Imagen - Vasija de Cacao - K6706 © Justin Kerr FAMSI © 2004:
Michael P. Smyth
 

Teotihuacán en la Región Puuc:
Investigando una Temprana Presencia Foránea en Chac II
Traducido del Inglés por Alex Lomónaco
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Fotografía del recipiente negro, cilíndrico y trípode de estilo teotihuacano con protuberancias en sus soportes, que muestra ua decoración incisa en forma de elementos triangulares con zonas de perforaciones y diminutos appliqués similares a calaveras.

Año de Investigación:  2000
Cultura:  Maya
Cronología:  Clásico Temprano
Ubicación:  Yucatán, México
Sitio:  Chac II en la región Puuc

Table of Contents

Investigación
Lista de Figuras
Referencias Citadas

Investigación

La investigación arqueológica en Chac II (Chac) ha revelado la existencia de un centro de fundamental importancia en el corazón de la región Puuc, que data del período Clásico Temprano (300-600 d.C.) (Smyth et al., 1998; Smyth, 1998; Smyth, en prensa a; en prensa b). Estos datos son importantes para comprender los orígenes y el proceso de urbanización en la región montañosa del Puuc en el SO de Yucatán (Figura 1), y además, para contribuir a resolver algunos de los problemas relacionados con la cronología de la región que se vienen discutiendo hace ya largo tiempo. En verdad, las evidencias arquitectónicas y cerámicas, entre las que existen numerosas subestructuras y vasijas de estilo temprano, se corresponden con los fechamientos cronométricos tempranos del sitio. Estas diversas líneas de evidencia indican que Chac comenzó a surgir en el Clásico Temprano (300-500 d.C.), pasó a ser un asentamiento considerable durante el período Clásico Medio (500-650 d.C.), y para el Clásico Tardío (650-800 d.C.) ya abarcaba alrededor de 3 km cuadrados con una población cercana a los 6000 habitantes. El sitio parece haberse despoblado en gran medida hacia los inicios del período Clásico Terminal (800-1000 d.C.), cuando los patrones de asentamiento se trasladan al centro próximo y vecino de Sayil.

En el verano del año 2000 se llevó a cabo un programa de excavación vertical y horizontal, de mapeo y de análisis, en dos grupos residenciales al oeste del núcleo moumental del sitio. El objetivo radicaba en reconstruir los patrones residenciales desde los períodos Clásico Temprano al Tardío. En 1999 comenzaron las excavaciones en el Grupo de la Plataforma, una plataforma residencial situada aproximadamente a 200 m al N de la Gran Plaza de la Pirámide, mientras que aproximadamente a 100 m al O se halla el Grupo Sacta donde se comenzaron las investigaciones en la presente temporada. El Grupo de la Plataforma ha arrojado una cantidad importante de enterratorios humanos con numerosas vasijas completas. Unos patrones mortuorios muy fuera de lo común, al igual que formas y decoraciones de vasijas típicas de Teotihuacán, entre las que se halló un extraordinario candelero y una cerámica cilíndrica trípode, sugirieron la posibilidad de que un grupo extranjero haya vivido en el sitio, o en su defecto, señalaban la existencia de una interacción a larga distancia, via los mercaderes mayas, con la metrópolis central mexicana. FAMSI nos proporcionó los fondos necesarios para ampliar la excavación y el análisis de las plataformas residenciales y de los restos de enterratorios, a fin de determinar la naturaleza de los contactos-interacciones que tuvieron lugar en Chac durante los períodos Clásico Temprano y Medio (300-650 d.C.) con el exterior.

