez, gobernador de Cuba, dando noticia al rey con las esperanzas tan grandes, que las historias generales refieren, y se ha dicho al principio: ocasionado esto de no haberse aun manifestado, ni sabido la grandeza de la Nueva España. Aunque en lo político era gente de mas razon; convenian en la profesion de religion, en cuanto á ser idólatras, adorando diversos ídolos, reverenciando diferentes deidades fingidas, y no conociendo un solo Dios Omnipotente (enfermedad espiritual de todas estas naciones indianas) el cual les dió á conocer la verdad, cuando mediante su divino favor los redujo á la obediencia de la iglesia romana, única madre de la verdadera credencia, y á la sujecion de nuestros católicos reyes. Parece que todos los indios de estos reinos tenian puesta su mayor felicidad en la muchedumbre de Dioses, que adoraban con idolátrico culto, en que se asemejaron á las mas naciones gentiles, y en especial á la romana, cuando lo era, de quien dice San Leon papa, que dominando casi sobre todas las naciones, se sujetaban á los errores de todos los gentiles, y les parecia exaltacion de su religion no menospreciar falsedad alguna de las que en ellos hallaban. Asi estos indios de. Yucatan, <246> para casi cada cosa tenian su Dios, como los de la Nueva España: solo se diferenciaban en los nombres, y asi paso sin singularizarlos todos; pues lo que tan dilatadamente escribió el padre Torquemada en su monarquia indiana, puede el discurso individuar en lo presente.

No se olvido de esta advertencia el capitan Bernal Diaz en su história, refiriendo lo que les sucedió en Cabo de Catoch (c'otoch), pues dice. "Un poco mas adelante donde nos dieron aquella refriega, que tengo dicho, estaba una placeta y tres casas de cal y canto que eran adoratorios, donde tenian muchos ídolos de barro, unos con caras de demonios, y otros como de mugeres, altos de cuerpo, y otros de otras malas figuras, de manera, que al parecer estaban haciendo sodomias unos con otros, y dentro en las casas tenian unas arquillas hechas de madera, y en ellas otros ídolos de gestos diabólicos."

Los religiosos de esta provincia, por cuya atencion corrió la conversion de estos indios á nuestra santa fé católica, con el zelo que tenian de que aprovechasen en ella; no solo demolieron y quemaron todos los simulacros que adoraban, pero aun todos los escritos (que á su modo tenian) con que pudieran recordar sus memorias, y todo lo que presumieron tendria motivo de alguna supersticion ó ritos gentílicos. Ocasionó esto, que no se puedan hallar las singularidades que deseé individuar en estos escritos; pero aun la noticia de sus historias quedó á la posteridad negada, porque á las vueltas fueron todas las que se pudieron descubrir, entregadas al fuego sin hacer reparo en la diversidad de las materias. Ni me conformo con el dictámen, ni le repruebo, pero parece pudieron conservarse las historias temporales, como se conservaron las de la Nueva España, y otras provincias reducidas: sin que se haya tenido por impedimento para el aumento de su cristiandad, con que solo podré decir poco mas de lo que hay en otras historias escrito de la observancia de religion en su tiempo de su gentilidad.

