Enlaza con Figura antropomorfa de barro de la tradición de las "tumbas de tiro" que representa un individuo cornudo con un objeto en la mano (Colima). Eduardo Williams
El Antiguo Occidente de México: Un Área Cultural Mesoamericana
 

Periodo Formativo Temprano (ca. 1500-500 a.C.)

Hasta hace aproximadamente un par de décadas nuestros conocimientos sobre el Formativo en el Occidente eran muy escasos. Aunque todavía existen grandes lagunas en nuestra información y hay muchos problemas por resolver, nuestro entendimiento de este periodo ahora es un poco más completo, gracias a las recientes investigaciones. Los trabajos de Joseph Mountjoy en la llanura costera del Occidente ofrecen datos importantes, que probablemente pueden hacerse extensivos al resto de nuestra área cultural durante este periodo:

El patrón Preclásico de adaptación probablemente tuvo éxito en parte porque incluía la práctica de la agricultura en combinación con la amplia explotación de recursos naturales[...] gran variedad de animales y[...] de plantas silvestres[...] el Preclásico no llegó más allá de un nivel socio-económico-político caracterizado por un patrón de asentamiento de un pueblo principal con unas aldeas asociadas, y una religión enfocada en el culto de los muertos (Mountjoy 1989: 22).

En otras áreas del Occidente, los desarrollos culturales del Formativo temprano están representados por El Opeño, un sitio aldeano localizado en el noroeste de Michoacán (Figuras 4, 5, 6, y 7), del cual hasta la fecha solamente se conocen sus tumbas y los objetos colocados en ellas como ofrenda. Estas tumbas podrían ser el antecedente más temprano de las "tumbas de tiro" tan caracterízadas por el Occidente. Pudieron haber funcionado como criptas familiares, con entierros múltiples, pues hay evidencia de reutilización en la antigüedad (Oliveros 1974: 195). La cerámica de este sitio consiste en cuencos sencillos y ollas chicas, decoradas con líneas incisas, con punzonado y con aplicaciones del mismo barro, muy similar a la encontrada en Tlatilco, estado de México, sitio más o menos contemporáneo con El Opeño. Las ollas tienen decoración pintada al negativo (rojo o negro), que puede ser el antecedente más antiguo de la cerámica tarasca decorada con esta misma técnica (Oliveros 1989: 126-127). Las fechas obtenidas por C14 dieron un rango de tiempo en torno a los 1500 años a.C., lo que parece coincidir con periodos de considerable actividad volcánica que cubrieron de ceniza los sitios de ubicación de las tumbas, y tal vez los lugares de habitación contemporáneos, haciendo hasta ahora muy difícil la tarea de localización de estos últimos (Oliveros 1992: 241-244, 2004).

Otro complejo arqueológico de gran importancia es el de Capacha, Colima (Figuras 8, 9, y 10), contemporáneo al de El Opeño, y con el cual parece haber tenido fuertes lazos culturales. La fecha de C14 que se tiene para el material Capacha es de ca. 1450 a.C., que se confirma indirectamente por el fechamiento obtenido para El Opeño, y por semejanzas entre la cerámica de ambos sitios (Kelly 1970: 28). Según Greengo y Meighan (1976: 15) Capacha tiene doble importancia, pues es el horizonte cerámico más antiguo de la región Colima-Jalisco-Nayarit, y cuenta entre sus formas características de cerámica las vasijas con boca de estribo, que sugieren afinidad con las piezas similares encontradas en contextos del Formativo, tanto en México como en la zona andina. La distribución de cerámica Capacha hasta ahora se ha documentado en una zona relativamente amplia, que abarca, aparte de Colima, a los estados de Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Michoacán y Guerrero (Kelly 1980: 22).

Según Kelly (1980: 29), la semejanza de la cerámica de Capacha con otros estilos es ligera, y aparentemente no fundamental, aunque, como ya se dijo, existen lazos evidentes con la fase Opeño del sitio del mismo nombre, y con el mal definido estilo Tlatilco 1 . Fuera de estos dos casos, contamos con pocas bases para comparar a Capacha con los conjuntos cerámicos estrictamente mesoamericanos que corresponden más o menos a la misma fecha. El estilo de la cerámica Capacha, entonces, no es mesoamericano, pero tampoco se podría definir como sudamericano, aunque tiene ingredientes que lo vinculan a la parte noroeste de Sudamérica. Sus peculiares ollas con vertedera en forma de "estribo" usualmente triple son únicas. Por otra parte, ciertas ausencias deben ser significativas, pero son difíciles de explicar, por ejemplo la escasez de botellas con un solo cuello delgado, así como del esgrafiado con conchas y del rocker stamping. Finalmente, las figurillas Capacha son totalmente distintas a los productos sudamericanos presumiblemente contemporáneos (Kelly 1980: 37). También se han encontrado materiales de los complejos Capacha y Opeño en las siguientes regiones: costa de Michoacán (Cabrera 1989: 138); cuenca del río Tomatlán, Jalisco (Mountjoy 1982: 325); San Juanito, Teuchitlán, El Refugio y Citala, Jalisco (Weigand 1992: 221 y comunicación personal).