Tenemos ahora un cúmulo de información sobre importantes influencias y contactos con el exterior, o ambos, para la región Puuc, durante el período Clásico Medio; una época que se identifica marcadamente con la hegemonía de Teotihuacán en todo el ámbito de Mesoamérica (véase también Oxkintok: Rivera, 1989; 1990 en prensa; Varela, 1992; 1993; 1994). En Chac, en 1999, encontramos algunos de los primeros edificios públicos conocidos para la región Puuc, entre ellos la subestructura sin precedentes de una pirámide ubicada debajo de la Gran Pirámide, con un trabajo de cantera arcaico, estuco pintado de amarillo y rojo, arquitectura en talud-tablero, y una escalinata con balaustrada. En el año 2000, también ubicamos una pirámide intermedia más grande encajonando la pirámide sub, con piedras de tamaño mediano y burdamente talladas (mini-megalíticas), escalinatas laterales, muros de terrazas redondeados con una orientación E-O, y ringleras de muros rectos orientados en sentido N-S. Esta pirámide muestra los restos de figuras de estuco ensambladas, pintadas en varios matices de verde oscuro, amarillo dorado y hematita roja especular. Estas combinaciones de colores no son típicas de la pintura mural en el norte del área maya, y por lo general están asociadas con la pintura de Teotihuacán. Por otro lado, el hallazgo de dos tempranas esculturas ensambladas de piedra en la Plaza de la Pirámide, además de otras dos halladas con anterioridad, muestran un tipo de imaginería de serpiente que difiere de todas las otras del norte de Yucatán anteriores al período Clásico Terminal. ¿Fueron las serpientes emplumadas de Teotihuacán la fuente de inspiración de estas poco comunes esculturas de piedra?

En el Grupo de la Plataforma (Figura 2), los interiores de los recintos de tres basamentos de piedra (puntales) para edificios perecederos (Estructuras 1, 2, y 3), fueron estudiados por medio de excavaciones en 1999, y expuestos horizontalmente en el año 2000. También se excavó una estructura circular que se interpretó como un baño de vapor y dos puntales adicionales de basamentos. Todas las estructuras de la superficie están actualmente fechadas para el período Clásico Tardío. Las exposiciones horizontales, sin embargo, dejaron al descubierto una importante subestructura en forma de L debajo de las Estructuras 1 y 2, que muestran los restos de múltiples recintos, corredores interiores, y una posible área de patio interna con un piso de estuco relativamente grueso y basamentos de muros hechos con grandes piedras (Figura 3a-b). De hecho, el edificio inferior está orientado entre 15 y 20 grados al E de N, e incorpora elementos residenciales y un ordenamiento espacial que se asemeja a los complejos de apartamentos de Teotihuacán.

De los 12 enterratorios humanos encontrados en 1999 más 1 adicional hallado en el 2000 (lo que hace un total de 13), todos fueron encontrados sellados debajo del piso de estuco de la subestructura, y por consiguiente, deben datar de los períodos Clásico Temprano y Medio (Figura 3c). La mayoría de los enterratorios, si no todos, fueron primarios y los individuos fueron enterrados en una posición sedente o marcadamente flexionada, dentro de criptas circulares revestidas de piedra, tal vez en la forma de fardos funerarios. El análisis de los esqueletos de 9 individuos cuyos atributos diagnósticos estaban bien preservados, permitió identificar a 5 varones adultos, 3 mujeres adultas, y 1 adulto cuyo sexo no ha podido ser determinado (Tiesler, 2000). Los individuos de sexo masculino parecen haber sido muy robustos, lo que podría sugerir que realizaban trabajos exigentes desde el punto de vista físico; uno de los varones había sobrevivido a un severo trauma craneano. Varios individuos muestran mutilaciones dentarias y deformaciones craneanas, lo que sugeriría un rango relativamente alto (Tiesler, 1999). En base al análisis de elementos de investigación, uno de los individuos de sexo masculino (y tal vez una mujer) mostraron un patrón nutricional divergente, lo cual sugeriría un origen ajeno a la región Puuc, y quizás hasta ajeno al área maya. Los complejos patrones mortuorios de los enterratorios de pisos múltiples, de pequeñas cámaras de criptas ovales-circulares, de posiciones sedentes de los cuerpos, y las ofrendas de artefactos no mayas, apuntan a contactos importantes desde fuera de la región. Muchos de estos patrones mortuorios son similares a aquellos que se identificaron en el centro de Matacapán, en la Costa del Golfo (Montículo 61), donde se dice que hubo teotihuacanos habitando en ese sitio para los tiempos del Clásico Medio (450-650 d.C.) (Santley et al., 1985; Santley, 1989:136).