No se sabe con certidumbre, que la predicacion evangélica hubiese pasado á dar luz á las gentes de esta América, antes que á nuestros españolos fuese manifiesta. Si alguna cosa pudo, y causó admiracion, fué la credencia particular, que entre todas las demás naciones de estos dilatados reinos tenian los indios de Yucatan, que por lo menos hace dificil entender, como pudo ser. sin habérseles predicado los misterios de la ley evangélica, y para prueba de esto diré lo que refiere el padre Remesal en su historia. Dice, pues, que cuando el obispo D. Fr. Bartolomé de las Casas pasó á su obispado, que como se dijo en el libro tercero, fué el año de mil y quinientos y cuarenta y cinco, encomendó á un clérigo, que halló en Campeche, llamado Francisco Hernandez (y es de quien queda hecha memoria en la fundacion de la ciudad de Mérida, y otros capítulos) que sabia la lengua de los indios, que los visitase con cierta <247> instruccion de lo que les habia de predicar, y á poco menos de un año le escribió el clérigo. Que habia hallado un señor principal, que preguntándole de su religion antigua que observaban, le dijo: Que ellos conocian y creian en Dios, que estaba en el cielo, y que aqueste Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo, y que el Padre se llamaba Yzóna (Itzam Na) que habia criado los hombres, y el hijo tenia por nombre Bacáb (Bacab), el cual nació de una doncella vírgen, llamada Chiribirias (Ix Chhilibil Yax, Ix Chebel Yax?), que está en el cielo con Dios, y que la madre de Chiribirias se llamaba Yxchel (Ix Chel), y al Espíritu Santo llamaban Echvab (Ek Chuuah). De Bacáh (Bacab), que es el hijo, dicen que le mato é hizo azotar, y puso una corona de espinas, y que lo puso tenido los brazos en un palo, y no entendian, que estaba clavado si no atado, y allí murió, y estuvo tres días muerto, y al tercero dia tornó á vivir, y se subió al cielo, y que está allá con su padre. Y despues de esto luego vino Echvab (Ek Chuuah), que es el Espíritu Santo, y hartó la tierra de todo lo que habia menester. Preguntado, que quería significar aquellos tres nombres de las Tres Personas, dijo que Yzóna (Itzam Na) queria decir el gran padre, y Bacáh (Bacab), hijo del gran padre, y Echvah (Ek Chuuah) Mercader, Chiribirias suena madre del hijo del gran padre. Añadia mas, que por tiempo se habian de morir tódos los hombres, pero de la resurreccion de la carne no sabian nada. Preguntado tambien como tenian noticia de estas cosas. Respondió, que los señores lo enseñaban á sus hijos, y asi descendia de mano en mano esta doctrina. Afirmaban, que en el tiempo antiguo vinieron á esta tierra veinte hombres, y el principal de ellos se llamaba Cozás, y que estos mandaban, que se confesasen las gentes, y que ayunasen.

Por esto algunos ayunaban el dia, que corresponde al viérnes, diciendo habia muerto en el Bacáb. Con noticia de cosas tan particulares, en otras partes de esta América no vistas, ni oidas, dice el obispo en su historia apologética, asi. "Si estas cosas son verdad, parece haber sido en aquella tierra nuestra santa fé sabida. Pero como en ninguna parte de las indias habemos tal nueva hallado (puesto que en la tierra del Brasil se imagina hallarse rastro de Santo Tomas apóstol) y asi como aquella nueva no voló adelante: ciertamente aquella tierra de Yucatan dá á entender cosas muy especiales y de mayor antiguedad, por las grandes, admirables y escesivas maneras de edificios y letreros de ciertos caracteres, que en otra ninguna parte se hallan. Finalmente, secretos son estos, que solo Dios los sabe, &c." Donde es de advertir, que este reparo le hizo persona tan grave, docta, y la mas noticiosa de todas las singularidades de estos reinos, que tuvieron aquellos tiempos.

No solo lo referido parece de notar haber tenido noticia de nuestra fé los indios de Yucatan, sino lo que supieron de ellos los religiosos de nuestro padre Santo Domingo, cuando estuvieron en Campeche, pasando con el obispo á Chiapa, como <248> se dijo, porque les dijeron, como los primeros españoles hallaron entre estos indios bautismo con vocablo en su lengua, que en la nuestra significa, nacer otra vez; y hoy dia el santo bautismo se les dá á entender con aquel nombre. Creian, que recibian en él una entera disposicion para ser buenos, no recibir daño de los demonios, y conseguir la gloria que esperaban. Dabáseles de edad de tres años, hasta doce, y ninguno se casaba sin él, porque segun afirma el padre Lizana, decian, que el que no habia recibidole estaba endemoniado, y que no podia hacer cosa buena, ni ser hombre ó muger de buena vida. Elegiánle para darle dia, que no fuese aciago y los padres ayunaban tres dias antes, y se abstenian de las mugeres. La primera ceremonia era, que los sacerdotes purificaban la posada echando fuera al demonio con ciertas ceremonias, porque decian se apoderaba de la criatura desde que nacia, y aun antes. Luego iban los niños uno á uno, y el sacerdote los echaba en la mano un poco de maiz y de su incienso molido, y los niños lo ponian en un brasero, que servia de incensario. Despues daban á un indio un vaso del vino que acostumbraban beber, y enviábanle fuera del pueblo con él, mandándole, que ni lo bebiese, ni mirase atras, con que creian quedaba totalmente espulso el demonio.