Según Joseph Mountjoy (1994), existen muchos problemas o enigmas que quedan por resolver en relación con la interpretación de los restos arqueológicos que han recibido el nombre de Capacha. Las principales dudas son la siguientes: (1) si Capacha fue un desarrollo preolmeca o si fue contemporáneo con esta cultura, que existió entre 1200 y 300 a.C. (las únicas fechas que se tienen para Capacha, según el citado autor, parecen ser demasiado tempranas); (2) si los indígenas que dejaron los restos Capacha enterraban a sus difuntos en tumbas de tipo "tiro y bóveda", pues de ser así, constituirían un importante eslabón con la cultura de El Opeño, Michoacán; (3) saber si Capacha tuvo su origen en México o en América del sur. Como ya mencionamos, Kelly subrayó la posibilidad de un origen sudamericano de la cultura Capacha, probablemente derivado de la cultura Machalilla del Ecuador. Sin embargo, hay algunas dificultades con esta hipótesis, pues en la cerámica de Capacha hay formas que no están presentes en Machalilla, incluyendo el bule, el cántaro de cuello largo, el trífido, el tecomate y el cuenco doble o triple. Existen más semejanzas entre Capacha y Tlatilco que entre la primera y Machalilla, pero también hay que subrayar ciertas semejanzas entre la iconografía Capacha y la olmeca, que Kelly no reconoció o no aceptó. Una de ellas es el diseño de "sol con rayos", probablemente una variación de la "cruz de San Andrés" de los olmecas. En conclusión, Capacha aparentemente se derivó de varias raíces culturales, y a su vez sirvió de raíz para varios desarrollos prehispánicos locales en la región del Occidente (Mountjoy 1994: 40).

El periodo Formativo temprano no está muy bien documentado en Jalisco, pero las investigaciones de Phil Weigand (1989) han producido información que llena parcialmente algunas de las lagunas que todavía existen en nuestro conocimiento. La zona lacustre de las tierras altas de Jalisco ha producido cuatro sitios indisputablemente del Formativo temprano, aunque hasta la fecha solamente se cuenta con información de tipo funeral. Dos tumbas de tipo El Opeño se han encontrado en el pie de montaña cerca del pueblo de Teuchitlán, mientras que otras, cerca de El Refugio y de Tala, pueden ser del mismo periodo, aunque se encontraron muy derrumbadas. Las figurillas procedentes de esta área localizadas en colecciones privadas reafirman esta conexión con El Opeño. En la misma región lacustre se han localizado dos sitios pertenecientes al complejo Capacha, con tumbas saqueadas: San Juanito y San Pedro. El primero produjo cuentas de crisacola, cristales de cuarzo y de pirita, así como dos navajas de obsidiana de forma lanceolada. En la segunda localidad se encontró un montículo funerario del Formativo medio, con una estructura en forma de altar, de planta circular u ovalada, de 6 m de diámetro y 1 m de altura. Ésta es la más temprana evidencia de arquitectura reportada hasta ahora para el distrito lacustre de Jalisco, aunque desgraciadamente no se ha conservado. Huesos largos y cráneos fueron depositados en la base del altar, incluyendo por lo menos a cuatro individuos. El relleno del altar contuvo cerámica Capacha, y un pozo parcialmente saqueado debajo del altar tuvo el mismo material (Weigand 1989: 41).

Nota Final

  1. Según David Grove (2003), parece claro que hubo interacción cultural entre el Occidente (al menos Michoacán y Colima) y el área de Tlatilco; esto se sugiere no solamente por la cerámica, sino también por otros materiales, como la obsidiana. Sin embargo, todavía sabemos muy poco sobre la naturaleza y magnitud de esta interacción entre el Occidente y el Altiplano durante el periodo Formativo (Grove 2003).

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