Entre los objetos enterrados que se recuperaron hay fragmentos de espejos de pirita y cinabrio rojo, que no son típicos del área norte maya. De las casi 28 vasijas cerámicas completas que se recuperaron, casi todas fueron cerámicas tipo pizarra encontradas en clara asociación con los tiestos polícromos (incluyendo Dos Arroyos polícromos) y recipientes de cerámica bicromática naranja, fechada estilísticamente para el Clásico Temprano. Prácticamente todas las vasijas tenían una capa de estuco y muchas mostraban pintura en negativo, siendo estas técnicas decorativas típicas de Teotihuacán. Un dato importante es que una vasija de pizarra muestra la imagen estilizada de una deidad con colmillos, con un tocado ondulante y ojos saltones, muy semejante al dios de la tempestad (¿Tlaloc?) del México Central (Figura 4a). Esta imagen había sido pintada en el fondo de un plato trípode con pintura roja de hematita especular. Otro recipiente fuera de lo común es un vaso cilíndrico de cerámica negra, inciso (Ekpedz inciso) (Ekpedz incised) y de paredes delgadas, con un borde evertido, similar a las formas de vasijas tipo florero de Teotihuacán (Figura 4a). También se recuperaron fragmentos de tres puntas de proyectiles bifaciales de dardos de atlatl, de los contextos tempranos dentro de la subestructura. Estas puntas son similares a un atlatl bifacial completo hecho de obsidiana verde-plateada, fechado radiocarbónicamente para el 620 d.C., que se recobró de una ofrenda ceremonial en la Plaza de la Gran Pirámide en 1996.

Un candelero recubierto de estuco, negro y marrón sobre naranja, de un único agujero (aparentemente un receptáculo de cerámica para quemar incienso), con la forma de un templo maya, una cornisa modelada en tres de sus lados y una pared inferior inclinada, fue encontrado en un enterratorio de una subestructura (Figura 4c). Aunque se ha sugerido que este receptáculo de cerámica es una venenera–una clasificación popular para grupos fuera de lo común de recipientes en miniatura cuya función se desconoce–dicha clasificación resulta dudosa por las razones que siguen. En primer lugar, candeleros cuadrados similares, de superficie pulida, e inclusive candeleros modelados, han sido encontrados en contextos de enterratorios fechados para el Clásico Temprano y Medio, tanto en Veracruz, México Central, como en el área Maya (Gamio, 1922; Linne, 1934; Kidder et al., 1946; Muller, 1978; Santley, 1989:137; Sempowski y Spence, 1994; Zabé, 1999:22). Segundo, dentro del candelero de un solo agujero de Chac, directamente debajo de la abertura del recipiente, hay áreas oscuras, manchadas, por debajo de una recubrimiento de estuco, que parecen ser residuos de quemado (¿incienso de copal?). Si bien el análisis químico de estos residuos todavía está por hacerse, la conclusión más probable es que estos recipientes en miniatura encontrados en sitios muy especiales en el norte del área maya, sean candeleros que fueran fabricados e importados de Teotihuacán, o versiones mayanizadas de este claro elemento diagnóstico cultural del centro de México.