Acabada ésta como disposicion y exorcismos, salia el sacerdote con sus vestiduras largas, y un hisopo en la mano: preguntaban á los grandecillos, si habian cometido algun pecado, y en confesando los ponian á una parte, y bendecian con oraciones, amagándoles con el hisopo, y á todos ponian unos paños blancos en las cabezas. Despues con una agua que tenian en un hueso, les mojaban la frente, facciones del rostro, y entre los dedos de los pies y de las manos. Levantábase el sacerdote, quitaba los paños á los niños, y hechos ciertos presentes, quedaban bautizados, acabando la fiesta en banquetes, y en los nueve dias siguientes no habian de llegar á sus mugeres los padres de los niños. El padre Lizana añade á esto, que dicen Remesal y Torquemada, que este modo de bautismo se hacia de tres en tres años, y que ponian cuarenta hombres, que como compadres apadrinasen á los niños. El padre Fr. Luis de Urreta en su historia de Etiopia, tratando, como los Abisinos, y aquellas naciones, aunque eran católicos cristianos, se circuncidaban, y defendiéndoles, que no era acto pecaminoso en ellos por el fin con que lo hacian: y como el demonio se ha hecho venerar de muchas naciones gentiles con costumbres y ceremonias dadas por Dios á su pueblo, dice estas palabras: "Una de estas fué la circuncision, queriendo el demonio remedar á Dios en esta costumbre, como lo habemos visto en las indias, donde los de Yucatan, los Totones de Nueva España, los de la isla de Acuzamil se circuncidaban." De los de Yucatan lo refiere tambien Pineda en su monarquia eclesiástica, y el <249> doctor Yllescas en la pontifical. Que esto no sea asi por lo que toca á los de Yucatan y Cuzamil, ó Cozumel, parece persuadirse, de que ni aquellos religiosos dominicos, ni el obispo de Chiapa, haciendo tan particular inquisicion, hacen memoria de haber hallado tal cosa, ni nuestros religiosos, primeros predicadores evangélicos de estos indios se ha dicho, que tal supiesen. A todos los antiguos que viven lo he preguntado, y me han respondido, que no han alcanzado hubiese tal entre los indios, ni estos tienen tradicion de que usasen tal costumbre sus ascendientes.

Creian los indios de Yucatan, que habia un Dios único, vivo y verdadero, que decian ser el mayor de los Dioses, y que no tenia figura, ni se podia figurar por ser incorporeo. A este llamaban Hunab Ku, como se halla en su vocabulario grande, que comienza con nuestro castellano. De este decian, que procedian todas las cosas, y como á incorporeo, no le adoraban con imágen alguna, ni dél la tenian (como se dice en otra parte) que tenia un hijo á quien llamaban Hun Ytzamna (Hun Itzam Na), á Yaxcocahmut (Yax Cocay Mut). Este parece ser el que aquel señor dijo al clérigo llamado Francisco Hernandez.

 

CAPITULO VII.

De otros ritos de religion, que tenian estos indios

en tiempo de su infidelidad.

No solo supieron aquellos religiosos (referidos en el capítulo antecedente) lo que se ha dicho; pero que tambien tenian y usaban los indios de Yucatan confesion bocal de pecados, semejante en algo al Sto. sacramento de la penitencia, y algunas otras ceremonias de la iglesia católica. De lo que se confesaban, era de algunos pecados graves, y á quien los decian era sacerdote ó médico, y la muger al marido, y éste é la muger. El que habia servido de ministro de la confesion, publicaba los pecados, que se le habian dicho, entre los parientes, y esto para que todos pidiesen á Dios le fuesen perdonados, para lo cual hacian oracion particular. En la papel antiguo, dice el padre Lizana, que halló, que para este fin no buscaban Dios alguno de los que adoraban, mas que solo llamaban á Dios con muchos suspiros, diciendo Kue (ku), que es lo mismo que Dios, y hoy vemos, que el decir á Dios Ku está de la misma manera introducido en este tiempo, porque en su lengua Ku es lo mismo, que Dios en nuestra castellana, y no señala Dios alguno, de los que vanamente adoraban los gentiles, sino el solo Dios, que lo es verdadero. Aunque este modo de oracion con esta circunstancia parece especial de los indios yucatecos, pero no lo de la confesion bocal, que otras naciones de la Nueva España la hacia como refiere Torquemada. en diversas partes, y Remesal <250> dice de los indios de Chiapa; pero unos, ni otros obraban con tan buen fin, como los Yucatecos.

Habia entre estos indios noticia alguna del infierno y paraiso, ó á lo menos, que en el otro mundo despues de esta presente vida eran castigados los malos con muchas penas en lugar obscuro, y los buenos eran premiados en deleitosos y agradables sitios, y en esta razon tenian cosas por ciertas, que les obligaban á no pecar, y saber pedir perdon, si pecaban, y tambien tenian tradicion de que el mundo se habia de acabar. Hablaban con el demonio, á quien llamaban Xibilba (Xibalba), que quiere decir el que se desaparece, ó desvanece.