Cinco pequeños receptáculos cerámicos llamados veneneras, o botellitas de veneno, estaban directamente asociados con 5 enterratorios tempranos. Todos son de forma oval, con soportes anulares, cuellos de paredes rectas, bordes directos, y superficies bien terminadas decoradas con círculos rojos pintados en negativo, pequeñas manijas en appliqué en sus costados, y perforaciones en la base para que pudieran ser suspendidos por un pequeño cordón o tirita, que presumiblemente se sujetaba alrededor del cuello. Tomados tradicionalmente por receptáculos de antídotos contra las mordeduras de serpientes, o como botellas para perfúmenes o fragancias, estas interpretaciones resultan bastante poco probables. Sin embargo, lo que sí sabemos con certeza es que se trata de ofrendas mortuorias, y que pueden haber sido incensarios portátiles, puesto que en el fondo de dos botellas de enterratorios aparecen residuos quemados. Los mercaderes de larga distancia pueden haber utilizado estos artículos como objetos para sus rituales personales, que formarían parte de los avíos de viaje de un mercader. El Obispo Landa, por ejemplo, habla de los rituales efectuados todas las noches por los mercaderes viajeros, durante los cuales quemaban pequeñas cantidades de incienso que se ofrecía a Ek Chuah, el dios del Postclásico de los mercaderes y viajeros (Tozzer, 1941:107). Karl Taube (1992:80) ha planteado de manera convincente que durante el período Clásico el Dios L era considerado como una forma de dios mercader en el occidente de Yucatán, y que a menudo aparecía con bultos de mercancías para comerciar y acompañado por el exótico quetzal, o alguna otra ave de plumaje largo. Por ejemplo, el Dios L aparece en dos botellas de cerámica similares, que se cree son de Honduras y Guatemala (Anton, 1970:lámina 48 y figura 56). Al mismo tiempo, la ausencia de arquitectura de categoría (abovedada) en esta gran plataforma, con su importante subestructura cerca del centro del sitio, es ciertamente poco común. Junto con los restos de esqueletos con deformación craneana, mutilación dentaria, que desarrollaron una actividad física rigurosa y por momentos peligrosa (trauma en la cabeza), uno se queda con la impresión de que se trataba de un grupo económico de mercaderes de larga distancia que vivían en Chac, con escaso poder político, e involucrados en tareas arriesgadas, tal vez a instancias de poderosos señores tanto locales como foráneos.

En el año 2000, las excavaciones pusieron al descubierto otros tres enterratorios humanos (14, 15 y 16) dentro del interior de los recintos de un edificio con puntales de basamentos para tres recintos (Estructura 5), ubicado en el extremo sur del Grupo de la Plataforma. A juzgar por el trabajo de cantera del edificio y por las cerámicas que se recuperaron, todos las sepulturas parecen datar del período Clásico Tardío, y los cuerpos fueron enterrados en posiciones flexionadas pero no sedentes, tal vez en forma de fardos funerarios–en el Enterratorio 14 (Figura 3e) se encontraron hebras de fibra de algodón. Sin embargo, una cerámica cilíndrica trípode casi completamente negra con protuberancias en su soporte, pone de manifiesto un estilo decorativo típicamente teotihuacano, tal como surge de su zona inferior decorada con un diseño de triángulos y perforaciones con pequeños appliqués similares a calaveras colocadas en las esquinas del triángulo (Figura 4b). También, un fragmento de plato trípode naranja fino con soportes huecos para sonajas e inclusiones de mica, se asemeja al tipo cerámico 30 de Matacapán, una cerámica Ante Fina (Fine Buff) fechada para el período Clásico Medio. En realidad, estas vasijas parecerían ser bienes heredados, puesto que no estaban directamente asociadas con ningún enterratorio y fueron recuperadas en dos recintos distintos. Estas vasijas heredadas debieron haber sido entregadas mucho antes de haber sido rotas intencionadamente y depositadas en los dos recintos del edificio.

También en el año 2000 se comenzó a excavar en otra importante plataforma con dos refuerzos de basamentos de estructuras visibles, ubicada sobre un cerro alto, al oeste de la Gran Pirámide. Conocido como el Grupo Sacta, el recinto este de un refuerzo de basamento de dos recintos (Estructura 1) ubicado cerca del borde este de la plataforma, fue estudiado por medio de una excavación (Figura 5). Debajo de dos pisos de estuco diferentes había una clara subestructura con un tercer piso de estuco grueso, un muro curvo de grandes piedras con mampostería, y dos pozos o depresiones con revestimiento de estuco. La depresión más grande hacia el este contenía tres construcciones circulares de piedra, y los restos de hasta tres enterratorios con numerosas partes de vasijas fechadas para el período Clásico Temprano a Medio. Un cuenco Chochola polícromo de Campeche muestra glifos mayas falsos y/o estilizados en torno a su borde, y una decoración interior de rayos brillantes. Asociado con éste, había una sepultura de un subadulto (Enterratorio 3) extraordinariamente bien preservada, donde el individuo había sido enterrado en posición flexionada y sobre su lado derecho (Figura 3d). Estos restos sugieren un sacrificio ritual, y no simplemente un entierro formal, lo cual indicaría que la subestructura del Grupo Sacta cumplía propósitos ceremoniales especiales y que no tuvo una función estrictamente residencial durante los períodos Clásico Temprano a Medio. Es necesario continuar trabajando en este grupo a fin de ayudar a resolver estas importantes cuestiones de interpretación.

Los restos de esqueletos encontrados en la Plataforma y en el Grupo Sacta están siendo analizados osteológicamente por la Dra. Vera Tiesler de la Universidad Autónoma de Yucatán. El estudio de elementos de investigación también está en proceso, bajo la dirección del Químico Samuel Tejeda Vega, del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares de México. Los resultados le serán informados a FAMSI una vez que el análisis haya sido completado. También se está llevando a cabo el análisis de diez muestras radiocarbónicas que fueron enviadas a Data Analytic Inc. para el análisis de sus fechas, y que debería estar concluido antes de fines del año 2000.

La información obtenida recientemente en Chac sugiere fuertemente una relación con el centro de México que fue más allá de una simple influencia a larga distancia. Las excavaciones en el Grupo de la Plataforma, de manera especial, han dejado a la vista una gran cantidad de enterratorios de subestructuras tempranas, patrones mortuorios poco comunes, vasijas de estilos tempranos y otros restos materiales que presentan afinidades con Teotihuacán. El hallazgo de artefactos tan específicos y emblemáticos de la cultura de Teotihuacán como un candelero, una vasija cilíndrica trípode y puntas de atlatl, sugieren un nivel significativo de interacción cultural, que incluiría la presencia de extranjeros en el sitio. Si bien las prácticas de entierros en la región Puuc no son demasiado conocidas, sobre todo en lo que se refiere a los períodos tempranos, la evidencia hasta aquí presentada continúa apoyando la posibilidad de que hayan habido extranjeros residiendo en Chac. Estos hallazgos plantean nuevas preguntas acerca del papel que jugaron los forasteros en la evolución de los centros urbanos en la región Puuc. En verdad, el posible papel jugado por los mercaderes agrega una nueva dimensión a la compleja naturaleza de las relaciones con el extranjero entre los mayas del Puuc, tema que todavía no ha sido estudiado en profundidad, y que requiere una mirada renovada sobre cuestiones que llevan tiempo sin resolverse, así como ua búsqueda de nuevas vías de averiguación. Aquellos que trabajan sobre el norte de Yucatán deberían revisar nuevamente la información en busca de influencias del México Central y de otros lugares durante los períodos Clásico Temprano, Medio y Tardío, para determinar si dicha influencia fue generalizada o si estuvo restringida a ciertos lugares estratégicos.

El trabajo realizado en Chac demuestra que el sitio es importante para una mejor comprensión de la prehistoria temprana en la región del Puuc. El sitio es muy prometedor para abordar la naturaleza de los lazos culturales entre la región Puuc y el resto de Mesoamérica durante los períodos del Clásico Temprano y Medio, una época de importancia estratégica para el desarrollo del urbanismo maya en el norte y el surgimiento de sociedades complejas en Yucatán. Sin ninguna duda, la internacionalización del Yucatán comenzó mucho antes del período Clásico Terminal, una cuestión que no debería resultar demasiado sorprendente puesto que Mesoamérica fue un área cultural compleja y de interacción desde los tiempos del Formativo. En su conjunto, estos nuevos datos tienen el potencial de transformar la comprensión de la arqueología del norte de Yucatán, y de arrojar nueva luz sobre el período Clásico en Mesoamérica.


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Teotihuacán en la Región Puuc:
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Entregado el 1 de noviembre del 2000 por:

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