Tenian fábulas muy perjudiciales de la creacion del mundo, y algunos (despues que supieron) las hicieron escribir, y guardaban, aun ya cristianos bautizados, y las leian en sus juntas. El doctor Aguilar refiere en su informe, que tuvo un cartapacio de estos, que quitó á un maestro de capilla, llamado por sobrenombre Cuytun (cuy tun), del pueblo de Zucóp (Tzuc Op), el cual se le huyó, y nunca lo pudo haber, para saber el origen de este su genesis. Recien venido yo de España, oí decir á un religioso, llamado Fr. Juan Gutierrez, y era gran lengua de estos indios, que habia visto otro escrito semejante al dicho, y que en él tratando de la formacion del primer hombre, se decia, que habia sido formado de tierra, y zacate, ó pajas delgadas, y que la carne, y huesos se habian hecho de la tierra, y el cabello, barba, y bello, que hay en el cuerpo, era de las pajas, é zacate, con que se habia mezclado la tierra. No me acuerdo de mas singularidad, que si entónces yo presumiera haber de escribir esto en algun tiempo, fuera posible hubiese tenido noticia de otros muchos desaciertos como el referido.

Dice el padre Lizana, que habia asimismo matrimonio muy natural entre estos indios, porque jamás se les consintió tener dos mugeres á ellos, ni á ellas dos maridos: mas podia el marido por algunas causas repudiar la muger, y casarse con otra y la repudiada con otro, y asi siempre era una sola la muger, y uno solo el marido. Contradice Aguilar en su informe lo de una muger sola, diciendo, que tenian muchas, y aunque con dificultad en su conversion á la fé, las dejaron, quedándose con sola la primera.

Consérvase hoy la memoria, de mas de lo escrito en las historias, de que la isla de Cozumél (Cuzamil) era el supremo santuario, y como romano de esta tierra, donde no solo los moradores de ella, pero de otras tierras concurrian á la adoracion de los ídolos, que en ella veneraban, y se vén vestigios de calzadas que atraviesan todo este reino, y dicen rematan á lo oriental dél en la playa del mar, desde donde se atraviesa un brazo dél, de distancia de cuatro leguas, con que se divide esta Tierra Firme de aquella isla. Estas calzadas eran, como caminos reales, que guiaban sin recelo de perderse en ellos, para que llegasen <251> á Cozumél (Cuzamil) al cumplimiento de sus promesas, á las ofrendas de sus sacrificios, á pedir el remedio de sus necesidades, y á la errada adoracion de sus Dioses fingidos.

Sin esto tenian diversidad de templos muy sumptuosos en muchas partes de este Tierra Firme, de que hoy permanecen partes de sus edificios, como son los que están en Vxmál (Uxmal), ó Vxumual (U Xul Muyal), en Chichen Ytzá (Chi Chheen Itza), en el pueblo de Ytzamál (Itzmal), entre Chapab, y Telchaquillo, y otros que dicen, son muy grandes, situados á la parte oriental del camino, que vá desde el pueblo de Nohcacab (Noh Cacab) al de Bolonchen (Bolon Chheen) de Ticul, sin otros muchísimos, que en diferentes partes por los montes se hallan: menores en grandeza que los referidos, aunque todos de una forma. Son al modo de los que de la Nueva España refiere el padre Torquema. da en su monarquia indiana: levantado del suelo un terrapleno fundamento del edificio, y sobre el van ascendiendo gradas en figura piramidal, aunque no remata en ella, porque en lo superior hace una placeta, en cuyo suelo están separadas (aunque distantes poco) dos capillas pequeñas en que estaban los ídolos (esto es en lo de Vxumual (U Xul Muyal / Uxmal) y alli se hacian los sacrificios, asi de hombres, mugeres y niños, como de las demas cosas. Tienen algunos de ellos altura de mas de cien gradas de poco mas de medio pié de ancho cada uno. Yo subí una vez al de Vxumual (U Xul Muyal), y cuando hube de bajar me arrepenti; porque como los escalones son tan angostos, y tantos en número sube el edificio muy derecho, y siendo la altura no pequeña al bajar; desvanece la vista, y tiene algun peligro. Hallé en una de las dos capillas cacao ofrecido, y señal de copal (pom) (que es su incienso) de poco tiempo alli quemado, y que lo era de alguna supersticion, ó idolatria recien cometida, si bien no pudimos averiguar cosa alguna los que alli estabamos. Dios conforte la fragilidad de estos indios, porque los engaña el demonio á muy poca costa.

Los sacerdotes de estos templos traian vestidas unas ropas de manta de algodon largas y blancas, mas que los otros, que no lo eran, los cabellos cuanto podian crecidos, y revueltos, que nunca los peinaban, ni podian, sino los cortaban, porque los untaban con la sangre de los sacrificados; y asi andaban tan súcios, como se deja entender. Vierónlos asi los primeros españoles, cuando llegaron á Campeche, como lo dice Bernal Diaz. Traer asi los cabellos, parece haber sido uso comun de todos los sacerdotes de esta Nueva España. Sacrificaban hombres, mugeres y niños, con la impiedad que en ella, aunque no en tanto número, por ser menos la gente. Tenian demas de estos muchos modos de sacrificios de animales, aves y otras cosas. Solian ayunar dos y tres dias, sin comer cosa alguna, sajábanse todas las partes de su cuerpo sacando su sangre, que ofrecian al demonio. Este los hablaba muchas veces en una columna muy grande, <252> y les mandaba lo llevasen cargado por toda la tierra, y á cada cosa que hacian se ofrecian muchos al sacrificio, á los cuales flechaban, permitiendo la magestad divina con su oculta providencia estos engaños del demonio, por lo que su divina magestad sabe. Tambien habia recogimientos como de monges, al modo que se dijo del de las doncellas vírgenes.

Eran muy observantes de su religion gentílica, y al que quebrantaba sus ritos, castigaban los sacerdotes, que en esto tenian mas autoridad, que sus reyezuelos. No lo son tanto por nuestra desdicha de nuestra religion católica. aunque hay el cuidado que se dice despues en este libro. Porque lo general (aunque muchos parecen buenos cristianos) es, que son indevotos del culto divino, poco amigos de acudir á misa, y á la doctrina, que si los doctrineros no los hubieran de contar, fueran muy pocos los que asistieran, y asi suelen decir, cuando vienen tarde: voy á que me cuenten, que esto solo parece es con lo que tienen cuenta. Para la observancia del precepto de la confesion anual, á que están obligados todos los fieles, vienen como violentos, que si los dejaran, poco se les diera de buscar remedio tan saludable para sus almas, y sabe nuestro señor lo que sus confesores padecen espiritualmente en el tiempo, que se les administra. En esta guardiania de Cacalchen, donde estoy dando la última mano á estos escritos este año de cincuenta y cinco no hubo indio, ni india de toda ella, que son dos pueblos; que tienen por lo menos mas de setecientos casados, que quisiese recibir el santisimo sacramento de la Eucaristia el juéves santo, ni le habia recibido en la cuaresma. Presente se halló en la iglesia la madre del Encomendero (que es muchacho) con él, y toda su familia, que lo vieron, y se quedaron con solamente reprehendérselo despues en el sermon del mandato á la tarde.

Acontece estarse diciendo misa, y haber indios arrimados al compás, ó patio de la iglesia, y aun á las paredes por lo exterior, sin querer entrar á oirla, y al salir el pueblo juntarse entre los otros, para que los cuenten con ellos, engañando asi á sus curas doctrineros, que como han estado diciendo la misa, no pueden saber la verdad; pero muchas veces viniendo de decirla de otros pueblos, los hallamos por las esquinas, aguardando la hora de contarlos, con no poco dolor nuestro. Para escusarse, menos recelosos, se están cuanto los dejan en sus labranzas en los montes, porque alegando esto hallan mejor salida para no ser castigados. Ya yo he visto tiempo desde que vine de España, que nuestro superior mandó por sus letras patentes á todos los religiosos doctrineros, que en sus distritos tocasen las campanas haciendo señal para la doctrina y misa, y que aunque no viniese indio alguno, no los castigasen de ninguna suerte, sino solo reprehenderselo bocalmente. Ocasionóse esta omision (que si seria dañosa, juzguelo el verdadero cristiano) por diversas calumnias de algunos, á que seguian disfavores manifiestos de quien <253> governaba: porque en cualquiera cosa suelen decir, que usurpamos los eclesiásticos la jurisdiccion real, y por esto á veces se disimulan cosas, de que puede resultar mucho daño á la cristiandad de los indios. A Dios dará la cuenta, quien fuere culpado, como quienes muchas veces son causa de que pierdan los indios el respeto á sus doctrineros, dándoles á entender, que podemos, y valemos nada, y juzgando los tienen á ellos en mas por esto. Conocido tuvo el daño, que puede ocasionar esto nuestro prudentísimo rey Filipo Segundo, y solicitó el remedio, como se verá por las cédulas referidas en estos escritos. Pero cuando la pasion es de cuerpo presente, no basta todas veces á moderarla la recomendacion, aunque tan superior y digna de toda veneracion por la distancia del dueño, buscándose pretestos, con que no parezca contravenir á la real voluntad de tan gran monarca, y aun la modestia religiosa, con que debo escribir, no permite referirlo con otros términos, que dijeran la verdad con propiedad de palabras.

Confieso la digresion que he hecho, pero he visto en ocasiones ultrajado el estado eclesiástico, menospreciados los sacerdotes, tratarse sin la reverencia debida lo dedicado al culto divino; y asi no es mucho, que en alguna parte de estos escritos se diga, ni aunque se presuma, que es parte, para que Dios permita las calamidades que estos reinos están padeciendo, porque es Dios muy celoso de la honra de sus ministros. Como acudirian en aquel tiempo los indios á las cosas de la cristiandad, con solo oir las campanas, cuando no basta, que desde el alba por todos los barrios les griten á voces, que es dia de misa (aunque lo sepan) para que venga á la iglesia.

Son tan poco caritativos, que si los gobernadores y obispos precedentes (conociéndolos) no hubieran dado forma, como sustentáran á sus doctrineros; por sola su voluntad y caridad, raro fuera el que nos diese un huevo, aunque es verdad, que como está dispuesto nos sustentan bien. Dios se lo pague. Raro es el indio, que viviendo, dá limosna, para que se diga una misa por su alma, ó por las de sus padres y cuando mueren, aunque tengan hacienda, solo mandan que se les diga una misa. Mediado el año de cincuenta y cuatro, se intentó quitarles aun ésta, con color de que morian muchos de las viruelas, que eran los indios pobres, y que en toda la tierra montaria mucha cantidad la que se habia de dar por ellas. Para los tributos y demas cargas, nunca los hallan pobres, y lo eran para que hiciesen tan corto beneficio (digo en el número) por las almas de sus padres y parientes. Desdichados indios, que habiendo sustentado á tantos con vuestro sudor y trabajo, viviendo en la muerte se os queria quitar este único sufragio, con título de piedad para con vuestros hijos y parientes vivos. <254>

 

CAPITULO VIII.

De algunos ídolos especialmente venerados,

y motivos que para ello tuvieron.

Antes que dé principio á la vanidad de algunos ídolos, que estos indias adoraban; referié un caso, que denota lo poco que saben de la virtud, como se dijo al fin del capítulo antecedente, y por no alargarle, me pareció principiar este con él por la singularidad de sus circunstancias, que pasó asi. Embriagóse un indio de la ciudad de Mérida, y estando de aquel modo le hirieron de una herida peligrosa. Vióle un ciudadano de lo noble de la ciudad, que con ánimo caritativo y cristiano, le mandó llevar á su casa, buscar cirujano y curar á su costa, regalándole hasta que sanó. El agradecimiento que tuvo el indio, fué ir al gobernador, y decirle, que mandase al español le pagase lo que debia. Admirose el gobernador, por ser persona tan conocida el ciudadano, y envióle á decir, que pagase á aquel indio. Vino á la presencia del gobernador, que le preguntó, que habia en el caso. Respondió, que no le debia cosa alguna, que antes le habia hecho curar en su casa. A esto replicó, que pues habia hecho con él aquello, á lo le debia sin duda, porque sino, ¿por qué lo habia de hacer? Viendo esto el gobernador, mando dar al indio unos cuantos azotes, y le echó de su presencia con confusion, y asi apenas reconocen el bien que se les hace, teniendo aquella mácsima, con que solamente ha de mirar á Dios el que tuviere caridad con ellos. Ni por esto los incluyo en ella á todos, que algunos hay que reconocen el beneficio que se les hace, pero vengamos á la materia del capítulo presente.

Aunque la diversidad de ídolos, que adoraban los indios de Yucatan, era excesiva, pondré los que referiré en este capítulo por las ocasiones particulares, que tuvieron para la veneracion con que los respetaban. Fingieron, que el Dios mayor que todos los otros, á quien tambien llamaban Kinchahau (Kinich Ahau), fué casado, y que la muger de este fué inventora del tejer las telas de algodon, con que se vestian, y asi la adoraron por Diosa, llamándola Ix azal voh (Ix Zacal Uoh?). El hijo de el Dios único, que como dejo dicho, sentian haber, y le llamaban Itzamná (Itzam Na) tengo por cierto fué el hombre, que entre ellos primero inventó los caracteres, que servian de letras á los indios, porque á este le llamaban tambien Itzamná, y le adoraban por Dios, como tambien á otro ídolo de una Diosa, que decian era madre de los otros Dioses, y la llamaban Ix Kanleox (Ix Kan Le Ox), y otros diversos nombres.

Otro ídolo era una muger inventora de pinturas, y entretejer figuras en las ropas que vestian, por lo cual la adoraban y la llamaban Ixchebelyax (Ix Chebel Yax), como tambien á otro de otra grande hechicera, que decian inventó ó halló entre ellos <255> la medicina, y la llamaban Ixchel (Ix Chel), aunque tenian Dios de la medicina, nombrado Citbolontun (Cit Bolon Tun).

Aunque tenian Dios del canto, á quien llamaban Xocbitum (Xocbil Tun), adoraban el ídolo estátua de un indio, que decian fué gran cantor y músico, llamado Ah Kin Xooc (Ah Kin Xocbil Tun), y á este adoraban por Dios de la poesia, y le llamaban tambien Pizlimtec (Ppizlim Tec).

Veneraban un ídolo de uno, que habia sido gran capitan entre ellos, llamábanle Kukulcan (Kukul Can): y uno de otro que fingieron traia en las batallas una rodela de fuego, con que se abroquelaba, llamado Kakupacat (Kak U Pacal), vista de fuego. En las guerras llevaban cuatro capitanes un ídolo nombre era Ah chuy Kak (Ah Chhuy Kak), que era el Dios de sus batallas. Tuvieron por Dios á Quetzalcohuat (Quetzal Coatl) el de Cholula, llamándole Kukulcan (Kukul Can), segun dice el padre Torquemada.

Fingian otros Dioses, que sustentaban el cielo, que estribaba en ellos: sus nombres eran Zacal Bacál (Zacal Bacab), Canál Bacáb (Kanal Bacab), Chacal Bacáb (Chacal Bacab), y Ek el Bacáb (Ekel Bacab). Y estos decian, que eran tambien Dioses de los vientos.

Otro decian que fué gigante, llamado Chac (Chac) inventor de la agricultura, y por eso le adoraban. Teniánle por Dios de los panes, truenos y relampagos. Otro llamado Mul Tul Tzec (Multun Tzec) decian, que reinaba en los malos tiempos, y sus dias de éste eran aciagos y de mala fortuna en opinion de los indios.

A tiempos, y ocasiones no mas adoraban un ídolo: tenian un madero, que vestian á modo de Dominguillo, y puesto en un banquillo sobre un petate (poop), le ofrecian cosas de comer, y otros dones en una fiesta, que llaman Vayéyab (u uayab haab), y acabada la fiesta le desnudaban, y arrojaban el palo por el suelo, sin cuidar mas de reverenciarle, y á éste llamaban Mam (Mam); aguelo, miéntras duraba la ofrenda y fiesta.

Reverenciaban otro ídolo de uno que decian habia tenido las espinillas, como una golondrina: su nombre era, Teel cuzám (Teel Cuzam). Otro tenia los dientes muy disforme, llamado Lahunchaam (Lahun Chan). Otro que fingian escupia piedras preciosas (kan), cuyo nombre era Htubtun (Ah Tub Tun). Ídolos tambien de los que labraban los cuerpos á los indios, que decian se convertian en flores, llamados Acat. Ídolos de los mercaderes, y estos tenian uno de piedra en particular muy venerado. Habialos de los caminantes, pescadores, cazadores, de las milpas, y otros, que invocaban en los tiempos tempestuosos. Dios y Diosa del vino, y uno antiquísimo de un gran hechicero. Diosa de los que se ahorcaban (Ix Tabay), que decian se les aparecia. Ídolo del amor, de las farsas, de los bailarines, y otra infinidad de idolillos, que ponian á las entradas de los pueblos, en los caminos, en las escaleras de los templos, y otras partes.

En el pueblo de Ytzmal, junto á un cerro de los muchos que se ha dicho hay labrados á mano, que era morada de sacerdotes gentiles, y en él se fundó despues el convento que hoy <256> permanece, habia un templo edificado á un ídolo, que tenian muy celebrado, que se llamaba Ytzamat ul (Itzam Thul), que quiere decir él que recibe y posee la gracia, ó rocio del cielo. Decian los indios, que este fué un gran rey, señor de esta tierra, que era obedecido por hijo de Dioses, y cuando le preguntaban, como se llamaba, ó quien era; no respondia mas de estas palabras, Ytzencaan Ytzen muyal (itzen caan, itzen muyal), que era decir: Yo soy el rocio, ó sustancia del cielo y nubes. Murió este rey y levantáronle altares, y era oráculo, que les daba respuesta, y alli le edificaron templo. Cuando vivia le consultaban los pueblos las cosas que sucedian en las partes remotas, y les solia decir las futuras. Decian, que le llevaban los muertos, que los resucitaba y sanaba los enfermos, y asi le tenian gran veneracion. Estos indios tenian este crédito, y asi no conocian otro Dios autor de la vida, sino á este ídolo; que decian los resucitaba y sanaba. Este no es posible, sino que fué algun gran hechicero, que mediante el demonio con prestigios engañaba á los indios. El resucitar muertos, sabemos ser reservado solamente á la potencia divina, pues ninguna criatura tiene poder para ello, y asi á los que decian resucitados, debia de amortiguar el demonio (permitiéndolo Dios) para que despues cobrados los sentidos perseverasen en aquel crédito, y adorasen aquella figura.

Otro templo tenian en otro cerro, que cae al poniente, dedicado tambien á este mismo ídolo, donde tenian la figura de la mano, que les servia de memoria, y á este templo llevaban los muertos y enfermos donde decian que resucitaban y sanaban. Llamábanle Kab ul (Kauil), que significa: mano obradora, donde ofrecian grandes presentes, y limosnas. A este hacian romerias de todas partes, y para ello estaban hechas cuatro calzadas á oriente, poniente norte y medio dia, que corrian por toda esta tierra, y pasaban á Tabasco, Chiapa y Guatemala, que hoy hay señales de ellas en algunas partes. Tanto era el concurso de gente, que acudia á estos oráculos de Ytzamat ul (Itzam Thul), y Kab ul (Kauil).

Tenian otro templo en otro cerro, que cae á la parte del norte, y á este llamaban Kinich Kakmó (Kinich Kak Mo), por llamarse así un ídolo, que en él adoraban, que significa sol con rostro. Decian que sus rayos eran de fuego, y bajaba á quemar el sacrificio medio dia. como baja volando la Vacamaya (es esta un ave á modo de papagayo, mayor de cuerpo, y muy finas colores de plumas.) A este ídolo recurrian en tiempo de mortandad, pestes, ó enfermedades generales, asi hombres como mugeres, y llevaban muchos presentes que ofrecian. Decian que á medio dia. á vista de todos bajaba un fuego, que quemaba el sacrificio. Despues de esto les decia el sacerdote lo que habia de suceder, de lo que querian saber acerca de la enfermedad, hambre, <257> mortandad, quedando sabidores de su bien, ó mal: aunque muchas veces esperimentaban lo contrario de lo que se les decia.

Los de Campeche, tenian un ídolo particular, ú quien llamaban Dios de las crueldades, y le sacrificaban sangre humana: su nombre era Kinchachanhaban (Kinich Ahau Haban). Los de Tihoó, donde está la ciudad de Mérida otro llamado Ahchun caan (Ah Chun Caan). Y asi se llama el cerro, que esta al oriente de nuestro convento, que debia de estar en él. Para olvidar esta memoria se fundó en él una hermita dedicada á San Antonio de Padua, y asi todos le llaman ya el cerro de San Antonio, aunque la hermita no permanece. Los muy antiguos de Tihoó tuvieron otro llamado Vaclomchaam (Uac Lom Chaan). En Cozumél uno singular, que pintaban con una flecha: su nombre Ahhulané ó Ahhulneb (Ah Hul Neb).

A las que perseveraban en el recogimiento que se ha dicho, que era como monasterio de monjas, porque algunas nunca querian salir á casarse, y permanecian vírgenes, teniéndolo á gran virtud; cuando estas tales morian, las adoraron en sus estátuas por Diosas. Una de estas fué hija de un rey, á la cual llamaron Zuhuy Kak: esto es fuego vírgen. Era Diosa de las niñas, á la cual las ofrecian y encomendaban. Adoraban por Dioses á sus reyes ya difuntos, y lo mas fuera de razon á peces, culebras, tigres, con otros animales inmundos, y aun al mismo demonio, que les aparecia en figuras horribles; pero esta adoracion mas parece originada de temor servil, pareciéndoles, que con ella escusarian el daño que estas cosas les podrian hacer; y baste lo dicho para tan despreciada materia, y pasemos á otra de mas admiracion.

COGOLLUD.TM1 Continued
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